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Se intensifica oposición a Estados Unidos en Afganistán

Por Peter Symonds
4 Diciembre 2003

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En Afganistán han ocurrido varios incidentes que ponen en relieve la precaria posición de las fuerzas militares de Estados Unidos en el país. Aunque los ataques armados no tienen la misma intensidad que los de Irak, la resistencia a la presencia militar de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán aparentemente está creciendo.

El domingo pasado cinco soldados estadounidenses fueron muertos y otros ocho sufrieron heridas graves cuando el helicóptero en que iban chocó en las afueras de la base aérea Bagram, al norte de ciudad capital de Kabul. El Pentágono todavía está investigando el accidente, pero ha expresado que puede que un fallo del motor puede haber causado el accidente. Habitantes de la aldea le comunicaron a la prensa que habían escuchado una tremenda explosión y también presenciado la cola cayéndose del helicóptero antes de éste estrellarse contra el suelo y reventar en llamas.

Los soldados participaban en Operación Resolución de la Montaña, extensa ofensiva lanzada el 7 de noviembre en una remota región montañosa en las provincias de Nuristán y Kunar, cerca de la frontera con Pakistán. Gozando del respaldo de helicópteros y aviones de guerra, las tropas estadounidenses están tratando de atrapar y matar a grupos de combatientes esparcidos por la región que, según se rumora, son aliados del régimen de los Talibanes, de Al Qaida, y del ex primer ministro, Gulbuddin Hekmatyar.

El día del accidente del helicóptero, dos soldados de Estados Unidos fueron heridos. Uno perdió la pierna cuando el camión Humvee en que iban le pasó por encima a una mina o explotó debido a un dispositivo controlado por remoto. La emboscada tuvo lugar cerca del pueblo de Shkin, donde se ubica una base militar de Estados Unidos cerca de la frontera que divide a Afganistán y Pakistán. Patrullas del ejército estadounidense en la región por lo regular son atacadas por fuego enemigo. De acuerdo al Pentágono, de las diez muertes ocurridas en combate en Afganistán este año, nueve han tenido lugar cerca de Shkin. Cinco murieron en las últimas ocho semanas, además de las cuatro de soldados afganos.

Un tercer indicidente sucedió el mismo día en Kabul. Una explosión afuera del Hotel Intercontinental rompió ventanas y daño una pared, pero no causó ninguna baja. La explosión fue muy significativa, pues los ataques en la capital, que la patrullan 5,500 tropas de la Fuerza Internacional para la Asistencia y la Seguridad, son relativamente raros. De acuerdo a varios informes de la prensa, un vocero de los Talibanes asumió responsabilidad por la explosión y advirtió que habrían mayores ataques contra los extranjeros que residen en Afganistán.

Justamente la semana pasada, un trabajador refugiado de 29 años de edad fue muerto cuando dos hombres armados montados en motocicleta abrieron fuego contra el vehículo de las Naciones Unidas en que iba. El incidente ocurrió en el mismo centro de la capital provincial de Ghazni. El asesinato tuvo lugar luego de una series de ataques contra agencias de la ONU, inclusive un carro bomba afuera de la estación de la ONU en la ciudad de Kandahar, al sur. Funcionarios de la ONU en Kabul anunciaron el 18 de noviembre que iban a suspender toda asistencia a los refugiados que regresaban de Pakistán y a sacar del sureste del país a todos los trabajadores de asistencia extranjera.

Todos estos ataques siguen mostrando que la oposición a la presencia de Estados Unidos y sus aliados está desarrollándose, sobretodo entre la mayoría Pashtun en el sur y el este del país, donde se basaban los Talibanes. Un artículo en el Observer, basado en el Reino Unido, notó lo siguiente el 16 de noviembre: Los Talibanes se están extendiendo rápidamente. El gobernador alterno de Kabul admite que la mayor parte de su provincia ahora la controla la milicia. La mayor parte de la provincia Oruzgan y aproximadamente media provincia de Kandahar actualmente se encuentran fuera del alcance de las autoridades del gobierno. Aún en zonas presuntamente leales existen muchos que son leales al líder de los Talibanes, Mullah Omar.

Un artículo de último momento en la página web del Asia Times señala que los Talibanes están reclutando activamente a los refugiados afganos y a otros jóvenes que asisten a las escuelas religiosas musulmanas (madrazas) en regiones fronterizas con Pakistán. Las hostilidades contra Estados Unidos han evolucionado agudamente, sobretodo tras la invasión de Irak, en una población con íntimos vínculos étnicos y tribales con las cercanas regiones Pashtun de Afganistán. En las últimas elecciones, la alianza de partidos islámicos fundamentalistas—Muttahida Majlis-I-Amal—efectivamente ganó control de dos provincias fronterizas de Pakistán: Baluchistán y la Provincia del Noroeste.

A pesar de las exigencias de Washington y Kabul, los militares paquistaníes han tenido poco éxito en cerrar la larga y escabrosa frontera con Afganistán. Además, como puntualiza el Asia Times, los Talibanes y otros grupos anti americanos ya no dependen de emboscadas guerrilleras al pasar de un país al otro. Así es como los guerrilleros Talibanes funcionaban inicialmente, cuando se guarecían en Pakistán para meterse en Afganistán y atacar repentinamente, pero ya es imposible vigilar la frontera. Y ahora que han logrado varios éxitos, han podido establecer más bases permanentes dentro del país. La tendencia hoy día es huir a Pakistán en casos de emergencia, o para ganarse nuevos reclutas.

Los ataques de las milicias oposicionistas también parecen mejor organizados y más osados. El 11 de noviembre, hombres armados de la oposición lanzaron un ataque contra un convoy de cinco vehículos blindados que se había detenido en una carretera bloqueada al sur del aeropuerto de Kandahar. Regresaban de Pin Rodak cerca de la frontera con Pakistán. Un soldado rumano resultó muerto y luego murió otro de sus heridas. Rumania ha brindado 450 tropas para fortalecer los 8,500 soldados estadounidenses que se encuentran en Afganistán.

Los ataques llevados a cabo por las milicias son sólo un síntoma de la amplia hostilidad hacia la presencia militar de Estados Unidos y su régimen títere en Kabul. Las razones no son difíciles de explicar. Toda esperanza que la intervención de Estados Unidos traería la paz y la prosperidad luego de 20 años de guerra ya hace tiempo que mordió el polvo. Dos años después de los militares estadounidenses y sus aliados derrocar el régimen de los Talibanes, el país sigue en un pantano de pobreza y el atraso económico. Fuera de Kabul, los jefes guerreros, los jefes de las tribus y los comandantes de las milicias han forjado sus pequeños imperios, donde imponen sus propias leyes y despiadadamente eliminan a toda oposición.

Hasta en Kabul se puede ver una línea divisoria obvia entre la mayoría de la población y una pequeña minoría que ha encontrado la prosperidad luego de los Talibanes ser despojados del poder. Un artículo reciente en el Christian Science Monitor señala que los salarios de los maestros solamente llegan de los $35 a los $40 mensuales. Tristemente, sólo varios maestros han podido recibir esta pequeñísima en poco más de un año. En lugares como Kabul, donde el alquiler de apartamentos ha volado a más de $1,800 mensuales, tales salarios ni siquiera permiten que se puedan comprar los alimentos básicos.

El domingo pasado, soldados abrieron fuego contra ex oficiales y miembros del personal del ejército. Se manifestaban afuera del edificio del Ministerio de Defensa para exigir tres meses de salarios que todavía no habían sido pagados. Un hombre fue muerto y por lo menos tres otros sufrieron heridas en la batalla. Más de 50,000 personas, inclusive los oficiales, perderán sus empleos como consecuencia de la nueva estructuración de las fuerzas militares. Aproximadamente 20,000 ya han sido despedidos este año.

Esta crisis social, que cada vez se ahonda más, y que las limosnas de la ayuda internacional no han hecho nada para mejorar, impulsa el descontento y oposición contra el régimen de Karzai, a quien Estados Unidos respalda. Las condiciones son muy semejantes al colapso político y a la anarquía a principios de la década del 90 que terminaron en la creación de los Talibanes con el respaldo de Pakistán y el apoyo tácito de Estados Unidos. No es nada sorprendente que los Talibanes y otras milicias oposicionistas se tornen más osadas.

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