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Una visita presidencial a Auschwitz
El Holocausto y la fortuna de la familia Bush
Por Bill Vann
5 Julio 2003
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el autor
"La historia nos recuerda lo que puede suceder".
Estas fueron las palabras pronunciadas por el presidente George
Bush al finalizar una visita guiada a las cámaras de gas
de Auschwitz.. El antiguo campo de la muerte nazi en Polonia fue
de las primeras etapas de un viaje de siete días a Europa
y Oriente Medio.
El sentido exacto de este comentario banal del presidente de
los Estados Unidos no está muy claro. Sin embargo, examinado
a la luz del balance político de Bushla cadena de
ejecuciones en Texas, el campo Rayos X de Guantánamo, la
prisión indefinida para ciudadanos estadounidenses, las
dos guerras preventivaspuede estar abierto a las interpretaciones
más siniestras.
Sin duda, esta visita a Auschwitz ha sido puesta en escena
para servir a los objetivos de la política inmediata: invocar
los horrores de los campos de concentración de Hitler para
llevar más lejos su agenda de militarismo y represión
en los Estados Unidos. Es posible que no exista un insulto mayor
a la memoria de los millones de seres humanos, destacando seis
millones de Judíos, asesinados por los Nazis.
El mismo día, en un discurso pronunciado en Cracovia,
Bush afirmó que lo campos de concentración "nos
recuerdan que el mal existe, que debe ser llamado por su nombre
y combatido". Prosiguió, "después de haber
visto la obra del mal en este continente, no debemos perder nunca
el coraje de combatirlo donde quiera que esté".
Según Bush, la causa del Holocausto fue "el mal".
Para el presidente de los Estados Unidos la palabra "mal"
sirve para designar una multitud de pecados. Lo ha usado repetidamente
para describir al grupo de fundamentalistas musulmanes que perpetraron
los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. En numerosas
ocasiones se ha referido al líder de Al Qaeda como "el
malvado". Esta particular expresión sirve a un propósito
inmediato en el plano político, puesto que evita nombrar
a Osama Bin Laden y de paso traer a la memoria la prolongada asociación
de negocios entre los Bush y la rica familia Bin Laden de Arabia
Saudí.
La existencia del "mal" constituye para el gobierno
de Bush la única explicación de la aparición
del terrorismo fundamentalista musulmán. Tal representación
cuasi mística y religiosa (que, por descontado, asume que
el gobierno de los Estados Unidos representa "las fuerzas
del bien") tiene la ventaja de ignorar toda consideración
política o histórica. Ignora, en particular, el
papel jugado por la política exterior de los Estados Unidosla
alianza de Washington con los regímenes despóticos
enriquecidos por el petróleo, como la monarquía
de Arabia Saudí; el patrocinio de los Estados Unidos a
los muyahidin (combatientes) afganos; la guerra indirecta de la
CIA contra los grupos nacionalistas y socialistas laicos en Oriente
Medio; el apoyo incondicional a la política de Israel frente
a los palestinosen el establecimiento de las condiciones
políticas y sociales que han permitido el desarrollo de
tendencias retrógradas como Al Qaeda.
El empleo de la palabra "mal" persigue la misma utilidad
cuando se habla del Holocausto. Este intento de oscurecer las
raíces sociales, políticas y económicas del
ascenso del fascismo en Europa durante los años 30 y los
horribles crímenes que engendró, no es un rasgo
único de Bush. La adopción del anticomunismo como
elemento central de la ideología de los Estados Unidos
al finalizar la segunda guerra mundial desplaza como inconveniente
todo análisis de las raíces anti-socialistas del
fascismo. En su lugar, comunismo y fascismo fueron igualados como
"totalitarios·" y representantes del "mal".
En vísperas de su asesinato en 1940, León Trotsky
escribió: "El fascismo es la continuación del
capitalismo, un intento de perpetuar su existencia por los medios
más bestiales y monstruosos". "El capitalismo
ha tenido la oportunidad de recurrir al fascismo sólo a
causa de que el proletariado no ha podido realizar a tiempo la
revolución socialista".
Trotsky no fue el único en mantener esta opinión.
Muchos habían comprendido que los Nazis, como el partido
fascista de Mussolini, habían llegado al poder con el respaldo
del gran capital para aplastar al movimiento socialista de los
trabajadores y erradicar toda amenaza de revolución. La
"solución final" desarrollada por el régimen
de Hitler contra los judíos se concibió ligada a
esta misión esencial.
En su destacada biografía sobre Hitler, Ian Kershaw
describe el camino tomado por el Tercer Reich hacia la "solución
final" y apunta que la guerra en el Estey finalmente
el propio Holocaustofue presentada en la propaganda nazi
como una "cruzada contra el Bolchevismo".
En su libro Hitler 1936-1945 : Nemesis, (New York et Londres,
2001, p 389) [tradución española Hitler Tomo 2,
Edición Círculo de Lectores, 2000, p. 386], Kershaw
escribe : "Los pronazis más comprometidos ideológicamente
se tragarían por entero la interpretación de la
guerra como una guerra preventiva para evitar la destrucción
de la cultura occidental por las hordas bolcheviques. Creían
fervientemente que hasta que no se erradicase por completo el
"judeobolchevismo" no llegaría a liberarse Europa.
En estas concepciones, entretejido con el enfrentamiento contra
el bolchevismo, estaba prefigurado el camino hacia el Holocausto.
El legado ?de odio? contra el bolchevismo plenamente entrelazado
con el antisemitismo, estaba a punto de manifestarse en toda su
plena ferocidad."
Inmediatamente después de la guerra, las autoridades
norteamericanas de ocupación se encontraron con la obligación
de reconocer la culpabilidad de las grande empresas alemanas en
los crímenes cometidos por el régimen nazi. El general
Telford Taylor, uno de los principales acusadores en los procesos
de Nuremberg contra criminales de guerra, reclamó la inculpación
de algunos grandes industriales alemanes. Entre éstos se
encontraba Friedrich Flick, copropietario del consorcio del acero
alemán junto con Fritz Thyssen, y uno de los principales
contribuyentes financieros de los Nazis y de las SS.
En su requisitoria ante el tribunal Taylor declaró:
"Estamos tratando con hombres tan obcecados con la obtención
de poder y riqueza que todo lo demás pasa a un segundo
plano. Ignoro si Flick y sus asociados odiaban o no a los judíos;
es posible que no pensaran mucho en la cuestión hasta que
adquirió para ellos una importancia práctica, sobrepasando
su propia opinión y sus propios sentimientos".
Taylor continuó: "Los acusados eran hombres ricos,
propietarios de muchas minas y fábricas. Dirán sin
duda que creían en el carácter sagrado de la propiedad
privada y, tal vez, que apoyaron a Hitler porque los comunistas
alemanes amenazaban ese concepto. Pero las fábricas de
Rombach y Riga pertenecían a otros".
Se podría decir otro tanto de los pozos de petróleo
de Irak.
La descripción del general Taylor de la clase dirigente
de Alemania podría, con ligeras modificaciones, ser aplicada
al círculo de multimillonarios rapaces que constituye la
base principal del gobierno de Bush.
Es interesante señalar que el general Taylor se mantuvo
al margen, hasta su muerte en 1998, del revisionismo anticomunista
que tiñó aquel período histórico.
Se encontró entre los primeros personajes públicos
que se enfrentó abiertamente a la campaña de persecuciones
llevada a cabo por el senador McCarthy. Y fue un destacado opositor
a la guerra de Vietnam, sosteniendo que el proceso contra el teniente
William Calley por la masacre de 500 mujeres y niños en
My Lai debería haberse extendido hacia toda la cadena de
mando del ejército estadounidense.
Prescott Bush y los Nazis
En el caso particular de Bush, el hecho de esconder los orígenes
históricos del fascismo en Alemania está al servicio
de un interés particular, incluso personal. Mientras que
el padre del presidente tenía tratos con Bin Laden, su
abuelo hizo gran de la fortuna familiar mediante sus acuerdos
con la Alemania nazi. Se ha sugerido que los activos de los Bush
tuvieron su origen, al menos en parte, en la explotación
del trabajo esclavo en el mismo Auschwitz.
Desde los años 20 hasta avanzados los 40después
del inicio de la Segunda Guerra mundialPrescott Bush fue
socio y administrador en la sociedad de cartera, Brown Brothers
Harriman, de Wall Street, y director de una de sus principales
compañías financieras, la Union Banking Corporation
(UBC).
Junto con su suegro George Herbert Walkerbisabuelo del
actual presidentePrescott Bush controló otro de los
valores de la sociedad en cartera, la compañía de
navegación Hamburg-Amerika, utilizada por el régimen
nazi para introducir y sacar a sus agentes en Norteamérica.
En 1933, otra filial del grupo Harrimann, Harriman International
Company, estableció un acuerdo con el régimen de
Hitler para coordinar las exportaciones alemanas hacia el mercado
estadounidense.
Durante este tiempo, UBC dirigió todas las operaciones
bancarias fuera de Alemania de Fritz Thyssen, el magnate de la
industria alemana y autor del libro Yo pagué a Hitler,
en el que reconoce haber financiado al movimiento nazi desde 1923
hasta su ascenso al poder.
En octubre de 1942, 10 meses después de entrar en la
guerra, el gobierno de los Estados Unidos se incauto de UBC y
otras compañías en las que los Harriman y los Prescott
Bush tenían intereses. Además de Bush y Roland Harriman,
la orden de intervención del banco emitida por Washington
contenía los nombres de tres ejecutivos nazis.
Una investigación realizada en 1945 reveló que
el banco dirigido por Prescott Bush tenía relaciones con
el consorcio del acero alemán dirigido por Thyssen y Flick,
uno de los inculpados en el proceso de Nuremberg. Esta gigantesca
firma industrial produjo la mitad del acero y más de un
tercio de los explosivos, sin olvidar otros materiales estratégicos,
usados por la máquina militar alemana durante los años
de guerra.
El 28 de octubre de 1942, el gobierno de los Estados Unidos
confiscó las posesiones de dos compañías
que sirvieron de fachada al régimen nazi: la Holland-American
Trading Corporation y la Seamless Steel Equipment Corporation,
ambas controladas por UBC. Un mes más tarde fueron intervenidos
los intereses nazis en la Silesian-American Corporation (SAC),
dirigida por Prescott Bush y su suegro George Walker.
La orden de intervención, emitida en el marco de la
Ley de Comercio con el Enemigo, describió la Silesian-American
como "sociedad de cartera de los Estados Unidos con subsidiarias
en Alemania y Polonia" que controlaban extensas y valiosas
minas de carbón y zinc en Silesia, Polonia y Alemania.
Esta orden de intervención precisaba que, desde septiembre
de 1939 (cuando Hitler desencadenó la Segunda Guerra Mundial)
estas propiedades estaban bajo control del régimen nazi,
que las había utilizado para proseguir su esfuerzo bélico.
Entre las posesiones de la Silesian American figuraba una acería
en Polonia, situada en el mismo distrito que Auschwitz. Se ha
averiguado que esta fábrica utilizó a los prisioneros
del campo de concentración de Auschwitz como mano de obra
esclava.
Entre los investigadores de los lazos entre los Bush y los
nazis se encuentra John Loftus, un antiguo procurador en el Departamento
de Crímenes de Guerra dependiente del Ministerio de Justicia.,
que en la actualidad está al frente del Museo del Holocausto
de Florida en la ciudad de Saint Petersburg. Loftus ha acusado
a la familia Bush de haber recibido 1,5 millones de dólares
de sus participaciones en la UBC cuando fue finalmente liquidada
en 1951. "Este es el origen de la fortuna de la familia Bush:
el Tercer Reich", declaró Loftus en una reciente entrevista.
Loftus argumenta que este dinerouna suma muy importante
en la épocaincluía el beneficio directo procedente
de la mano de obra esclava de aquellos que murieron en Auschwitz.
En una entrevista con el periodista Toby Rogers, el antiguo procurador
ha dicho: " Es suficientemente escandaloso que la familia
Bush haya contribuido a recolectar el dinero con el que Thyssen
financió el ascenso de Hitler en 1922, pero proporcionar
sostén al enemigo en tiempo de guerra es pura traición.
El banco de Bush ayudó a los Thyssen a fabricar el acero
nazi con el que se mató a soldados aliados. Si financiar
la máquina de guerra nazi es detestable, ayudar e instigar
el Holocausto es todavía peor. Las minas de carbón
de los Thyssen utilizaron a los cautivos judios como esclavos,
como si fueran productos químicos desechables. Hay seis
millones de esqueletos en el armario de la familia Thyssen, y
permanecen sin respuesta numerosas preguntas históricas
y de tipo criminal acerca de la complicidad de la familia Bush.
El caso de Prescott Bush de ningún modo fue único,
aunque sus conexiones financieras con el Tercer Reich fueron tal
vez más íntimas que la mayoría. Henry Ford
fue un declarado admirador de Hitler, y GM asociada a Ford jugaron
un papel de primer orden en la producción de los camiones
militares que transportaron a las tropas alemanas a través
de Europa. Después de la guerra los dos fabricantes de
automóviles demandaron y obtuvieron compensaciones financieras
por los daños causados por los bombardeos aliados sobre
sus fábricas en Alemania. Standard Oil y el Chase Bank,
ambas controladas por la familia Rockefeller, invirtieron fuertemente
en la alemania nazi, como lo hicieron las agencias de bolsa más
importantes de Wall Street. Estas transacciones no cesaron con
el inicio de la guerra, con Standard Oil fletando petróleo
a los Nazis vía Suiza en fecha tan tardía como 1942,
y colaborando con I.G. Farben, la compañía que fabricaba
el gas Zyklon B para las cámaras de gas Nazis y operaba
una fábrica de caucho sintético utilizando mano
de obra esclava procedente de Auschwitz.
En su libro Trading with the Enemy: The Nazi American Money
Plot, el antiguo periodista del New York Times Charles Higham
apunta que el gobierno de los Estados Unidos intentó encubrir
el papel de apoyo a Hitler jugado por Prescott Bush y muchos otros
líderes financieros e industriales.
El autor del libro mantiene que el gobierno temió que
cualquier intento de perseguir a estas figuras sólo ocasionaría
un "escándalo público" y "podría
afectar drásticamente a la moral pública, causaría
huelgas por doquier y quizás provocaría motines
en el seno del ejército". Además, Higham escribió
que el gobierno consideraba que "su procesamiento y su apresamiento
podría haber hecho imposible la contribución de
los consejos de administración al esfuerzo de guerra de
los Estados Unidos" (Trading with the EnemyThe Nazi
American Money Plot 1933-1949, New York, 1983, p. xvii).
El gobierno de Roosevelt y los miembros más influyentes
de ambas partes hicieron todo lo posible para zanjar los problemas
de Prescott Bush derivados de sus tratos con los Nazis. Prescott
Bush fue colocado a la cabeza del National War Board, encargado
de recolectar fondos privados para las organizaciones de beneficiencia
relacionadas con la guerra. Después de recibir los 1,5
millones de dólares de indemnización por la UB,c
se presentó con éxito a un puesto de senador por
Connecticut, puesto que conservó hasta 1963.
Una parte importante de los principales patronos estadounidenses
simpatizaron con el nazismo y compartieron su antisemitismo, aunque
no lo expresaran tan claramente como Henry Ford. Estos sentimientos
continuaron impregnando la política de los Estados Unidos
incluso después de empezada la guerra. El gobierno de Roosevelt
rechazó alterar en lo más mínimo su política
migratoria para admitir a los refugiados judíos que huían
del Holocausto, mientras que los militares rechazaron las peticiones
de bombardear las líneas de ferrocarril que llegaban a
Auschwitz con el argumento de que constituían un "objetivo
no militar".
Aunque a los escritores de los discursos de Bush les gusta
presentar la política de los Estados Unidos en términos
de idealismo moral la lucha del bien contra el malla
constatación de la complicidad de la clase dirigente estadounidense
en general, y de la familia Bush en particular, con la Alemania
nazi demuestra que el único elemento constante es la defensa
del poder y de los privilegios de la oligarquía dirigente
por todos los medios posibles.
En los años 1930 y 1940, este primordial objetivo condujo
al abuelo de George W. Bush a establecer una relación comercial
provechosa con los Nazis. En el transcurso de los años
80, este objetivo sirvió igualmente de base para forjar
la alianzacon la decisiva intervención del anterior
presidente, el padre de George W. Bushcon los fundamentalistas
islámicos en guerra contra el gobierno afgano respaldado
por la Unión Soviética. En la actualidad, constituye
el núcleo de la política de George W. Bush: militarismo
y colonialismo en el exterior, represión y ataques sociales
en el interior de los Estados Unidos.
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