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Al Gore critica la política de Bush en cuanto a la
guerra contra Irak
Por Bill Vann
25 Agosto 2003
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el autor
El 7 de agosto, ante un público reunido en la Universidad
del estado de New York, el ex presidente Al Gore pronunció
un discurso político primero de semejante importancia
en casi un año en el cual ampliamente atacó
la política exterior e interior del gobierno de Bush.
Por lo regular, los debates de la política estadounidense
sobre las cuestiones importantes carecen la seriedad que merecen.
En este contexto, el discurso de Gore fue notable; su crítica
fue relativamente al grano y cáustica. Gore bosquejó
las características que definen al régimen casi
criminal que gobierna desde la Casa Blanca. Le hizo hincapié
a los métodos que el gobierno ha empleado para llevar a
cabo la guerra contra Irak, agredir los derechos democráticos
en el interior del país, y enriquecer los bolsillos de
los ricos.
No obstante, Gore se negó a sacar las conclusiones políticas
devastadoras del cuadro que el mismo había pintado. Su
discurso implícitamente hizo referencias a los grandes
problemas que sufre el sistema bipartito de los Estados Unidos
a los cuales optó por no tratar abiertamente ante el público.
Un gobierno que se basa en la mentira y la vida
secreta
El mensaje principal de Gore consistió de lo siguiente:
el gobierno de Bush, al querer seguir una política ideológica
de extrema derecha cuyo objetivo era enriquecer a sus ricos partidarios
empresariales aún más, sistemáticamente le
mintió al pueblo de los Estados Unidos.
Cuando Gore llamó las justificaciones para fomentar
la guerra contra Irak impresiones falsas en
realidad un eufemismo y presentó una lista de las
mentiras propagadas por la Casa Blanca:
Saddam Hussein fue culpable, por lo menos parcialmente,
del ataque contra nosotros el 11 de septiembre...Saddam colaboraba
íntimamente con Osama bin Laden...Saddam le iba a entregar
a los terroristas gas asfixiante y gérmenes mortíferos
que había convertido en armas...Saddam estaba a punto de
construir bombas atómicas que iba a entregar a los terroristas...Iraquíes
regocijantes le darían la bienvenida a nuestros soldados...Aunque
el resto del mundo se opusiera a la guerra, [los iraquíes]
pronto quedarían convencidos luego de nuestra victoria
y una vez que comenzáramos a contribuir grandes cantidades
de dinero y soldados para ayudarlos...
La evidencia, continuó Gore, muestra que cada uno de
estos pretextos habían sido comprobados como falsos. Señaló
a las recientes revelaciones de las investigaciones sobre el 11
de septiembre llevadas a cabo por el Congreso. Éstas establecieron
que no había habido ningún vínculo entre
Irak y los ataques contra Nueva York y Washington y, además,
que los documentos que acusaban a Irak de haber tratado de comprar
uranio de Níger habían sido falsificados.
Y en cuanto a las regocijantes masas iraquíes
que habíamos anticipado, desafortunadamente muy
desafortunadamente ello tampoco sucedió. Nuestras
tropas ahora se encuentran en una situación fea y peligrosa,
expresó Gore, añadiendo que los contribuyentes
a las rentas internas ahora tienen que pagar billones de dólares
por semana para financiar la ocupación de Irak.
El ex presidente también hizo la acusación que
el mismo tipo de impresiones falsas habían
dominado al gobierno en la promoción de su política
en cuanto a la economía, creando la ilusión que
las enormes reducciones en las rentas internas que los ricos pagan
crearían nuevos empleos y contrarrestarían a los
déficits que se expanden enormemente.
Y en este punto también siguió Gore, todos los
pretextos habían resultado falsos. En lugar de crear
Eso no había pasado desde la Gran Depresión...Y
ahora sucede que la gran mayoría de los beneficios van
a parar a manos de los estadounidenses de mayores ingresos...
Citó a George Akerlof, ganador del Premio Nobel en la
economía en 2001, quien recientemente había expresado
en la revista alemana, Der Speigel, que la política de
Bush en cuanto a la economía representaba cierto tipo
de saqueo y catalogó al gobierno de Bush como el
peor de los Estados Unidos durante sus 200 años de historia.
Gore acusó al gobierno de hacer un esfuerzo sistemático
para manipular los hechos a favor de una ideología casi
totalitaria que para él tiene más importancia que
la honestidad. Como consecuencia, declaró Gore,que
capas e individuos ricos y poderosos que laboran para entrar el
círculo de influencia con apoyo político
o enormes contribuciones a las campañas electorales
pueden entonces añadir sus propios estrechos intereses
particulares a la lista de los objetivos deseados sin que éstos
puedan medirse contra los intereses públicos...Y mientras
mayor sea el conflicto entre lo que ellos quieren y lo que es
bueno para el resto de nosotros, mayor el ímpetu que reciben
para ignorar los procesos normales y guardarlo todo en secreto.
Como ejemplo, Gore aludió a las reuniones secretas entre
el vicepresidente Cheney y los ejecutivos de los consorcios energéticos
de Estados Unidos en 2001. Cheney y el gobierno han rehusado revelar
los nombres de los participantes o si hubo representantes de la
empresa que el vicepresidente dirigía antes de las elecciones,
Halliburton.
Gore insinuó que los intereses personales y la codicia
en los niveles más altos del gobierno de Bush directamente
influyeron la elaboración de la política energética
del gobierno. Notó lo siguiente: Pero claro, como
casi todo el mundo sabe, a Halliburton se le concedió un
enorme contrato sin restricciones para que pudiera apoderarse
de los campos petrolíferos de Irak y manejarlos sin tener
que competir contra otras empresas.
Gore entonces acusó al gobierno de ponerle barreras
a la comisión bipartita que se formó para investigar
los ataques del 11 de septiembre y señaló que informes
de la prensa han dado a conocer que A Bush se le había
informado de manera muy específica, un mes antes de los
ataques contra Nueva York y Washington que Al Qaida tenía
planeado los secuestros de los aviones para desatar ataques terroristas
en suelo estadounidense.
El ex presidente acusó a la política del gobierno
sobre el ambiente de usar los mismos métodos basados en
el engaño y las actividades secretas.
Un tema que recurrió varias veces en el discurso de
Gore fue la subversión de las normas democráticas
y los derechos que la Constitución protege. Acusó
al gobierno de Bush de frustrar el funcionamiento normal
y saludable de nuestra democracia y de privar al pueblo
estadounidense de toda oportunidad para escrutar su lógica,
lo cual es esencial para nuestro sistema de vigilancia y equilibrios.
Condenó la suspensión de los derechos democráticos
para combatir el terrorismo, inclusive que el gobierno tiene el
derecho, basándose en las órdenes del presidente,
a encarcelar a ciudadanos estadounidenses sin imputarles cargos,
y negarles juicios y hasta el derecho a tener abogados.
Las insinuaciones del discurso de Gore no pudieron ser más
claras. Una pandilla que gobierna con métodos anti democráticos
y anti constitucionales se ha apoderado del gobierno de Estados
Unidos. Usa su autoridad para declarar guerras preventivas en
el extranjero y saquear la economía del país para
beneficio de una clase gobernante pequeña pero poderosa.
Usa la información errónea para cubrir sus propias
huellas a la vez que acumula poderes policiales sin precedente.
El papel de los demócratas
En términos generales, la descripción con que
Gore pintó al gobierno de Bush fue bastante exacta. Pero
ésta sólo planteó cuestiones que ni el Gore
mismo se molestó en examinar con seriedad. ¿Cómo
es posible que hayamos llegado hasta tal punto? ¿Dónde
estaba el Partido Demócrata cuando esta política
adquiría forma material? ¿Por qué el partido
de Gore, que sostiene que representa los intereses del hombre
común, permitió que los Republicanos pisotearan
los intereses y derechos fundamentales del pueblo estadounidense?
Pero todo esfuerzo de Gore por dirigirse a estas cuestiones
fue una evasión cobarde. Quizás una de las
razones por qué las impresiones han jugado un papel mucho
más significante de lo debido, expresó, es
que el Congreso y la prensa no han sido tan vigilantes y exigentes
en cuanto a la manera en que han tratado que el gobierno tome
responsabilidad por sus acciones...Parece obvio que temas tan
significantes e importantes como el programa económico
de Bush y la primera guerra preventiva en la historia de Estados
Unidos debieron haber sido debatidos más detalladamente
en el Congreso...
¡Por supuesto que obvio! Tan obvio que la confusa postura
de Gore acerca de la falta de oposición significante del
Partido Demócrata no puede considerarse con seriedad.
Los Demócratas de hecho son cómplices en la campaña
para engañar al pueblo estadounidense y justificar la agresión
militar contra Irak. Han capitulado en todas las cuestiones políticas
importantes: desde las reducciones de las rentas internas a los
ricos, a las reducciones de los programas sociales, a las agresiones
sin precedente contra los derechos democráticos.
Se debe recordar que el Partido Demócrata controlaba
al Senado de los Estados Unidos desde a finales de mayo, 2001,
hasta enero del presente; período en que le brindó
apoyo indispensable al antidemocrático Acta Patriota, así
como también a resoluciones congresistas autorizando a
Bush a llevar a cabo su guerra preventiva contra Irak.
Y el programa político del gobierno de Bush tampoco
salió de la nada, como se puede presumir dado el discurso
de Gore. El gobierno anterior de Clinton-Gore presidió
sobre la repudiación final del reformismo social con el
que el Partido Demócrata se había identificado durante
todo otro período. Dirigió el desarrollo del militarismo
estadounidense actual, con bombardeos e intervenciones contra
Irak, Yugoslavia, Afganistán y Somalia. Sus acciones le
abrieron paso al programa político que el gobierno de Bush
ahora sigue con tanta ferocidad.
El mismo Gore jugó un papel importantísimo en
entregarle la Casa Blanca a los que ahora acusa. Se adaptó
a la confabulación para sacar a Clinton del poder y, en
las elecciones del 2000, a pesar de haber recibido medio millón
de votos más que Bush, pronto se doblegó ante el
golpe electoral de los aliados de la derecha Republicana en la
Corte Suprema de los Estados Unidos, la cual detuvo a la cuenta
de votos en la Florida e instaló a Bush en la Casa Blanca.
Desde las elecciones del 2000, la política del partido
de Gore se ha concentrado en ocultarle al pueblo estadounidense
las verdaderas insinuaciones de la política del gobierno
de Bush y encubrir sus crímenes.
¿Por quién habla Gore?
Gore no es ningún político inocente. Y tampoco
actúa independientemente. El ex presidente es hijo de un
senador de los Estados Unidos y vástago de una dinastía
política muy prominente. Sabe más de lo que optó
por revelar en el discurso que pronunció en la Universidad
de New York, inclusive el hecho que el Partido Republicano y el
gobierno de Bush están en las garras de fuerzas semi fascistas:
la derecha cristiana fundamentalista; los partidarios empedernidos
de la supremacía blanca; los antisemitas; los elementos
terroristas obsesionados con las armas de fuego; fuerzas en la
élite empresarial que consideran que toda restricción
a la riqueza privada y a las ganancias es una infracción
intolerable de los privilegios capitalistas.
Gore hace sus intervenciones porque ya las ha consultado y
coordinado con elementos poderosos dentro del mundo empresarial
y político. A fin de cuentas, es siervo de ciertos sectores
la misma oligarquía financiera que llevó a Bush
al poder y que ha respaldado su política.
Las circunstancias en que Gore pronunció su último
discurso político importante antes de aparecerse en Nueva
York el 7 de agosto le hacen hincapié a este punto. En
septiembre, 2002, Gore se apareció ante un público
de san Francisco. Atacó la doctrina del gobierno de Bush
sobre la guerra preventiva, así como también la
justificación específica para poner en práctica
a esta política contra Irak. Declaró en ese momento
que el peor temor a nivel internacional no era lo que las
redes terroristas van a hacer, sino lo que nosotros vamos a hacer.
El discurso ocasionó que el gobierno de Bush y la prensa
lo castigaran ferozmente. La dirigencia de su propio partido aprobó
sus comentarios con frialdad.
Las palabras de Gore en ese momento causaron amplias escisiones
en el consenso de la clase gobernante para invadir y ocupar a
Irak, con las esperanzas que una rápida y exitosa guerra,
seguida por una ocupación relativamente indolora, lograría
beneficios de corto y largo alcance. Washington y Wall Street
por largo tiempo han codiciado los ricos recursos petrolíferos
de Irak, y la desaparición de la Unión Soviética
alentó aquellos sectores del gobierno que habían
abogado por el control militar y político del Golfo pérsico
por parte de Estados Unidos. También se esperaba que la
guerra contra Irak desviaría la atención a la crisis
creciente en el interior del país y que fácilmente
arreglaría la nefasta situación económica.
Gore comprendió el punto. Una vez que aquellos sobre
los cuales había puesto sus esperanzas para montar otra
campaña por la Casa Blanca expresaron su disgusto, Gore
aceptó su veredicto y anunció en diciembre del año
pasado que no se postularía como candidato a la presidencia
en las elecciones de 2004.
¿Por qué ha resurgido Gore
Entonces, ¿por qué ha vuelto? Gore pronunció
su discurso sólo un día después que el ex
alcalde de la ciudad de Nueva York, Mario Cuomo, le instó
en público que buscara que el Partido Demócrata
lo nominara a la presidencia en 2004. A pesar de las repetidas
garantías de Gore que él no es candidato, el discurso
en la Universidad del Estado de New York tenía todas las
características de ser una campaña política.
El vicepresidente apareció delante de una cortina de banderas
estadounidenses y al terminar su presentación comenzó
a darle la mano al público y a recibir un beso de su esposa
Tipper.
Si Gore está poniendo a prueba las aguas políticas
para una segunda vuelta electoral a la presidencia, no lo hace
de su propia cuenta. Más bien actúa porque elementos
de los círculos gobernantes de Estados Unidos se lo han
pedido; círculos que están bien conscientes de la
profunda y amplia oposición popular al gobierno de Bush
y del fracaso del Partido Demócrata en rendir inofensivo
este descontento creciente.
Casi no cabe duda que él y aquellos detrás de
él perciben un cambio muy agudo en el sentimiento popular.
Las esperanzas que la guerra fuera rápida y lucrativa se
han evaporado debido al descontento popular que aumenta por las
muertes diarias en el Irak ocupado. Las líneas de los desempleados
y la desigualdad social que aumenta han exacerbado la hostilidad
que existe hacia el sistema político. El discurso de Gore
indica divisiones profundizantes y una sensación creciente
en ciertos ambientes oficiales que el gobierno de Bush está
en crisis y muy vulnerable desde el punto de vista político.
No es ninguna coincidencia que Gore presentara su discurso
en medio de la crisis política en el estado de California;
crisis debido a las elecciones que se han llamado para sacar de
su puesto al gobernador del estado. Elementos de extrema derecha
en el Partido Republicano tratan de anular las elecciones gubernamentales
que tuvieron lugar el año pasado en el mayor estado del
país, pero se han visto con una consecuencia no anticipada:
han desatado fuerzas que por mucho tiempo habían estado
suprimidas por la camisa fuerte del monopolio político
que los dos partidos burgueses reaccionarios ejercen.
El lugar que Gore escogió para pronunciar su discurso
del 7 de agosto fue significativo. La reunión consistió
principalmente de estudiantes y fue organizada por moveon.org,
grupo que se define a sí mismo como movimiento establecido
desde abajo. Lo integran activistas del internet.
Representa el ala izquierda del partido demócrata. Pero
esta nunca ha sido la base política del vicepresidente,
quien a principios de la década del 90 era de las figuras
máximas del Democratic Leadership Council [Consejo de la
Dirigencia Democrática], junta política establecida
a principios de la década del 80 con el objetivo de virar
al partido decisivamente hacia la derecha.
Que Gore se vire hacia la juventud estudiantil y hacia las
capas que componen a moveon.org significa que está tratando
de insuflarle nueva vida a un partido que se ha convertido casi
en cadáver político. Su propósito consiste
en cultivar semejantes elementos para darle credibilidad
al Partido Demócrata y darle cierto matiz izquierdista
para poder frenar la creciente oposición a Bush y prevenir
que un movimiento de las masas basado en la protesta social se
convierta en un movimiento político independiente y socialista.
La reaparición pública de Al Gore como crítico
progresista del gobierno de Bush manifiesta que la
crisis social y política en Estados Unidos está
profundizándose. Y también muestra el terror que
los círculos gobernantes sienten: que no sólo Bush,
sino todo el sistema basado en sólo dos partidos está
al borde de la desintegración.
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