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El imperialismo en Irak: lecciones del pasado
Tercera Parte
Por Jean Shaoul
3 Julio 2003
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el autor
El siguiente artículo concluye la serie en tres partes.
Gran Bretaña le entrega a Faisal aviones bombarderos
de la Real Fuerza Aérea (RFA), escuadrones de camiones
blindados y oficiales para dirigir a los reclutas locales para
que pueda responder a todas las insubordinaciones de la población.
Los bombarderos aéreos se encargan de todas las sublevaciones.
Primero dejan caer volantes a los habitantes analfabetos de las
villas y luego bombardean las propiedades y el ganado. Usan el
bombardeo para aterrorizar a los campesinos y lograr que paguen
los impuestos.
Una de las mayores acciones ofensivas que la RFA monta toma
lugar en el sur de Irak en 1923-24. Los líderes de las
tribus cuya responsabilidad consiste en cobrar los impuestos de
los miembros semi nómadas de las tribus y de los campesinosquienes
han quedado paupérrimos porque el más poderoso de
los seis jefes ha desviado los canales de aguarehusan pagar.
Se le ordena a la RFA que bombardee la región para "fomentar
la obediencia al gobierno".
Durante dos semanas, mueren 144 y muchos más quedan
heridos. De ninguna manera es un incidente aislado. Entre 1923
y 1934, la RFA repetidamente bombardea a los kurdos de la provincia
de Mosul que se han rebelado contra la imposición de las
rentas internas y el reclutamiento militar forzado.
Un oficial que ha hecho campaña en la Frontera Noroestepor
cierto nada ajeno a la bestialidad británicaexpresa
temor que el dominio aéreo sólo empeoraría
la situación. Escribe: "Es necesario infligir
mucha crueldad innecesaria; crueldad que en muchos casos no va
a atemorizar a las tribus sino a convencerlas a que nos odien
y busquen la venganza. Esta política causa que las tribus
pierdan la fe en la justicia británica".
Pero los británicos no tienen que ver nada con la justicia.
Un informe a las Oficinas Coloniales describe un bombardeo aéreo
en el cual hombres. Mujeres y niños son ametrallados mientras
tratan de fugarse de su aldea. Los políticos aseguran que
el público británico permanezca ignorante de ello.
Sin la RFA, el régimen no puede durar mucho tiempo,
como reconoce Leo Amery, secretario colonial, quien se expresa
de la siguiente manera: "Si las órdenes del Rey
Faisal se cumplen con eficacia por todo su reino, se debe completamente
a los aviones británicos. Si los aviones abandonaran el
país mañana, toda la estructura se haría
añicos".
Pero puesto que la RFA no puede establecer la seguridad interna
normal y los británicos exigen que los recursos de la tesorería
iraquí se usen para suprimir a su propio pueblo, Faisal
se ve obligado a establecer un ejército. Este ejército
ha de servir como medio importante para avanzar y establecer una
base social autoritaria que le ofrezca al gobierno o a cualquiera
que controle dicho ejército enormes poderes dictatoriales.
El nivel de descontento social se puede ver en el hecho que hacia
finales de la década del 20, cuando - ya la RFA ya ha establecido
su control sobre las tribus en el sur de Iraqel gobierno
todavía gasta 20% de sus ingresos en el ejército
y 17% en la policía.
Luego de establecer un régimen que garantiza los abastecimientos
de petróleo, Gran Bretaña ahora puede deshacerse
del Mandato y establecer un tratado que todavía lo mantenga.
El Tratado Anglo-iraquí le concede a Irak la independencia
política formal, pero Gran Bretaña se queda con
el control de la política exterior, de la defensa y de
la económica a través de bases militares y un sistema
de asesores. Irak gana la "independencia" en
1930 y es admitida a la Liga de las Naciones como miembro pleno
en 1932. Pero aunque el fin del Mandato le da a la clase gobernante
criolla mayor libertad para hacer lo que le plazca en el interior
del país, la autoridad verdadera queda en manos de los
británicos. Y el pueblo iraquí lo sabe.
Gran Bretaña derroca a un gobierno nacionalista
Durante la década de los 30, es mucho más difícil
justificar ante el sentimiento popular la manera en que la clase
gobernante suni depende de los británicos. Los nacionalistas
iraquíes resienten que la Compañía Imperial
del Petróleo controla el petróleo iraquí
al mismo tiempo que los campesinos y los obreros de las ciudades
empobrecen más y más. La política británica
en Palestinasu apoyo al establecimiento de una patria judía,
la inmigración judía [a la región] y la supresión
de la Rebelión Árabe de 1936-39sólo
sirve para echarle gasolina al fuego.
Esto hace que varios políticos y militares iraquíes
que recientemente se habían adquirido poderes estableciendo
y derrocando a gobiernos se orientaran hacia la Alemania nazi.
Esto se debe en parte a que creen que semejante política
libraría a Irak de los odiados británicos, pero
hasta cierto punto expresa simpatía política con
el fascismo y su manera de usar el anti semitismo, que recibe
el ímpetu de la situación en Palestina y la manera
en que Gran Bretaña cultiva los financieros judíos
en Irak. La situación empeora aún más cuando
Hajj Amin al-Husseini, dirigente nacionalista palestino que había
escapado de los británicos, se aparece en Bagdad en 1939.
Los más destacados de la facción favorable a
Alemania son el nacionalista pan-árabe, Rashid Ali al-Gaylani
y oficiales del ejército apelados "El Escuadrón
Dorado". Los partidarios más prominentes de los
británicos son Nuri al-Said y el regente de Faisal II,
quien tiene sólo cuatro años de edad. El regente,
tío de Faisal II, había sido nombrado tras la muerte
del rey anti británico Ghazi en un accidente de carretera
en 1939. La opinión popular considera que los británicos
tuvieron las manos bien metidas en esta desaparición.
Según las provisiones del Tratado Anglo-iraquí
de 1930, Irak está obligado a apoyar a Gran Bretaña
y romper sus relaciones con los enemigos de ésta. Cuando
Gran Bretaña declara guerra contra Alemania en 1939, el
Primer ministro, Nuri al-Said, enseguida rompe las relaciones
con Alemania, medida inmensamente impopular. Pero no puede convencer
al gabinete que declare guerra contra Alemania o que rompa las
relaciones con Italia. En marzo, 1940, renuncia su ministerio
pero asume un puesto en el gobierno de Rashid Ali, rival pro Alemania.
Para 1940, las posiciones británicas en el Oriente Medio
se ven agobiadas cada vez más. Las tropas del eje fascista
amenazan a Egipto y al Canal de Suez. Francia cae y las tropas
francesas en Siria y el Líbano quedan bajo el dominio del
gobierno en Vichy. Con las tropas fascistas casi tocando las puertas
de Irak, Gran Bretaña teme que Alemania invada a Irak y
a Irán, de quienes depende para sus abastecimientos de
petróleo y riqueza.
Las relaciones entre Gran Bretaña e Irak se deterioran
rápidamente a medida que Rashid Ali maniobra para que Irak
adopte una actitud más neutral en la guerra, compra armas
a Italia y Japón y rehusa darle a las fuerzas militares
británicas derechos de aterrizaje y movimiento de vehículos
tal como el tratado dicta. Los británicos lo obligan a
renunciar en enero, 1941, lo cual causa un escándalo político.
Los oficiales del Escuadrón Dorado dan un golpe de estado
en abril y Rashid Ali regresa al poder. Nuri al-Said y el regente
se fugan a Transjordania.
El nuevo gobierno iraquí rehusa permitirle a los británicos
que aterricen en Basra, lo cual significa que el tratado queda
destrozado, declaran una "guerra de liberación"
contra Gran Bretaña. Los pan-árabes consideran que
esta guerra es parte un plan más generalizado para echar
a los franceses de Siria y el Líbano y ponerle fin a la
posibilidad de un estado sionista en Palestina.
Los británicos censuran a gritos las acciones del gobierno
como una rebelión y envían tropas desde Transjordania
y la India, derrocan a Rashid Ali, y restauran a Nuri al-Said
y al regente al poder. Luego, con las tropas británicas
ocupando el sur de Irak, el gobierno coopera completamente con
los esfuerzos bélicos de Gran Bretaña [en la Guerra
Mundial]. El próximo año Gran Bretaña logra
usarlo como base para invadir a Siria y a Persia, donde instala
un gobierno pro británico que apoye su participación
en la Guerra. En 1943, Nuri al-Said declara guerra contra las
potencias del Eje Fascista.
Aunque los británicos se deshacen de Rashid Ali y el
Escuadrón Dorado de manera relativamente fácil,
el régimen de corta duración adquiere bastante importancia
porque demuestra el poco apoyo popular con que Gran Bretaña
y sus colaboradores, Nuri al Said y la familia real, cuentan.
Desde ese momento en adelante, el pueblo iraquí considera
que los políticos que favorecen a Gran Bretaña son
elementos podridos. Para siempre quedan con el estigma que han
regresado al poder por medio de las bayonetas británicas.
Como Louis explica en El imperio británico y el Oriente
Medio, "El 1941 representa un punto culminante en la
historia de la época británica en Irak, y su significado
es esencial para comprender el rechazo nacionalista del tratado
de alianza con los británicos en 1948 y el fin de la dinastía
hashemita diez años después".
Gran Bretaña declina en el Oriente Medio:
1946-1958
Aunque Gran Bretaña sale de la Segunda Guerra Mundial
con su imperio en el Oriente Medio intacto, se encuentra con unas
situaciones muy diferentes a las del 1939. La manera en que el
petróleo se produzca ha cambiado dramáticamente
y ya para 1951 el Medio Oriente abastece 70% del petróleo
del Occidente. Se cree que la mayoría de las reservas petrolíferas
se concentran en Arabia Saudita y el Golfo Pérsico.
Pero al mismo tiempo que el valor de la región adquiere
mayor importancia, Gran Bretaña se enfrenta a las inquietudes
políticas de la clase obrera que se ha establecido. En
Palestina, el respaldo soviético y estadounidense al establecimiento
de un estado sionista es una manera de socavar la influencia británica
en la región. Los horrores de la tragedia del pueblo judío
a manos nazis abren las puertas al voto de la Organización
de las Naciones Unidas para dividir a Palestina y establecer la
nación de Israel. Desata la furia del mundo árabe.
En Irak, Egipto e Irán, donde en 1942 los británicos
toman acciones despóticas que repiten las que anteriormente
descargaran contra Rashid Ali, casi todas las capas sociales se
encuentran desesperadas por quitarse de encima el yugo del dominio
imperialista.
En Irak, donde los colaboradores están completamente
desacreditados, los británicos tratan de encontrar un títere
más progresista en la persona del primer ministro shiíta,
Saleh Jabr. Los británicos tienen esperanzas que éste
instituya reformas, prevenga el descontento social que le da auge
al crecimiento del Partido Comunista Iraquí, y prevenga
que el régimen sea derrocado. También tratan de
reformar las relaciones anglo-iraquíes con un nuevo tratado
que les permita mantener sus bases militares y acceso a los pozos
petrolíferos y que sirva como modelo para la reestructuración
de las relaciones en toda la región.
El gobierno laborista de Clement Attlee que está a punto
de tomar las riendas del poder esa tan inepto para asesorar el
ritmo político de Bagdad como lo es el ultra imperialista
Winston Churchill. Cuando las provisiones del tratado que Saleh
Jabr y Nuri al-Said habían acordado con Gran Bretaña
en enero, 1948tratado que habría extendido el odiado
Tratado Anglo-iraquí de 1930 otros veinte añosse
hicieron públicas, estudiantes, obreros, y gente muerta
de hambre en los pueblos se lanzan a las calles a manifestar en
contra. La policía sólo puede suprimir los motines
con una orgía de violencia que causa la muerte de casi
400 personas en un día. No obstante, el regente se ve obligado
a repudiar el tratado. Saleh Jabr renuncia y el gobierno que ahora
toma las riendas del poder desata la era de represiones más
bestiales y de ley marcial. El modelo británico para la
reestructuración de sus alianzas políticas en el
Oriente Medio queda hecho trizas.
En 1950, la ola nacionalista crece y sirve de ímpetu
para que se firme un acuerdo entre Aramcoempresa estadounidensey
Arabia Saudita para compartir los beneficios del petróleo
50-50. Lo que causa una reacción en cadena por todo el
Oriente Medio. Al año siguiente, el gobierno nacionalista
de Mossadeq en Irán toma los primeros pasos para nacionalizar
la Compañía Anglo-persa de Petróleo. Esta
acción obliga a las empresas británicas dueñas
de la CPI a compartir las ganancias 50-50 con el gobierno iraquí
o correr el riesgo de perder el petróleo y a sus títeres;
es decir, a Nuri al-Said y sus ministros.
En 1952, las bases de los intereses imperialistas de Gran Bretaña
en el Oriente Medio ya son frágiles. El rey hashemita,
Abdullah de Jordania, había sido asesinado en 1951 y su
vástago, de psicológica inestable, había
cedido el trono a su hijo de diecisiete años de edad, Hussein.
En julio, 1952, los Oficiales Libres bajo el mando formal del
general Muhamed Naguib y el mando verdadero del Segundo Lugarteniente,
Gamal Abdel Nasser, derrocan la monarquía egipcia y repudian
el Tratado Anglo-egipcio.
Este es el fondo histórico en que el apoyo de Nuri al-Said
a los británicos lo aíslan como traidor en el mundo
árabe. Se ve forzado, pues, a llevar a cabo una ola de
represión sin precedente: prohíbe todos los partidos
políticos, cierra la prensa y escoge su propio parlamento
que apruebe maquinalmente todos sus decretos. Es bajo estas condiciones
que la producción del petróleo por fin adelanta.
La producción petrolífera dobla durante los primeros
cinco años después de la guerra; los ingresos aumentan
diez veces como consecuencia de la crisis persa de 1951-53 y el
acuerdo de 50-50 con la CIP. En 1948, aumentan del 10% del Producto
Nacional Bruto y el 34% de las ganancias obtenidas a través
del comercio exterior al 28% y el 59%, respectivamente, en 1958.
Pero en vez de transformar la situación social del pueblo
trabajador común, los ingresos se destinan a desarrollos
agrícolas que favorecen a los latifundistas y al engrandecimiento
de las cuentas bancarias de los políticos corruptos.
En febrero, 1955, Nuri al-Said auspicia la alianza para la
seguridad regional (organizada por Gran Bretaña), conocida
como el Pacto de Bagdad. Asisten Turquía, Irán,
Pakistán e Irak. Éste le pone el toque final a la
red de alianzas que atraviesa la frontera en el sur de Eurasia
y cuyo objetivo es frenar a la Unión Soviética.
Representa el esfuerzo de Gran Bretaña por contrarrestar
el deterioro de su poder y quedarse con voz en los asuntos regionales.
Pero esto es tan inaceptable para los iraquíes como había
sido el tratado de 1948. Las otras naciones árabes no quieren
ver nada con ello. Nasser, presidente de Egipto que se convierte
en héroe del mundo árabe por oponerse a los británicos,
estrepitosamente critica el pacto como alimaña de Gran
Bretaña para reafirmar su dominio sobre la región
y dividir al mundo árabe.
La campaña anglo-francesa en apoyo de la invasión
israelí del Canal de Suez en 1956, cuyo objetivo es derrocar
a Nasser y restaurar el control anglo-francés de Suez,
enfurece al pueblo iraquí. Enormes manifestaciones contra
los británicos se dan por todo el país. Nadie duda,
ni siquiera por un momento, que Nuri al-Said y el regente respaldan
a Gran Bretaña. No obstante promesas formales a Gran Bretaña
para guardar las apariencias, el gobierno iraquí violentamente
suprime las manifestaciones y una vez más recurre a la
ley marcial.
Los estadounidenses, quienes siguen sus propios intereses nacionales,
obligan a Gran Bretaña a retirarse. La crisis de Suez es
un momento cumbre. Le pone humillante fin a la hegemonía
británica sobre la región. Puesto que estos sucesos
suceden no mucho después del golpe de estado dirigido por
la CIA contra Mosaddeq en Irán, los Estados Unidos se queda
en el Oriente Medio como única potencia no desafiada. Y
esto a la vez significa que los días del régimen
pro británico en Irak están contados.
Los partidos oposicionistas, inclusive el Istiqlal (nacionalistas),
el Partido Nacional Democrático, el Partido Comunista de
Irak y el pequeño Partido Baatistaextensión
iraquí del partido pan-árabe fundado en Siria -
se juntan para formar un frente de oposición nacional.
En julio, 1958, a medida que las tensiones y las manifestaciones
enormes contra el régimen aumentan, el grupo militar conocido
por los Oficiales Libres dan un golpe de estado y derrocan a los
insignificantes agentes políticos de Gran Bretaña:
la monarquía hashemita de Faisal II y el gobierno del primer
ministro, Nuri al-Said. La familia real y Nuri son asesinados.
Tan odiado es el antiguo régimen que su cuerpo desnudo
es arrastrado vejaminosamente por las calles de Bagdad y queda
echo pulpa.
Cuarenta años de explotación bestial y represión
política por parte de la Gran Bretaña y sus colaboradores
ven su fin.
El imperialismo británico había dependido de
la sumisión política de los pueblos coloniales,
del control del sistema político y de su capacidad para
prevalecer sobre, o por lo menos aplacar a, sus rivales imperialistas.
Como la historia demuestra, es sólo con la mayor dificultad
que Gran Bretaña puede mantener el dominio de Irak durante
las décadas del 20 y el 30. Hacia finales de los 40, aún
cuando Gran Bretaña ha salido de la Segunda Guerra Mundial
como la potencia militar más fuerte entre las secundarias,
ya ha entrado en decadencia total, completamente dependiente del
respaldo estadounidense para mantener sus intereses imperialistas.
Hacia finales de los 50, cuando los intereses estadounidenses
divergen de los de Gran Bretaña, Palestina, Irán,
Egipto, Jordania e Iraq la dejan en las orillas o la sacan totalmente
fuera.
Cuarenta y cinco años después, la derrota de
Saddam Hussein y el régimen batiista a manos de los Estados
Unidos y Gran Bretaña (en papel de socio menor) significa
el retorno del imperialismo puro y las represiones y explotación
más bestiales que el pueblo iraquí creía
que había destruido en 1958. Ya es aparente que muchos
de los sucesos de los últimos meses pueden haber llegado
directamente de la historia de la primera ocupación imperialista
de Irak.
Las lecciones de la historia nos muestra, en primer lugar,
que los Estados Unidoscon el respaldo de las Naciones Unidasimpondrá
una ocupación militar con la fachada de un gobierno compuesto
de emigrados corruptos, ex miembros del Partido Batiista y cualquier
persona que le facilite a las empresas estadounidenses apoderarse
de la industria petrolífera de Irak. En segundo lugar,
el hecho que los Estados Unidos está determinado a controlar
los recursos naturales más estratégicos del mundo
conducirá a más invasiones y ocupaciones.
El resurgimiento de las guerras y el colonialismo muestra,
con más fuerza que nunca, la necesidad de establecer un
amplio movimiento internacional contra el imperialismo y el militarismo.
Existe sólo una fuerza social capaz de resolver la crisis
de la humanidad que el capitalismo imperialista ha creado: la
clase obrera internacional. Ésta tienen que luchar por
su propio programa independiente: la reorganización del
mundo a base de una perspectiva socialista.
Fin
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