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La economía política del militarismo estadounidense
Segunda Parte
Por Nick Beams
5 Agosto 2003
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el autor
Esta es la conclusión del informe de apertura de
la conferencia de la World Socialist Web Site y el Partido Socialista
por la Igualdad (PSI). La conferencia, Lecciones políticas
de la guerra contra Irak:como la clase obrera internacional puede
avanzar, tuvo lugar en Sydney, Australia, del 5 al 6 de
julio del presente. Nick Beams, miembro del comité de redacción
de la WSWS y secretario nacional del PSI en Australia, presentó
el informe. Ambas partes fueron publicadas en inglés el
10 y 11 de julio.
Aunque el colapso de la Unión Soviética hizo
posible que Estados Unidos tratara de realizar los objetivos estratégicos
que por tanto tiempo había deseado, simplemente no podemos
culpar a las razones políticas oportunistas por la explosión
de la violencia imperialista.
Grandes cambios en las relaciones internacionalesen la
misma estructura del orden mundial capitalista, pues ese es el
tema que aquí tratamostienen sus orígenes
en las bases económicas del sistema capitalista y, a fin
de cuentas, expresan las profundas contradicciones que en él
existen.
Esto nos presenta una dificultad: ¿cómo podemos
comprender y aclarar la relación entre las fuerzas económicas
que impulsan al sistema capitalista y a los procesos históricos?
En el caso de la guerra contra Irak, muchos adversarios, inclusive
la World Socialist Web Site correctamente han señalado
que el petróleo ha jugado un papel decisivo. No cabe duda
que el establecimiento de la hegemonía mundial por el imperialismo
estadounidense necesita dominar los abastecimientos mundiales
del petróleo, sobretodo en el Oriente Medio. Pero una vez
que decimos esto, sin embargo, debemos enfatizar que las fuerzas
económicas centrales que impulsan a esta guerra y a la
campaña mayor aún por la hegemonía mundial
van mucho más allá del petróleo. Más
que nada están arraigadas en la crisis histórica
del capitalismo mismo.
Para mostrar esto, tenemos que examinar la relación
entre los procesos que toman lugar en el mismo corazón
del sistema de producción capitalista, sobretodo las leyes
que rigen la acumulación de las gananciaso beneficiosy
la trayectoria del desarrollo histórico.
Pero con esto no quiero sugerir que cada acontecimiento histórico
tiene su origen directo en intereses económicos. Más
bien nuestra labor consiste en mostrar como los procesos económicos
han influido cada época histórica y dado origen
a los problemas que entonces son resueltos en la esfera política.
Si analizamos el movimiento económico de la economía
capitalista, lo que primero percatamos es como el ciclo comercial,
evidente desde principios del Siglo XIX, funciona: la prosperidad
seguida por las crisis, las recesiones, el estancamiento y las
recuperaciones.
Pero si damos un paso atrás para ver más ampliamente,
veremos que, además del ciclo comercial de corta duración,
existen procesos de mayor duración que le dan forma al
ambiente económico de épocas enteras.
La prosperidad que resultó después de la Segunda
Guerra Mundialentre 1945 y 1973es cualitativamente
distinta al período actual. Del mismo modo, el período
entre 1873 y 1896 es diferente al período entre 1896 y
1913. El primero ha pasado a la historia como la Gran Depresión
del Siglo XIX; al segundo se le conoce como la Bella Época.
Y, claro, este período fue fundamentalmente diferente al
de las décadas del 1920 y el 1930 a pesar de todos los
esfuerzos de los gobiernos capitalistas para retornar al período
de expansión anterior a la guerra.
¿Cuál es, pues, la base económica de estas
fases, o segmentos, de mayor duración en lo que Trotsky
llamara la curva de la evolución capitalista?
Se arraigan en procesos fundamentales. El ímpetu de
la economía capitalista es la extracción de la plusvalía
creada por la clase obrera. Esto es el capital acumulado en forma
de ganancias (beneficios). La producción capitalista, hemos
de enfatizar, no es para el consumo humano, ni tampoco para la
expansión de la economía como tal, sino para las
ganancias, las cuales forman las bases para la acumulación
capitalista. La tasa en la que esta acumulación puede tomar
lugar, si se mide ampliamente por la tasa de ganancias, es un
índice clave de la salud de la economía capitalista
y su regulador general.
Los períodos de ascendencia en la curva de la evolución
capitalista se caracterizan por un régimen o método
de producción que aseguran la acumulación a paso
nivelado. El ciclo comercial no deja de funcionar durante estos
períodos. Es más; funciona de tal manera que le
da auge a la ascendencia. Las recesiones barren con los métodos
de producción menos eficaces, dando así paso a procesos
mucho más avanzados que laboran para aumentar la tasa de
ganancias. Por lo tanto, durante épocas de ascendencia,
los períodos de prosperidad son más prolongados.
Las recesiones son más cortas, y cuando cesan terminan
por abrirle paso a una expansión aún mayor.
Durante los períodos contracción, sin embargo,
vemos lo contrario. Los períodos de prosperidad duran menos
y son más débiles; los períodos de recesión
y de estancamiento son más profundos y de mayor duración.
Transiciones económicas
El problema que ahora se plantea es el siguiente: ¿Cuál
es la causa de la transición entre una etapa de desarrollo
y la otra? A medida que procede la acumulación de capital,
y la masa de capital aumenta en relación a la mano de obra
que le dio ímpetu, la tasa de ganancias (beneficios) tiende
a caer. Esto se debe a que la única fuente de la plusvalía,
y, a fin de cuentas, de todas las ganancias es la mano de obra
viva de la clase obrera. Esta mano de obra viva declina en relación
a la masa de capital que la obliga a expandirlo. Por supuesto,
esta tendencia puede superarsey se lograpor medio
del aumento en la productividad de la mano de obra. Sin embargo,
dado cierto régimen o sistema de producción, se
llega al punto en el que la productividad ya no puede aumentar
más, o por lo menos al punto en que los aumentos son tan
insignificantes que no pueden contrarrestar la tendencia de la
tasa de ganancias a disminuir. Es en este momento que la curva
de la evolución capitalista comienza su descenso.
Este análisis indica las situaciones necesarias para
asegurar el ascenso. Éste sólo puede tomar lugar
con el desarrollo de nuevos métodos que cambian la índole
del proceso de producción mismo. Es decir, estos métodos
representan un cambio cualitativo, no cuantitativo. Nos vienen
a la mente varios ejemplos: Durante los últimos 25 años
del Siglo XIX, la llamada Revolución Industrial, en la
que se originaron los métodos de la producción en
masa, eventualmente llevó a un nuevo ascenso que comenzó
a mediados de la década del 1890. Anteriormente durante
el mismo siglo, el uso del vapor y el desarrollo de la industria
ferroviaria abrieron nuevos y enormes mercados. El ascenso que
resultó terminó en las condiciones depresivas de
las décadas del 1830 y 1840 y creó las condiciones
para la prosperidad de la era victoriana que siguió a mediados
de siglo.
El ejemplo más extraordinario de la transición
de un período descendente a uno ascendente en la curva
capitalista es la prosperidad que apareció tras la Segunda
Guerra Mundial. Esto fue consecuencia de la completa reconstrucción
de la economía europea y la extensión de métodos
de producción más avanzados, sobretodo la cadena
de montaje, desarrollados por los estados Unidos durante las primeras
dos décadas del siglo. Estos métodos, que tenían
el potencial de expandir el capitalismo debido al enorme aumento
en la plusvalía que producían, no podían
aplicarse en la Europa del medio siglo. El mercado era demasiado
restringido, limitado por las fronteras, las tarifas protectoras
y los carteles que restringían la producción.
Por consiguiente, la clave a la reconstrucción tras
la guerra no fue sólo los $13 billones de capital que los
Estados Unidos invirtió a través del Plan Marshall,
sino también la reconstrucción del mercado: la abolición
progresista de las barreras internas en la Europa misma. Lo cual
posibilitó el desarrollo de nuevos métodos más
productivos. El resultado fue la ascendencia de mayor duración
en la historia del capitalismo mundial.
Pero es Época de Oro no resolvió
las contradicciones de la economía capitalista, las cuales
inevitablemente reventaron otra vez más cuando las tasas
de ganancias comenzaron a caer junto con la aparición de
una profunda recesión y torbellinos financieros. El comienzo
de la década del 70 marcó un nuevo período
de descendencia en la curva del desarrollo capitalista.
Esta descendencia define el contexto para la vasta y continua
reorganización y reestructuración de la economía
capitalista mundial durante los últimos veinticinco años.
Sectores enteros de la industria de los países capitalistas
principales han sido clausurados, nuevas tecnologías basadas
en la computadora se han introducido, y, de mayor importancia
aún, nuevos sistemas de producción e intercambio
de información han sido desarrollados, lo cual ha hecho
posible que el proceso mismo de producción se haya mundializado.
Junto con estas transformaciones se ha producido una ofensiva
sin fin contra la posición social de las masas trabajadoras:
la reducción continua de los salarios reales; la destrucción
de los empleos en jornada completa y su reemplazo por empleos
en basa parcial o casuales; las reducciones en los servicios para
la salud, la educación escolar y sociales. Todo esto en
conjunto con la conversión de lo que antes eran servicios
públicos en empresas privadas.
En los antiguos países coloniales, las últimas
dos décadas han presenciado la destrucción de los
viejos programas para el desarrollo de las economías nacionales
y la imposición de ajustes estructurales que el Fondo Monetario
Internacional los obliga a cumplir en nombre de los bancos internacionales
principales. De tal modo se ha creado una situación donde
hoy día, por ejemplo, el África del sub Sahara paga
más dinero en deudas que lo que gasta en la salud y la
educación escolar juntos.
Todas estas medidas tienen como objetivo el aumento de la masa
de ganancias. Pero éstas han fracasado en producir una
nueva ascendencia del capitalismo. Analicemos la medida clave:
la tasa de ganancias. Se calcula que desde 1950 hasta mediados
de la década del 70, la tasa de ganancias en los Estados
Unidos declinó de 22% a aproximadamente 12%, lo cual significa
una caída de casi 50%. Desde entonces solamente ha recuperado
casi un tercio de la caída anterior, a pesar del hecho
que los salarios reales probablemente han disminuido en 10%. Luego
de ascender durante un breve período a mediados de la década
del 90, otra vez ha caído estrepitosamente desde 1997 en
adelante.
[Gráfica reproducida de Teoría marxista
de las crisis y la economía de los Estados Unidos después
de la Guerra, por Fred Mosely, del tomo, El anti capitalismo:
introducción al marxismo, editado por Alfredo SaadFilho,
página 212]
El capitalismo durante la década del 90
Demos un paso atrás y veamos para ver un panorama más
amplio del capitalismo mundial durante la década del 90.
Los voceros de la clase capitalista recibieron el colapso de la
Unión Soviética con un coro triunfalista. ¿Pero
cómo le ha ido al capitalismo durante la última
década y media?
Aquí no hay ninguna ambigüedad; la verdad es que
ha empeorado dramáticamente. En los Estados Unidos, la
capacidad industrial sólo llega alrededor del 72%. Las
inversiones no muestran seña que van a aumentar, y la economía
sólo se puede sostener por lo que se puede llamar un programa
para mantener la tasa de interés en cero, impuesto por
el Banco Federal de Reservas. Se teme que la economía reviente.
El déficit federal es de $300 billones y no deja de aumentar
a cada momento. La mayoría de los gobiernos se encuentran
al borde del precipicio. El déficit en el balance de pagos
para los $500 billones y amenaza con aumentar aún más.
Para poder financiar el déficit de pagos, Estados Unidos
tiene que chuparle al resto del mundo $1 millón
cada minuto durante las veinticuatro horas del día todos
los días.
Japón ahora entra su segunda década de estancamiento
económico a medida que aumentan las dudas acerca de la
viabilidad de sus bancos principales e instituciones financieras.
En Europa, la expansión de la economía casi ha cesado.
Alemania está al borde de la recesión o ya se encuentra
en ella.
Para que no se me acuse de exagerar la situación, permítanme
citarles una crítica de la economía mundial por
uno de sus más famosos economistas, quien trabaja para
Morgan Stanley: Los desequilibrios mundiales nunca han sido
más agudos. La deflación mundial nunca ha corrido
mayor riesgo. Y desde Japón hasta los Estados Unidos ha
habido una intersección extraordinaria de burbujas de bienes.
Además, a las autoridades nunca les ha faltado tantas armas
convencionales para resolver los problemas.
Los políticos, continúa [el economista] han concentrado
sus esfuerzos en la situación, pero sus declaraciones
públicas, llenas de optimismo, traicionan las profundas
inquietudes que expresan en privado. La verdad es que no existen
remedios a prueba de fracaso que puedan resolver los múltiples
peligros de desequilibrios externos, riesgos deflacionarios, y
los terremotos que siguen cuando la burbuja revienta. Además,
la índole de los debates en los ámbitos principales,
donde se formulan los programas para la política de la
economía, son sintomáticos de lo desesperado
que las cosas están y refleja una mentalidad
que no se ha visto desde la década del 30, lo cual
a la vez refleja peligros para la economía mundial
no vistos en la era moderna (Stephen Roach, Un momento
histórico, 3 de junio, 2003).
En su último informe sobre la economía mundial,
el Banco Internacional de los Convenios hace constar que, a pesar
del los enormes programas para estimular [la economía]
que se han establecido en muchas partes del mundo, las esperanzas
acerca de la economía mundial repetidamente han quedado
en la desilusión, lo cual ha resultado en que se le preste
mayor atención a la posibilidad que puede que fuerzas
más profundas se estén despertando.
Se tendría que concluir, según esta lógica,
que las predicciones capitalistas a principios de la década
del 90 para una nueva época de paz y prosperidad mundial
fueron un poco exageradas.
Estos fenómenosla deflación que se ahonda,
el estancamiento que persiste, la especulación financiera
y el robo desnudo, la sobre capacidad industrial, los enormes
desequilibrios económicosson todos síntomas
diferentes de una aguda crisis en el mismo proceso de acumulación
capitalista. Es decir, el descenso en la curva de la evolución
capitalista que comenzó hace treinta años, a pesar
de todos los intensos esfuerzos para ponerlo en reversa, se ha
empinado aún más, lo cual significa que existe una
crisis en el mismo corazón de la economía capitalista.
Además, esta crisis se concentra en la economía
más poderosa de todas: Estados Unidos. Esta es la mecha
de la explosión capitalista.
Debemos recordar las palabras proféticas de Trotsky,
escritas hace más de 70 años, cuando Estados Unidos
comenzaba su ascendencia mundial. Una crisis en Estados Unidos,
explicó, no resultaría en la retaguardia. El
caso es todo lo contrario. Durante un período de crisis,
la hegemonía de Estados Unidos funcionará de manera
más completa, más abierta, y más despiadadamente
que durante un período de prosperidad. Estados Unidos tratará
de vencery extirparse de sus dificultades y malesa
expensas de Europa, no importa que esto ocurra en Asia, Canadá,
América del Sur, Australia o en la Europa misma, o si ocurre
por medio de la paz o la guerra (Trotsky, La tercera
internacional después de Lenín, pág.
8).
La economía política de la renta
Para captar más claramente las fuerzas que impulsan
al imperialismo estadounidense y a sus planes para establecer
el dominio mundial, también tenemos que considerar, aunque
sólo sea un bosquejo, varias de las relaciones fundamentales
que rigen la economía capitalista.
La única fuente de la plusvalíala base
de la acumulación del capitales la mano de obra viva
de la clase obrera internacional. La plusvalía se distribuye
entre las varias formas de propiedad como ganancia industrial,
interés y renta. Cuando usamos la palabra distribución
no queremos dar la idea es un acto pacífico. Toma lugar
a través de una lucha implacable por los mercados y las
materias primas.
Es en este proceso que la renta juega un papel importantísimo.
Renta no se refiere sólo a la acumulación
de la riqueza por medio de las propiedades de tierras. Por lo
general se refiere a los ingresos que provienen de la propiedad
monopolista de cierta materia prima, o por medio del poder político.
Los ingresos acumulados por la renta acumula no significa que
alguna riqueza se haya creado. Más bien es la manera en
que uno se adueña de la plusvalía ya creada por
los derechos propietarios o por medios políticos. Es la
cantidad que se le resta a la plusvalía de la cual el capital
en general dispone. Existe, pues, un antagonismo potencial entre
el dueño de la renta y el capital.
Durante una ascendencia de la curva de la evolución
capitalista, cuando las ganancias aumentan o han alcanzado niveles
bastante altos, la importancia de la renta no es tanto. Pero la
situación cambia dramáticamente cuando la curva
capitalista desciende y las tasas de ganancias comienzan a declinar.
Es entonces que la renta es intolerable para los sectores dominantes
del capital financiero e industrial, quienes gritan con alaridos,
¡Por la libertad del mercado!, a medida que
se esfuerzan por desviar los ingresos destinados al propietario
de la renta.
La economía política de la renta adquiere significado
muy pertinente a la guerra actual y a los esfuerzos del imperialismo
estadounidense para quedarse con los recursos de Irak. Los partidarios
de la guerra trataron con menosprecio las acusaciones que la guerra
se había lanzado para asegurar el petróleo, pues
los intereses de los Estados Unidos fácilmente podían
comprar el petróleo iraquí en el mercado internacional.
Además, sostenían que si el petróleo era
la razón, los Estados Unidos habría tratado de suspender
las sanciones y resumido la producción petrolífera
de Iraq, aumentando así los abastecimientos de los mercados
mundiales y bajando el precio en beneficio a los compradores de
petróleo.
Estas racionalizaciones sólo sirvieron para encubrir
que el petróleo en sí no es el ímpetu económico
fundamental, sino los enormes diferenciales en la renta que surgen
en la industria petrolífera debido a los cambios en las
condiciones naturales. Es decir, la conquista de Irak no se llevó
a cabo para poner gas en los vehículos deportivos utilitarios
(SUVs). Más bien bien fue para destinar mayores ganancias
y plusvalía a las empresas estadounidenses.
Podemos obtener más o menos una idea de lo que está
disponible si examinamos la economía de la producción
petrolífera de Irak Se ha comprobado que las reservas totales
de petróleo de Irak llegan aproximadamente a más
de 200 billones de barriles. Es posible que esta cantidad suba
a 400 billones. Lo atractivo de estas reservas es que no cuesta
mucho extraerlas y que producen una enorme renta diferencial.
De acuerdo al Ministerio sobre Asuntos Energéticos de
los Estados Unidos, Los costes de la producción petrolífera
de Irak se encuentran entre los más bajos del mundo, lo
cual es bastante atractivo para quienes desean explotarlo.
Se calcula que un barril de petróleo iraquí puede
producirse por menos de $1.50 y quizás hasta por $1. Se
compara bien a los $5 en otras regiones que cobran precios bajos,
tales como Malasia y Omán, y a los entre $6 y $8 por barril
que México y Rusia cobran. El coste de la producción
en el Mar del Norte es entre $12 y $16 el barril, y en los campos
petrolíferos de Estados Unidos mismo el coste puede llegar
a $20.
Si se presume que el precio del petróleo en términos
reales es aproximadamente $25 por barril, las reservas totales
de Irak, luego de restarle el coste de producción, entonces
valen aproximadamente $3.1 trillones (Ver El petróleo
de Irak: corazón de la crisis, por James A. Paul, en
el Foro sobre la política mundial, diciembre,
2002).
A principios de la década del 70, cierta cantidad de
naciones productoras de petróleo, incluyendo a Irak, nacionalizaron
sus industrias petrolíferas. Ello significó que
una gran porción de las rentas disponibles pasaron a manos
de los regímenes burgueses nacionales de estos países.
Crearon una situación aún más intolerable
para las potencias imperialistas principales.
Durante la última década y media ha surgido una
ola de privatización por todo el mundo, inclusive en los
países ex coloniales, como parte de los programas de reestructuración
dictados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hasta ahora
el petróleo no ha sufrido ese destino, pero ya está
en los planes. Durante los últimos días del gobierno
de Clinton, por ejemplo, el Congreso de Estados Unidos condujo
llevó a cabo una investigación bajo el título,
La política de la OPEP [Organización de Países
Exportadores de Petróleo] representa una amenaza a la economía
de Estados Unidos. El presidente a cargo de la investigación
acusó ferozmente al gobierno de Clinton por permanecer
extraordinariamente pasivo ante las continuas agresiones
de la OPEP contra nuestro libre mercado y nuestros reglamentos
anti monopolistas (Ver ¿Qué significa
que no debemos derramar sangre por el petróleo'?,
por George Caffentzis).
Un análisis de estos temas sobre la economía
enfoca, de manera más clara, exactamente lo que se quiere
decir con cambio de régimen. Tiene mayor significado
que simplemente quitar a ciertos individuos de sus puestos; individuos
que en otra ocasión fueran aliados muy favorables a Estados
Unidos, que ahora se ha convertido en su adversario. Un cambio
de régimen significa la reestructuración total de
la economía.
Richard Haass, hasta hace poco director de la sección
para la Planificación de la Política del Ministerio
de Relaciones Exteriores, lo escribió bien claro en su
libro, Intervención, donde insiste que la fuerza
por sí solao simplemente sacar a individuos de sus
puestosno es suficiente y no resultaría en ningún
cambio político concreto. La única manera
de crear mejores posibilidades para lograr semejante cambio es
por medio de intervenciones bastante intrusas, digamos como la
estructuración de la nación, lo cual significa,
primero que todo, la liquidación de toda oposición
y luego el tipo de ocupación que permita la reestructuración
fundamental para la creación de otra sociedad (citado
por John Bellamy Foster en su artículo, Los Estados
Unidos imperialista y la guerra, en Monthly Review,
mayo, 2003).
En discursos recientes, Haass ha explicado que en el Siglo
XXI el primer objetivo de la política exterior de
Estados Unidos es lograr que países y organizaciones participen
en pactos que logren crear un mundo que defienda los intereses
y los valores de Estados Unidos. Según Haass, los
países, sobretodo en el Oriente Medio, a que se refiere
como sistemas económicos cerrados... presentan un
peligro y es por eso que Bush ha propuesto la creación,
antes de terminar la década, de una zona libre de comercio
entre Estados Unidos y el Oriente Medio.
El significado de esta política de tierra arrasada se
pude ver en el caso de Irak, donde las empresas estadounidense
se han puesto en fila para recibir sus ganancias de la venta del
petróleo iraquí. Entre éstas se encuentran:
Halliburton: contrato, vigente por dos años, cuyo
valor llega a un máximo de $7 billones para luchar contra
los fuegos en los campos petrolíferos y para explotar y
distribuir el petróleo del país; Kellogg, Brown
and Root: contrato de $71 millones para reparar y hacer funcionar
los pozos de petróleo; Bechtel: contrato inicial
de 34.6 millonespero que puede llegar a los $680 millonespara
la reconstrucción de plantas eléctricas y sistemas
de acueducto; MCI WorldCom: contrato de $30 millones para
el establecimiento de una red de comunicación inalámbrica;
Stevedoring Services of America [Servicios de Estibadores
de los Estados Unidos]: contrato valorado en $4.8 millones, vigente
por un año, para dirigir y reparar los puertos del país,
inclusive el puerto de aguas profundas de Umm Qasr; ABT Associates:
contrato inicial de $10 millones para proveer apoyo a los servicios
de higiene y salud; Creative Associates International:
contrato inicial por $1 millóny que podría
llegar a $62.6 millones para resolver las necesidades educativas
urgentes de las escuelas primarias y secundarias; Dyncorp:
contrato posiblemente valorado en $50 millones para asesorar al
gobierno iraquí sobre el establecimiento de instituciones
correccionales, judiciales y policiales; International Resource
Group: contrato inicial de $7.18 millones para asistir con
la planificación para emergencias eventuales y la rehabilitación
a punto de terminar; y una pila de contratos menores y otras empresas
que se beneficiarán por los subcontratos concedidos por
las empresas mayores (Ver La invasión empresarial
de Irak: reseña biográfica de las empresas estadounidenses
que han recibido contratos en Irak bajo la ocupación estadounidense
y británica, preparado por US Labor Against the
War [Sindicatos Obreros Contra la Guerra]).
La reconstrucción mundial
No es sólo cuestión de las rentas del petróleo.
Lo que hoy ocurre en Irak es la expresión, específica
y violenta, de procesos mundiales: la destrucción de toda
barrera al alcance y dominio del capital estadounidense. La política
de reestructuración comenzaron en la década
del 80 y ha presenciado el traslado de billones de dólares,
de varias de las naciones más empobrecidas, a los cofres
bancarios. Por medio de la privatización, necesidades básicas
como el agua, la electricidad y los servicios de salud y educacionales
se han convertido en fuentes de ganancias para las empresas.
A nada se le puede permitir que funcione como barrera a este
proyecto para la reconstrucción del mundo, sobretodo las
barreras erigidas por los gobiernos nacionales. Como ciertos partidarios
ideológicos de los Estados Unidos han comentado, la misión
de los Estados Unidos es crear el tipo de orden político
y económico internacional que Gran Bretaña regía
durante el Siglo XIX.
La esencia de ese orden, según un ensayo titulado En
defensa de los imperios, de Deepak Lal y publicado por el
American Enterprise Institute [Instituto de las Empresas
Estadounidenses], es que garantiza los derechos de propietarios
internacionales, no los nacionales. El colapso de este orden internacional
durante la Primera Guerra Mundial, sostiene el Sr. Lal, condujo
al desorden de las décadas del 20 y del 30, que fue seguido
por el período post guerra en que las nuevas naciones estados
afirmaron su soberanía nacional en contra los derechos
propietarios internacionales. Ahora, de acuerdo a Lal, la transformación
de Estados Unidos en poder mundial hegemónico indisputable
ha podido superar esta situación.
Los requisitos para que el capital mundialy específicamente
Estados Unidospueda extender su alcance y la penetración
de todos los rincones del mundo se expresó políticamente
en una nueva doctrina que insiste que la soberanía nacional
tiene límites y que es condicional.
En un discurso que pronunciara en enero último mientras
Estados Unidos se preparaba para invadir a Irak, el Sr. Haass
expresó que uno de los desarrollos de mayor significado
durante la época reciente es que la soberanía
no es un cheque en blanco. Recuerda las palabras de Teodoro
Roosevelt y sigue: Más bien, la soberanía
depende de como cada nación cumpla ciertas obligaciones
fundamentales internacionales; obligaciones a sus propios ciudadanos
y a la comunidad de naciones. Cuando un régimen fracasa
en cumplir sus responsabilidades o abusa sus privilegios, corre
el riesgo de renunciar a sus privilegios internacionales, inclusiveen
casos extremosla inmunidad contra la intervención
armada...La no-intervención ya no es sacrosanta (Richard
Haass, La soberanía: los derechos vigentes y la evolución
de las responsabilidades, 14 de enero, 2003).
Alexander Downer, Ministro de relaciones exteriores de Australia,
repitió estas ideas cuando anunció que el gobierno
de Howard [Australia] había decidido enviar fuerzas militares
para intervenir en las Islas Salomón. Declaró en
su discurso al Club Nacional de la Prensa que el multilateralismo
se había convertido cada vez más en una política
ineficaz a la cual le falta enfoque. Australia estaba lista
para participar en coaliciones de los dispuestos para
darle enfoque a los problemas urgentes de seguridad y a otros
iguales. Declaró que desde nuestro punto de vista,
la soberanía no es absoluta. Actuar para beneficio de la
humanidad es más importante.
ero, ¿quién decide que una nación ha renunciado
a sus derechos a la soberanía y que las coaliciones
de los dispuestos deben actuar en nombre de la humanidad?
Las potencias imperialistas dominantes, por supuesto, con Estados
Unidos dándole permiso a sus satélites para actuar.
La contradicción entre la economía
mundial y el estado nación
El ímpetu directo de la campaña de Estados Unidos
para dominar al mundo se arraiga en la crisis de la acumulación
capitalista, la cual se expresa en la presión aplastante
que persiste sobre la tasa de inflación y el fracaso de
los esfuerzos más esmerados para contrarrestarla durante
los últimos 25 años. Pero eso no es todo; hay más.
Mucho más. Al nivel más fundamental, la explosión
del imperialismo estadounidense significa un esfuerzo desesperado
por vencer, aunque de manera reaccionaria, la contradicción
principal que ha endemoniado al sistema capitalista durante gran
parte del siglo pasado.
Estados Unidos ganó la ascendencia económica
y política cuando la Primera Guerra Mundial estallaba.
La guerra, tal como Trotsky la analizara, se arraigaba en la contradicción
entre el desarrollo de las fuerzas productivas a nivel mundial
y la división del mundo entre las grandes potencias competidoras.
Cada una de estas potencias trataban de resolver la contradicción
estableciendo su propia ascendencia, lo cual causó que
chocara con sus rivales.
La Revolución Rusa, concebida y llevada a cabo como
el primer eslabón de la revolución socialista internacional,
fue el primer intento de cierto pelotón de la clase obrera
en resolver, a base del progreso, la contradicción entre
la economía mundial y las restricciones del estado nación.
A fin de cuentas, las fuerzas del capitalismo probaron ser demasiado
poderosas y la clase obrera, como consecuencia de una trágica
combinación de oportunidades fracasadas y traiciones intencionales,
no pudo adelantar este programa.
Pero el problema histórico que había reventado
con una fuerza tan volcánicala necesidad para reorganizar
las fuerzas productivas de la humanidad, desarrolladas a nivel
internacional, sobre bases modernas y avanzadas con tal de librarlas
de las restricciones destructivas de la propiedad privada y el
sistema de naciones estadosno desapareció. Pudo suprimirse
durante cierto período. Pero la misma evolución
de la producción capitalista aseguró que de nuevo
vería la luz. Y de manera más explosiva que en el
pasado.
Tenemos que ubicar la conquista de Irak por Estados Unidos
dentro de este contexto histórico y político. La
campaña para dominar al mundo representa los esfuerzos
del imperialismo estadounidense en resolver la contradicción
principal del capitalismo mundial al crear cierto tipo de imperio
estadounidense mundial que funciona de acuerdo a las reglas del
libre mercado, las cuales se interpretan según
las necesidades e intereses económicos del capital estadounidense,
y gobernado por sus fuerzas militares y las de sus aliados.
Bush explicó esta visión enloquecida del orden
mundial durante su discurso a los cadetes que se graduaban de
West Point el 1ro. de junio del presente. Los Estados Unidos,
dijo, ahora gozaba de la mejor oportunidad, desde que naciera
el estado nación durante el Siglo XVII, para establecer
un mundo en el que las grandes potencias compiten en paz en vez
de preparar la guerra. La competencia entre las grandes
naciones era inevitable, pero la guerra no. Eso se debía
a que Estados Unidos tiene, e intenta quedarse con, un poderío
militar que nadie puede desafiar, lo cual ha de rendir obsoletas
las carreras de armas desestabilizadoras de otras épocas.
Limitaría las rivalidades al comercio y a seguir la paz.
Esta propuesta para reorganizar al mundo es mucho más
reaccionaria que cuando se propuso originalmente en 1914. La campaña
para dominar al mundo, que recibe su ímpetu de la crisis
que tambalea al mismo corazón del sistema de ganancias
(beneficios), no puede traer la paz, para no decir la prosperidad,
sino desatar peores agresiones contra los pueblos del mundo; agresiones
llevadas a cabo por medio de gobiernos dictatoriales y militares.
Entonces, pues, ¿cuál es el camino hacia adelante?
¿Cómo se puede luchar contra las intenciones del
imperialismo estadounidense para conquistar al mundo y las catástrofes
que han de resultar? Ese es el dilema que la historia nos ha planteado.
Pero como Marx notara, la historia nunca nos presenta problemas
sin al mismo tiempo darnos las condiciones materiales para su
solución.
La mundialización de la producción, a la cual
la explosión del imperialismo estadounidense es una reacción
rapaz y reaccionaria, al mismo tiempo ha creado las condiciones
para una reacción históricamente progresista: la
unificación de las masas de los trabajadores ordinarios
a un nivel internacional que nunca antes había sido posible,
que sólo se había soñado.
Esto fue antes del significado objetivo de las manifestaciones
que estallaron mundialmente antes de la invasión de Irak;
manifestaciones en que los participantes correctamente se consideraron
a sí mismos como integrantes de un movimiento mundial.
Se fortalecieron con ese conocimiento. Las enormes movilizaciones
revelaron que no son solamente las fuerzas productivas las que
han sido mundializadas, sino también las acciones de la
humanidad luchadora.
Esta nueva situación fue tema de un comentario que apareció
en el New York Times: que aparentemente existían dos poderes
en el mundo: los Estados Unidos y la opinión pública
mundial. O como lo expresara recientemente un comentario en el
Financial Times: es posible que Karl Marx sea el último
que se ría puesto que el capitalismo mundial está
causando presiones que eventualmente han de internacionalizar
la política.
Lecciones de las manifestaciones internacionales
contra la guerra
Pero cinco meses después hemos de hacer una crítica
de lo que sucedió. El movimiento mostró que existe
un potencial inmenso y también los problemas que tenemos
que vencer para que ese potencial se pueda realizar. Estos problemas
pueden resumirse esencialmente en uno: la crisis de perspectiva
política.
Lo que las manifestaciones mostraron fue la ausencia de un
programa o una perspectiva clara. Sí ésta adquirió
forma alguna, ello fue en el sentimiento que con ejercer suficiente
presión la guerra podía prevenirse. En ese sentido,
las manifestaciones fueron como un experimento gigante para poner
a prueba la validez de la política de protesta.
Fue como si la historia hubiera dicho: a pesar de las lecciones
del pasado, ustedes creen, aunque no sea vuestra culpa, que la
presión de las masas puede influir decisivamente a las
autoridades dominantes. Muy bien. Organizaré una prueba
enorme para ustedes, la cual consistirá de las mayores
manifestaciones mundiales que se hayan visto. Y no sólo
haré eso. También arreglaré que la Organización
de las Naciones Unidas rehúse respaldar a esta guerratambién
pondremos a prueba a esta organizacióny veremos si
con todo esto la invasión se pude prevenir. Pero la historia
también habría dicho lo siguiente: a cambio de todo
esto sólo les pido una cosa: que cuando el experimento
termine, ustedes aprendan las lecciones necesarias del fracaso.
¿Cuáles son estas lecciones? Que el movimiento
de masas requiere un programa y una perspectiva coherente cuyo
objetivo no es presionar a las clases gobernantes sino la conquista
del poder político.
No hay soluciones fáciles en el desarrollo de esta perspectiva.
No es asunto de encontrar una consigna astuta o de organizar manifestaciones
aún más grandes. El movimiento de masas tiene que
armarse con la idea que sólo cuando la clase obrera internacional
tome el poder político se podrán resolver los complejos
y difíciles problemas a los que la humanidad se enfrenta.
Esto requiere ante todo la asimilación de la historia del
Siglo XX. Esta misión es la base de toda la labor llevada
a cabo por la World Socialist Web Site.
Para clarificar estas conclusiones, me gustaría examinar
un artículo reciente de George Monbiot en el Guardian
publicado el 17 de junio. El Sr. Monbiot es de los principales
escritores británicos de lo que podría llamarse
el movimiento mundial por la justicia. Monbiot. Correctamente
señala que aunque la mundialización de la economía
barre con todo lo que se le interpone, también crea y destruye.
Le brinda a los pueblos del mundo oportunidades sin precedente
para movilizarse. Este fue precisamente el punto de la WSWS cuando
Monbiot y otros criticaban a la mundialización como el
enemigo. Ahora, escribe él, el comercio, al expandir su
imperio, ha creado la situación por medio de la cual los
pueblos del mundo pueden coordinar sus acciones contra él.
Esto significa que nos estamos acercando a un momento revolucionario.
El problema, sin embargo, es que el movimiento carece de programa,
lo cual Monbiot correctamente identifica como debilidad fundamental.
Nuestra misión, continúa él, no es
derrocar a la mundialización, sino captarla y usarla como
vehículo para la primera revolución mundial democrática
de la humanidad.
Pero aunque estamos de acuerdo con estos sentimientos tan amplios,
los problemas comienzan al analizar las propuestas de Monbiot
para darle contenido a esta revolución democrática
mundial.
Propone dos medidas claves. La primera es la suspensión
del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial y reemplazarlos
con una institución, más o menos parecida a la que
Keynes propusiera durante la conferencia de Bretton Woods en 1944,
cuya misión sería la prevención de los superávits
y déficits excesivos de la balanza comercial. La segunda
es la suspensión del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas y la transferencia de su autoridad a una asamblea general
reconstituida de la ONU por medio de la cual los votos de las
naciones serían determinados según el tamaño
de sus poblaciones y sus posiciones en un índice
mundial de la democracia.
Pero cuando examinamos estas propuestas para una revolución
democrática
Mundial, sólo podemos decir: la montaña
ha laborado y laborado y laborado y de ella ha salido...un ratón.
Monbiot tiene razón cuando insiste en que las nuevas
formas democráticas del gobierno mundial todavía
han de establecerse. Pero si la democracia ha de tener un significado
verdadero, entonces las empresas, los bancos y las instituciones
financieras internacionales tienen que ser quitadas de manos privadas
y convertidas en propiedad pública sujeta al control democrático.
En resumen, una democracia verdaderael gobierno del pueblosólo
puede lograrse si se le pone fin al dominio del capital. No pueden
co existir.
Margaret Thatcher entendía esto muy bien. Dijo que no
había tal cosa como la sociedad. Y cuando dijo
que No existe ninguna alternativa al libre mercado,
tuvo toda la razón.
Pero ese es precisamente el punto: si no existe otra alternativa,
entonces no hay democracia. La democracia tiene que ver con elegir
entre las alternativas, con hacer decisiones para luego quizás
cambiarlas o refinarlas y desarrollarlas. Si la alternativa no
existe, entonces existe la dictadura: la dictadura del capitalismo
y la subordinación de los intereses, necesidades, y aspiraciones
de los pueblos del mundo a su perenne lucha por las ganancias.
En conclusión, permítanme que les pida considerar
lo diferente que la situación habría sido si el
movimiento de masas que estalló en febrero, luego de asimilar
y analizar las amargas experiencias del Siglo XX y aprender las
lecciones políticas necesarias, se hubiera guiado del conocimiento
que la clave de la lucha contra el imperialismo y las guerras
es la lucha por la revolución socialista internacional.
El mundo político de hoy sería enormemente diferente.
Pero tal como la realidad es, parece que las potencias imperialistas
se han escapado tras cometer un crimen monstruoso, y hay cierta
calma política. Esto pasará. Nuevas luchas surgirán.
Pero el problema fundamental todavía está con nosotros:
¿basadas en qué programa y perspectiva? Avanzarán
siempre que se basen en la idea que la misión no consiste
en ponerle presión a este o aquel gobiernoy mucho
menos a la ONUo en que es imposible resucitar a los partidos
y organizaciones que una vez tenían el apoyo de las masas;
en la idea que hay que desarrollar el movimiento internacional
socialista de la clase obrera del Siglo XXI, basado en todas las
lecciones del XX.
El objetivo de la World Socialist Web Site es brindar
la orientación necesaria a este movimiento y establecer
el partido revolucionario internacional lo dirija. Para nosotros
esta conferencia es un paso hacia ese objetivo.
Conclusión
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