EN INGLES
Visite el sitio inglés
actualizado a diario
pulsando:
www.wsws.org

Análisis Actuales
Sobre el WSWS
Sobre el CICI

 

WSWS : Español

Gran Bretaña: Tony Blair predice "situaciones peligrosas" en 2003

Por Julie Hyland
17 Enero 2003

Utilice esta versión para imprimir | Envíe esta conexión por el email | Email el autor

En su mensaje de Año Nuevo, Tony Blair, Primer Ministro británico, declaró que no podía recordar una época “en que la Gran Bretaña se enfrentaba simultáneamente a tantas situaciones tan difíciles y, en ciertos casos, hasta peligrosas”.

Además de la posibilidad de guerra contra Irak, Blair dijo que “gran parte de nuestro espionaje” indicaba que los ataques terroristas de Al Qaida continuaban siendo una amenaza; que la intensificación del conflicto entre Israel y los palestinos tenía “el potencial de causar desastres mucho más allá” de las fronteras del Oriente Medio; y que los últimos “acontecimientos referentes al programa nuclear de Corea del Norte causaban gran consternación”.

Agregó que la economía mundial también era una de las causas de la gran ansiedad. Durante 2002, la expansión económica mundial llegó a su punto más bajo desde la crisis de los precios del petróleo durante la década del 70: la producción en los países G7 disminuyó; el comercio mundial se estancó; y el precio de las acciones bajó.

Todo esto significa que “para mucha gente la inseguridad es la característica que define al mundo moderno”, situación que no mejoraría aún cuando el gobierno insista en tomar medidas que el mismo Blair admite son profundamente impopulares: el aumento del costo de la matriculación universitaria y la conversión deenfrenada de los servicios públicos en empresas privadas.

Casi toda la prensa se mostró incrédula ante el mensaje de Blair. Se preguntaba, “¿Por qué está el primer ministro haciendo predicciones tan negras y lúgubres?” Los periódicos reportaron sus comentarios bajo titulares que decían, “Feliz Año Nuevo” y “Aquí no se salva nadie”.

Varios de los partidarios más acérrimos de Blair—el periódico Guardian entre ellos han teorizado que el análisis de Blair había sido intencionalmente pesimista. Sostuvo que, al hacerle hincapié los peligros verídicos, Blair había tratado de imitar a Churchill para asegurar que su gobierno podría resolver los problemas del último momento.

No cabe duda que esa fue la impresión que el primer ministro quiso dar. Consciente de que su gobierno se enfrenta, a nivel interno e internacional, a la oposición en varios frentes, Blair enfatizó que no “habría regreso al pasado”. “Este es mi mensaje”, dijo. “Aunque las consternaciones son reales y justificadas, Inglaterra está en buena posición de enfrentarse a ellas”. Su gobierno había tomado las “decisiones correctas” y no las iba a abandonar “a pesar de que a corto plazo fueran impopulares”.

¿Hombre preparado de visión amplia? De ninguna manera. Blair se parece al chofer que, a pesar de advertírsele con tiempo que un poco más adelante pronto se estrellará contra una pila de carros chocados, repite, como para que los espíritus lo protejan, “No tengo miedo”. No obstante la situación que se le viene encima, continúa en la misma dirección a velocidad descabellada.

Esto no es simplemente consecuencia de los horizontes políticos estrechos de Blair, que son muy aparentes. Después de todo, la situación obliga la pregunta: ¿por qué un hombre con tan poca experiencia política, a quien lo anima un sentido de auto importancia tan inflado, fue elegido dirigente? Más bien, el hecho que es primer ministro indica, de manera muy particular, el carácter parasítico de la burguesía británica, que no puede salir de las crisis.

Los comentarios de Blair no salieron de la nada. Ampliamente reflejan el miedo y las ansiedades de la clase gobernante; y fue esta gente a la cual Blair se dirigió al hacer sus declaraciones de año nuevo. Quería asegurarles—prometerles—que su gobierno actuaría con firmeza.

Pero en realidad lo que el primer ministro confirmó de nuevo es que su gobierno no tiene ninguna perspectiva para resolver los problemas a que se enfrenta.

Para Blair la sabiduría política consiste en reconciliar ciertas realidades y laborar dentro de las límites que éstas imponen. Y ello significa reconocer que la influencia económica y política de la Gran Bretaña ha disminuido significantemente durante las últimas décadas.

Por lo tanto, Blair insiste que la única manera en que la Gran Bretaña puede evitar un colapso mayor y quizás recuperar—parcialmente—su vieja posición es aceptando, sin tomar en cuenta las repercusiones directas, la hegemonía indesafiable del poder militar y económico de los Estados Unidos.

Las declaraciones de Blair acerca de la guerra contra Irak aclararon este punto de manera bastante obvia. El primer ministro de nuevo trató de mantener la apariencia que la decisión para emprender la guerra todavía no se había tomado. “Saddam tiene otras opciones”, dijo. Sostuvo que Irak sólo tiene que cumplir con la ONU para evitar la guerra.

Pero Blair sabe muy bien que los Estados Unidos ya está decidido y que, no importa lo que Irak haga nada podrá prevenir la ocupación militar del país y la toma de sus campos petrolíferos. Al mismo tiempo que Blair insistía en que no se había llegado a ninguna decisión, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Gran Bretaña se preparaba a anunciar el llamado a que los soldados británicos se unieran a las fuerzas estadounidenses en el Golfo. Aproximadamente 1,500 reservistas militares han de reportarse inmediatamente y un grupo de la Marina Real, bajo la dirección de la HMS Ark Royal [Arca Real al Servicio de su Majestad] se está preparando para irse al Golfo. El gobierno ha alquilado 30 barcos para transportar vehículos blindados a la región. Todo informe indica que el convoy comenzará el viaje a su destino la semana entrante. Otros informes han reportado que a 30 hospitales, miembros de los Servicios Nacionales de la Salud, se les ha ordenado oficialmente que mantengan alas disponibles para recibir las bajas británicas que resulten de la guerra contra Irak.

Un factor ha hecho necesario el engaño de Blair: la mayoría de los británicos se opone a la guerra contra Irak y siente un profundo cinismo hacia los verdaderos motivos de los Estados Unidos. También Blair está muy consciente del miedo que muchos—y sobretodo otros países europeos—han expresado: que las acciones de los Estados Unidos desestabilizarán al Oriente Medio entero y empujarán a la frágil economía por el precipicio, causando convulsiones sociales y políticas.

Pero aún cuando reconoce el peligro, Blair insiste que es imposible eludir las órdenes de la Casa Blanca.

En un discurso que pronunció después ante una reunión sin precedentes de embajadores británicos de todos los rincones del mundo—motivado parcialmente por inquietudes que un sentimiento anti guerra cada vez más popular desestabilice los regímenes pro Occidente del Asia y del Oriente Medio—Blair reiteró que su gobierno iba a obedecer la línea de los Estados Unidos. En cambio, pidió Blair, los Estados Unidos tiene que estar listo para “prestarle atención” a su aliado más íntimo—la Gran Bretaña—y a otros poderes europeos.

No es la primera vez que Blair ha tratado de pasarse como “puente de comunicación” para asistir a formular el consenso de los poderes occidentales. En su discurso de Año Nuevo, Blair no sólo se jactó de esto, sino que también prometió en su discurso de Año Nuevo que iba a tratar de “darle la mano al mundo musulmán y árabe”. Y cuando se refirió a las continuas infracciones de las resoluciones de la ONU por parte de Israel, dijo que era contundente “avanzar el proceso de paz del Oriente Medio... porque de otra manera somos culpables de los estándares dobles de que se nos acusa”. Para este fin, anunció con gran orgullo, la Gran Bretaña, a principios de este nuevo año, auspiciará una conferencia sobre las reformas palestinas.

En pocos días este plan ya estaba en ruinas. El gobierno israelí de Ariel Sharon había declarado que no permitiría que ningún delegado palestino asistiera a una reunión en Inglaterra. El ministro de relaciones exteriores israelí, Binyamin Netanyashu, amenazó con que el plan de Blair no iba a parar en ninguna parte, pues no estaba de acuerdo con la línea establecida por los Estados Unidos, que es el aliado principal de Israel. Cuando habló con su contraparte británica, Jack Straw, Netanyashu dijo que sería prudente que Blair adoptara la línea de Bush: que “la paz no puede establecerse aliándose con dirigentes terroristas” porque éstos “sálo sirven para todo lo contrario”.

Este desacuerdo dejó en relieve la impotencia de la programática de Blair. El militarismo descabellado del gobierno de Bush, lejos de dominar a la inestabilidad mundial, la va empeorando. Y en vez de establecer intereses comunes, está poniendo en movimiento un conflicto en que cada país se va a ir contra todos.

Las insinuaciones para la economía mundial, que ya tan frágil está, serán catastróficas, pero en cuanto a este tema el primer ministro sólo podía pronunciar clichés. A pesar de pruebas que evidencian todo lo contrario, Blair insistió que la Gran Bretaña está en buena posición para hacerle frente a la tormenta.

La Gran Bretaña depende enormemente de las inversiones que provienen del comercio internacional y ya siente el impacto de una economía en retroceso que actualmente afecta a las economías principales del mundo. La Confederación de las Industrias Británicas ha advertido que el sector de la manufactura de Inglaterra está sufriendo la segunda recesión en sendos años. Y, según el último ejemplar de la revista Economic Review, la empresa de contabilidad, Deolitte & Touche, ha advertido que la expansión económica va a entrar en una situación recesionaria en que el precio de la vivienda caerá y el desempleo aumentará. Aseveró la revista que aproximadamente 250,000 trabajadores perderán sus empleos en 2003 y que el precio de la vivienda sufrirá un colapso de 20%. Del día a la noche millones quedarán paupérrimos, pues dos tercios de las personas que pagan hipotecas ya se clasifican oficialmente como pobres.

Pero el primer ministro no tiene nada que decir acerca de las medidas que su gobierno va a tomar para proteger los empleos, las pensiones y la vivienda, o siquiera defender a los servicios públicos de la tormenta que ya se viene encima. Más bien le aseguró a los grandes negocios y a los bancos que, a pesar de las consecuencias, su gobierno se mantendría firmemente en control “de una dirección bien estructurada de la economía” que “abriría los servicios públicos para ofrecer mayor diversidad”, lo cual en realidad es un eufemismo para convertirlos en empresas privadas.

El mensaje de Blair revela que su gobierno, completamente divorciado de las inquietudes del pueblo trabajador, más y más se basa en el sector cada vez menor de los super ricos. Evidentemente cree que un comportamiento refinado, con el que insiste que el pueblo tiene que prepararse para tragarse una medicina aún más agria, es todo lo que se requiere. No importa los problemas del futuro, Blair no tiene ningún concepto realista acerca de la gran oposición social y política que su programática de guerra en el extranjero y austeridad interna inevitablemente han de desatar.

Regresar a la parte superior de la página



Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved