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Fosas comunes de Guatemala ignoradas por la prensa popular
Por Bill Vann
14 Julio 2003
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el autor
El mes pasado, los habitantes de Xiquin Sanahi, pequeño
pueblo en las alturas de Guatemala, volvieron a enterrar los restos
de 75 parientes y vecinos que el ejército guatemalteco
masacrara hace dos décadas. Lo que queda de los esqueletos
había sido exhumado el año anterior por un equipo
de antropólogos patólogos.
Una historia conmovedora acerca de la ceremonia funeral, escrito
por T. Christian Miller, apareció en el Los Angeles Times
("Por fin: otra vez la dignidad") del 26 de este junio.
Fue notable porque la prensa rara vez publica semejantes artículos.
Los medios de prensa casi han ignorado por completo estas espeluznantes
y continuas revelaciones de las horribles atrocidades perpetradas
durante las prolongadas actividades de contra insurgencia auspiciadas
por Estados Unidos.
Dado que la prensa ha cubierto ampliamente el descubrimiento
de fosas semejantes en Irakque funcionarios del gobierno
y fantoches de la prensa igualmente han proclamado como justificación
retroactiva para una guerra de agresión ilegalel
silencio casi total acerca de las fosas guatemaltecas abarca tomos
enteros.
"De los 144 cadáveres cuyo sexo se pudo determinar,
sólo siete son hombres adultos", escribe Miller. "El
resto son mujeres y niños. Se calcula que las edades eran
de entre los cinco meses y 87 años". La mayoría
fueron muertos a balazos, varios fueron muertos a palizas, y por
lo menos tres fueron decapitados.
El reportero describe como un error burocrático resultó
en que los restos de un joven de quince años, primo de
Juliana Díaz, llegaran tarde a la ceremonia, donde fueron
sacados de un sobre tipo manila y depositados en un sencillo ataúd
de pino.
"Cuando uno de los trabajadores estaba a punto de cerrar
el ataúd, Diaz lo detiene saca un pañuelo blanco
de su bolsa. Lo coloca sobre los huesos y entonces baja la tapa.
Luego explica que no quiere que su primo sufra de frío
y dice: Quiero darme la idea que esta un poco vestido'".
Estas exhumaciones y segundos entierros ocurren en toda Guatemala.
Aunque restos han sido exhumados en aproximadamente 250 cementerios
secretos, los encargados del esfuerzo dicen que hay miles de lugares
semejantes por todo el país, suficiente para mantenerlos
ocupados por diez años más.
El esfuerzo para recuperar los restos ha confirmado lo que
guatemaltecos partidarios de los derechos humanos han reclamado
por largo tiempo: que la sangrienta violencia ha sido enorme.
Por supuesto, los gobiernos de Guatemala y Estados Unidos han
desechado estas acusaciones. Por lo general ahora se concede que
más de 200,000 personasla mayor parte proveniente
de la mayoría india maya del paísfueron masacrados
por toda una sucesión de regímenes militares, o
regímenes respaldados por los militares, que representan
la oligarquía gobernante de Guatemala.
El respaldo que Estados Unidos le brindó a esta masacre
tiene sus raíces en 1954, cuando la CIA dirige un golpe
militar para derrocar al presidente Jacobo Arbenz, cuyo gobierno
electo ha entrado en conflicto con Washington al introducir una
reforma agrícola muy restringida que limita las enormes
propiedades de la United Fruit Company, cuya influencia política
es significativa. La carnicería llega a su apogeo a principios
de la década del 80, cuando la derecha guatemalteca forja
los vínculos políticos más íntimos
con el gobierno Republicano de Ronald Reagan.
Durante esos años, los militares guatemaltecos desatan
una campaña sádica"tierra abrasada"que
se basa, en gran parte, en las lecciones que sus asesores estadounidenses
habían aprendido de la Guerra de Vietnam. El ejército,
basándose en la teoría homicida que la única
manera de combatir la resistencia guerrillera es "vaciando
el mar" en el que los guerrilleros nadan, comienza a sangrar
y hacer doblegar a la población. Además de los cientos
de miles que son asesinados, más de un millón pierden
sus hogares e incontables miles sufren la tortura y el estupro.
Este no es un capítulo oscuro y cerrado en la historia
de la CIA, la cual, junto con otras agencias estadounidenses,
todavía rehúsan revelar los documentos con información
acerca de no sólo la identidad de los individuos responsables
de estos crímenes contra la humanidad, sino de los lugares
exactos donde se encuentran las cárceles y fosas comunes
secretas.
Las elecciones guatemaltecas se celebrarán en Noviembre.
El candidato del partido gobernante es Efraín Ríos
Montt, dirigente del golpe militar de 1982 que llevó a
su régimenel más despiadado en una larga sucesión
de regímenes criminalesal poder. A los 18 meses,
la junta que encabezaba llevó a cabo la mayor matanza en
toda la historia del país. Aunque la constitución
guatemalteca prohíbe que los dirigentes del golpe se postulen
para la presidencia, el Frente Guatemalteco Republicano, que actualmente
gobierna, ha llenado a la Corte Suprema con sus propios candidatos
y espera prevalecer contra los pleitos jurídicos entablados
en contra.
Varios de los trabajadores de los derechos humanos, periodistas
y sacerdotes mayas que participaron en las exhumaciones han sido
atacados y asesinados justamente antes de las elecciones. Antropólogos
patólogos que laboran en las fosas han sido amenazados
de muerte, presuntamente por aquellos implicados en las matanzas
de masas.
Vale la pena mantener en mente el caso de Guatemala cuando
examinamos como el gobierno de Bush se ha valido del descubrimiento
de fosas comunes en Irak para contestar las acusaciones que el
presidente le mintió al pueblo estadounidense acerca de
las "armas para la destrucción de masas" y lanzar
una guerra ilegal basada en pretextos falsos.
La asesora de la seguridad nacional, Condoleezza Rice, pues,
recientemente le aconsejó al público que "no
se olviden de las fosas comunes que se están descubriendo
[en Irak], que son testigos a lo que ese régimen cometió".
Otro partidario acérrimo de la guerra de Bush, el senador
Republicano John McCain, le dijo al programa de noticias ABC News:
"El día que presencié el descubrimiento de
las fosas comunes para mí fue suficiente prueba de la bestialidad
y represión de este régimen. Creo que fue el día
en que nuestra liberación de Irak se reivindicó
completamente".
Esta racionalización burda ya la había expresado
Thomas Friedmandespreciable articulista sobre asuntos extranjerosen
el New York Times del abril pasado. Friedman se expresó
en una columna, titulada "El significado de una calavera",
que se refería a una fotografía, publicada en la
primera página del Times, que mostraba una calavera desenterrada
de una fosa común descubierta en Irak.
"A mi parecer", dice Friedman, "no necesitamos
encontrar ninguna arma para la destrucción de masas para
justificar esta guerra. Esa calavera y las miles adicionales que
serán desenterradas son suficientes para mí. El
Sr. Bush no le debe al mundo ninguna explicación por qué
no se han encontrado armas químicas...¿A quién
le importa si ahora encontramos varios barriles llenos de veneno?
¿Acaso llevan mayor peso moral que esas calaveras enterradas?
De ninguna manera".
Pero este racionamiento es hipócrita y fraudulento.
Es evidente que el pueblo iraquí no comparte las opiniones
del gobierno de Bush y sus apologistas que las fosas iraquíes
legalizan la ocupación militar estadounidense. En el sur
del país, que es predominantemente shiíta, donde
se han descubierto muchas de las fosas, bien se comprende que
los restos descubiertos son víctimas no solamente del régimen
Saddam Hussein, sino también de la política de los
Estados Unidos.
Al terminar la primera Guerra del Golfo Pérsico en 1991,
George Bush padre exhortó al pueblo iraquí que se
sublevara contra Saddam Hussein. Cuando la población shiíta,
con el apoyo de los kurdos en el norte, hizo exactamente eso,
al gobierno de Bush le dio pánico. Había contado
con el golpe de las fuerzas militares de Hussein, pero éste
no se materializó.
Con miedo que la revolución se esparciera por toda la
población shiíta de la región del golfo,
Washington le dio una señal tácita al régimen
de Bagdad: lo apoyaría en suprimir la rebelión.
Como reportara en esa época el Wall Street Journal, períodico
que bien apoyara a los gobiernos de ambos Bush: "Se ha llegado
a la conclusión que hay que permitir que Saddam suprima
la rebelión...y en cuanto antes mejor. Luego de decidir
que no quería que las rebeliones en Irak continuaran, el
gobierno se mantuvo firme a medida que la matanza seguía...."
Además, el mismo régimen baatista había
alcanzado el poder por medio de un golpe respaldado por la CIA.
A lo largo de toda su carrera, el régimen de Saddam Hussein
fue un cliente muy apreciado en Washington, que apoyó no
sólo su desastrosa guerra contra Irán, sino también
la continua represión de los shiítas en el sur y
la minoría kurda en el norte.
Así pues, ¿cuál es el "significado
de esta calavera" desenterrada en Irak? Como bien lo saben
los iraquíes, el asunto es mucho más complicado
que la propaganda que Rice, McCain y Friedman fomentan para servir
sus propios intereses.
¿Y qué significa "el peso moral" de
una calavera desenterrada del suelo de Guatemala? ¿Qué
indica acerca de que la política exterior de los Estados
Unidos se dedica a la liberación de los oprimidos y al
derrocamiento de los tiranos en todas partes?
El silencio de los órganos de prensa en cuanto a las
fosas comunes de Guatemala es el silencio de la culpabilidad.
La horrible cantidad de muertos en ese país a fin de cuentas
es consecuencia de la política de los bancos y las corporaciones
estadounidenses, quienes están determinadas a destruir
toda fuerza que se oponga a su hegemonía indesafiable sobre
una región que Washington por largo tiempo ha considerado
su "patio de atrás". El mismo impulso elementalque
ahora se ha extendido al Golfo Pérsico y al mundo enteroha
llevado a las fuerzas militares de los estados unidos a ocupar
a Irak.
Este esfuerzo profundamente reaccionario para colonizar a Irak
otra vez y así asegurar la hegemonía de los Estados
Unidos sobre los abastecimientos petrolíferos de importancia
estratégica sólo puede ponerse en práctica
por medio de barbáricos de opresión muy similares
a los que se han usado en Guatemala. Esta hazaña, antes
que se le pueda poner fin, llenará muchas tumbas en Irak
y Estados Unidos.
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