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La "guerra contra el terrorismo": signos ominosos
para la democracia de Estados Unidos
Por Patrick Martin
3 Diciembre 2003
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el autor
La prensa estadounidense recientemente ha publicado tres comentarios
hechos por observadores con estrechos vínculos estrechos
a las fuerzas militares de Estados Unidos. Los comentarios sugieren
que un nuevo ataque terrorista de gran impacto en Estados Unidos
podría disturbar las elecciones del 2004 y causar la intervención
militar en las calles del país y también la suspensión
de la Constitución.
El viernes, 21 de noviembre, el noticiero derechista del internet,
Newsmax.com, publicó un informe sobre la entrevista del
General Tommy Franks con Cigar Aficionado, revista sobre el modo
de vida.
Franks declara que un ataque terrorista con armas para la destrucción
de masas que cause enormes bajas en Estados Unidos o contra uno
de sus aliados probablemente resultaría en que un gobierno
militar reemplace a la Constitución de Estados Unidos.
Antes de jubilarse el verano pasado, Franks, como jefe supremo
del Comando Central (CentCom), había dirigido las fuerzas
estadounidenses en la conquista de Afganistán en el 2001
y de Irak a principios del presente. En la entrevista con la revista,
puntualizó la siguiente posibilidad:
"Ello significa que existe la posibilidad que en alguna
parte del mundo occidental suceda una acción terrorista
que emplee armas para la destrucción en masa y que cause
enormes bajas. Puede que ocurra en el mismo Estados Unidos de
América y que impulse a la población a dudar de
nuestra propia Constitución y empiece a militarizar al
país para que no suceda otro evento que produzca semejantes
bajas. Lo cual, en realidad, entonces comenzaría a deshilar
la fábrica de nuestra Constitución. Dos pasos que
son muy, muy significantes".
Franks todavía es fervoroso partidario del gobierno
de Bush, a quien ha descrito como "hombre muy considerado".
Y añade que "en los años venideros probablemente
llegaremos a considerarlo héroe de Estados Unidos".
Pero según Franks, puede que sea bajo el mando de este
"héroe" que el "Mundo Occidental el
mundo librepierda lo que más estima: la libertad
que ha gozado por doscientos años durante el gran experimento
que llamamos la democracia".
El general jubilado culpa a "nuestra población"
de ser responsable de esta posible dictadura, y guardó
silencio acerca del papel que los líderes militares o el
gobierno de Bush jugaría en su establecimiento. La prensa
del país aparentemente no se ha visto obligada a poner
a estas palabras en tela de juicio desde que salieran a la luz
del día.
El terrorismo y las elecciones del 2004
La sección Outlook del Washington Post, periódico
principal de la capital de la nación, tocó este
mismo tema en una columna publicada el domingo, 23 de noviembre,
bajo el titular, "La lógica terrorista: hagamos un
disturbio de las elecciones del 2004".
El autor, David J. Rothkopf, ex funcionario del gobierno de
Clinton, ahora trabaja para la Fundación Carnegie por la
Paz Internacional, de las principales organizaciones intelectuales
de Washington.
Rothkopf bosqueja la posibilidad de ataques terroristas de
bombardeos suicidas durante la campaña electoral del próximo
otoño y que éstos puedan resultar en una movilización
completa de las fuerzas armadas. Escribe que "la historia
sugiere que ataques durante elecciones importantes es un arma
efectiva de los grupos terroristas".
Como representante del ala Demócrata de la clase gobernante,
a Rothkopf claramente le inquieta que semejante acontecimiento
sería en beneficio del gobierno de Bush. Cita ejemplos,
tales como las elecciones en Israel durante 1996, cuando bombardeos
suicidas resultaron en la victoria electoral de Benjamín
Netanyahu, del derechista Partido Likud; y las elecciones en Rusia
del 2000, que Vladimir Putín ganara luego de una serie
de bombardeos en Moscú y otras ciudades. Estos crímenes
se le atribuyeron a los terroristas Chechenos, pero la mayoría
de la población cree que fue el KGB de Putín que
llevó a cabo los ataques, o que por lo menos los permitió.
Rothkopf le hace hincapié a la relación histórica
y simbiótica que existe entre los terroristas y los fanáticos
de la derecha: "Estos fanáticos atacan de manera más
amplia, lo cual facilita que los terroristas traten de justificar
sus causas y sus métodos". Pudo haber añadido
que los terroristas son como un regalo de Dios a los fanáticos
de la derecha, quien los usa como pretexto para emplear métodos
dictatoriales.
Pero aún mucho más importante que esta lógicaque
esencialmente repite la petición de los Demócratas
por un esfuerzo internacional coordinado para darle mejor enfoque
al terrorismoson las revelaciones de Rothkopf en cuanto
a las esperanzas del Washington oficial y de las empresas del
país. En cierto momento comenta que "recientemente
presidí sobre una reunión auspiciada por CNBC [cadena
de cable] en la cual participaron más de 200 ejecutivos
de empresas y el gobierno. Muchos eran peritos en cuestiones de
seguridad y temas relacionados con el terrorismo. Casi el 75%
expresó que Estados Unidos sería víctima
de un ataque terrorista antes de concluir el 2004. Una cantidad
similar predijo que la agresión sería peor que la
del 11 de septiembre y que podría valerse de armas para
la destrucción de masas. El consenso del grupo fue que
un ataque de semejante índole engendraría mayor
apoyo al Presidente Bush".
Esta es una aseveración asombrosa. Rothkopf describe
a los integrantes de este grupo elitista como "gente seria
que por lo regular no conoce la histeria o no entra en pánico:
oficiales militares, iniciadores de política, científicos,
investigadores y demás que por largo tiempo han estudiado
semejantes temas". La gran mayoría de ellos, dice
Rothkopf, cree que un ataque peor que el del 11 de septiembrees
decir, en el cual miles, quizás decenas de miles, ciudadanos
de Estados Unidos han de perder sus vidastendrá lugar
durante el curso de la campaña electoral del 2004, y que
la fortuna política de George W. Bush recibirá grandes
beneficios de este ataque.
Acciones militares en el interior de Estados
Unidos
El papel de los militares en el espionaje interno fue tema
principal de una columna escrita por William Arkin, analista de
los militares para el Los Angeles Times. La columna apareció
en el periódico el 23 de noviembre.
Fue Arkin quien el año pasado revelara la decisión
del gobierno de Bush para cambiar la estrategia militar de Estados
Unidos, quien puso en sus miras a siete paísesIrak,
Irán, Corea del Norte, Libia, Siria, China y Rusiaque
podrían ser atacados con armas nucleares.
La columna de Arkin se publicó bajo el siguiente titular
"La misión CREEP ha llegado; fuerzas armadas de Estados
Unidos asumen mayor participación en el espionaje y las
actividades policiales en el interior del país". Ésta
examina el papel del Comando del Norte del Pentágono, centro
que recientemente se estableciera para mantener bajo control todas
las fuerzas armadas de Estados Unidos que se encuentran en Norteamérica,
inclusive en Alaska y Canadá. La columna también
incluye una entrevista con su comandante, el General Ralph E.
Eberhart, de la Fuerza Aérea.
Según Arkin, el Comando del Norte desempeña tres
categorías de actividades, cada una con mayores responsabilidades:
temporarias, de emergencia y extraordinarias. Escribe Arkin: "Sólo
es en caso de actividades extraordinarias' en el interior
del país que las acciones únicas del Ministerio
de Defensa pueden ser desplegadas. Éstas incluyen no sólo
patrullas aéreas para derribar a aviones secuestrados o
el desactivamiento de bombas y explosivos semejantes; también
incluye espías, operadores' especiales, y hasta tropas
de combate".
Arkin revela que el Comando del Norte "ya funciona bajo
la autoridad de las actividades extraordinarias', las cuales
son de largo alcance. Ello incluye la activación de toda
una serie de actividades de espionaje en contra del pueblo de
Estados Unidos:
* La decisión del Ministro de Defensa, Donald Rumsfeld,
para expandir la misión de CIFA [Actividades de Contraespionaje
en el Campo], la cual se estableció el año pasado
para proteger la "infraestructura crucial". La decisión
también le da autoridad para mantener "una base de
datos para la policía que incluye información relacionada
a posibles amenazas terroristas contra el Ministerio de Defensa".
* La asignación de agentes especiales militares a las
56 oficinas del FBI dedicadas a la Misión Unida Contra
el Terrorismo, la cual se encarga de investigar amenazas potenciales
a los militares que residen en comunidades locales dentro de Estados
Unidos.
* La decisión de Eberhart para transformar la Misión
Unida Contra el Terrorismo #6 compuesta de 160 soldados
residentes en el Fuerte Bliss, Estado de Texas, para combatir
el tráfico de drogasen una unidad para combatir el
terrorismo bajo el nombre de Interagencia Misión Norte.
El Congreso nacional inicialmente había autorizado la creación
de la Misión Unida #6 en 1996, cuando se hizo la primera
excepción a la Ley del Posse Comitatus, que prohíbe
a las fuerzas militares de Estados Unidos asumir poderes policiales
dentro del país.
La Agencia Nacional sobre el Espionaje Geoespacial, otra institución
poco conocida, actualmente junta "información urbana"que
combina datos clasificados y no clasificados sobre 133 ciudades,
así como también acerca de los puertos y cruces
fronterizospara crear una "infraestructura nacional
de información espacial". Esta información,
que Arkin describe como capaz de vigilar "a nivel de casas",
podría usarse para espiar o crear blancos para las actividades
militares.
De acuerdo a Arkin, CIFA también ha sido responsabilizada
con una misión para "juntar datos": "descifrar
la manera para procesar enormes cantidades de expedientes públicos
, comunicaciones interceptadas, cuentas de tarjetas de crédito,
etc., para encontrar actividades que merecen ser espiadas'".
Esto es casi como si se resucitara el Programa para Conocer Toda
Información, idea del Admirante John Pointdexter, infame
participante principal del escándalo Irán-Contra.
El Congreso canceló este programa a principios de año
luego de varias protestas públicas.
Arkin concluye con lo siguiente: "A escondidas del público,
el gobierno diariamente expande sus actividades militares para
incluirlas en gobiernos y actividades policiales locales que históricamente
no han sido su responsabilidad. Y no parece una fantasía
imaginar que aquellos quienes han sido responsabilizados con juntar
información acerca de actividades que merecen ser
espiadas' , lentamente comenzarán a combinar información
acerca de terroristas conocidos con listas aparentemente inocuas
de personas que contribuyen a causas caritativas, que listas de
los socios de organizaciones activistas serán incluidas,
y que nombres y datos personales de manifestantes contra la mundialización
también aparecerán en esta mina de datos'.
Después de todo, la misión del Comando del Norte
y de otras agencias del Pentágono consiste en identificar
grupos e individuos que potencialmente podrían presentar
una amenaza a las instalaciones civiles del país y del
Ministerio de Defensa mismo".
He aquí, pues, un vistazo a la verdadera situación
de Estados Unidos justamente antes de las elecciones del 2004.
Amplios ámbitos de la clase gobernante anticipan un enorme
ataque terrorista que animaría las fortunas políticas
del tambaleante gobierno de Bush o que conduciría a la
suspensión de las elecciones y al establecimiento de un
gobierno militar. Y los propios militares de Estados Unidos ya
activamente se preparan para esta posibilidad: alistan las tropas
para que participen en actividades que hasta ahora habían
sido consideradas responsabilidad de los cuerpos policiales locales
y al mismo tiempo se encuentran juntando información acerca
de adversarios políticos potenciales.
La pregunta que sigue de todo esto es obvia: dadas las consecuencias,
¿no le convendría a los intereses políticos
del gobierno de Bush o a ciertos sectores de la maquinaria militar
y de espionaje engendrar semejante ataque terrorista? ¿O
por lo menos hacerse los ciegos para asegurar que ocurra otro
acontecimiento más o menos parecido al del 11 de septiembre?
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