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El barbarismo de los Estados Unidos en Irak

Como llevar hacia adelante la lucha contra la guerra imperialista

Declaración del Comité de Redacción de la World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad
17 Abril 2003

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Partidarios de la WSWS y el Partido Socialista por la Igualdad repartieron la siguiente declaración durante las manifestaciones contra la guerra en Washington, DC, San Francisco y Los Ángeles. Ya se ha publicado en la WSWS como archivo PDF. Le instamos a todos nuestros lectores que descarguen esta declaración y la repartan en todas las manifestaciones y reuniones contra la guerra, y también en el trabajo y otros lugares públicos.

Luego de ver con horror la masacre de soldados y civiles iraquíes, gente de todas partes del mundo van a participar en manifestaciones para expresar la repugnancia que sienten hacia la guerra agresiva desatada por los Estados Unidos y la Gran Bretaña contra Irak. En Washington, San Francisco y Los Ángeles, muchos marcharán el 12 y 13 de abril para separarse de la política asesina del gobierno de Bush y expresar su solidaridad con el pueblo iraquí.

Los que marchan hoy están bien conscientes que las manifestaciones internacionales contra la guerra, en las que millones participaron a principios de año—y que fueron las mayores de la historia mundial—fracasaron en ponerle alto a la invasión estadounidense. A todos los que se han empeñado en luchar contra esta guerra y los actos barbáricos imperialistas del futuro les incumbe examinar la necesidad de una nueva estrategia política para adelantar esta lucha.

Una lucha eficaz contra la guerra ha de basarse en principios políticos más firmes que la ira moral. Requiere la comprensión de las causas fundamentales del militarismo y la creación de un programa capaz de movilizar las fuerzas sociales que le pueden poner paro a la guerra y al sistema que la causa.

La conquista estadounidense-británica de Irak es una atrocidad de importancia histórica mundial. Las bajas civiles que se han confirmado ya llegan a los miles. Los hospitales reciben 100 pacientes por hora. Están llenos de la sangre de mujeres y niños que han sido heridos por el fuego de tanques de guerra, bombas de racimo y cohetes cruceros teledirigidos. Médicos agotados están amputando sin usar anestesia y hasta les hace falta el agua para limpiar las heridas. Los cadáveres se han amontonado como pilas de madera.

Las carreteras hacia Bagdad están llenas de carrocerías civils quemadas; los pasajeros yacen muertos a su lado. Estas matanzas son premeditadas con alevosía. Una vez que los militares estadounidenses se dieron con la resistencia inesperada de los soldados y civiles iraquíes durante los días iniciales de la invasión, se dio la orden para que se llevaran a cabo masacres en masa.

La reacción a los llamados “bolsillos de resistencia”—balas de francotiradores y armas de fuego pequeñas—han sido bombardeo aéreos y andanadas de artillería devastadoras. La famosa consigna de la era de Vietnam—“Teníamos que destruir las aldeas para salvarlas”—hoy se aplica en zonas urbanas de grandes poblaciones.

La cantidad de soldados iraquíes muertos se desconoce hasta hoy día. La mayoría son conscriptos que no llegan a la edad de los dieciocho. Han sido incinerados en bombardeos de “alfombra” de los aviones B-52, andanadas de artillería y ametrallamientos de helicópteros en vuelo. Los que han podido sobrevivir estos ataques han lanzado ataques heroicos para detener a los invasores estadounidenses y británicos, sólo para ser arrasados por el fuego de tanques y vehículos blindados que son inmunes al fuego ligero de los defensores iraquíes. En la primera agresión durante la cual se movían por las calles de la capital iraquí, las fuerzas armadas de los Estados Unidos dicen haber muerto aproximadamente 3,000 iraquíes. ¿Bajas sufridas por los Estados Unidos? Una.

Guerra tan desigual no se había visto desde el estupro europeo de África y las guerras contra los indígenas en los Estados Unidos. Con una población diez veces mayor que la de Irak y un presupuesto militar casi 3,000 mayor, Washington lanzó la cobarde invasión de este país en el Oriente Medio luego de someterlo, durante más de una década, al bombardeo continuo y sanciones económicas que lo dejaron carente de sus recursos más elementales.

Los que han lanzado esta guerra en nombre de la “democracia” y la “libertad” intencionalmente han dirigido sus miras contra los corresponsales que se atreven a reportar la carnicería y no obedecer la línea de los censores del Pentágono. Nada muestra, de la manera más explícita, la depravación de los medios de prensa estadounidenses que el esfuerzo de muchos comentaristas por justificar el bombardeo de Al-Jazeera y la sede de los periodistas.

La carnicería no se acaba

Nadie debe dejarse cegar por las ilusiones, aún cuando las fuerzas armadas estadounidenses se hayan apoderado de Bagdad. La carnicería no se acabará pronto. No hay suficientes tropas para controlar una ciudad de cinco millones de habitantes, para no hablar del resto del país. Y aquellas que ya se encuentran ahí recurrirán a la fuerza aplastante y al terror a medida que se preparan para la ocupación indefinida de Irak.

Sólo es cuestión de tiempo antes que los soldados del ejército y los infantes de la marina comiencen a disparar contra las mismas multitudes joviales de saqueadores emprobrecidos que inspiraron a los medios de prensa y a los partidarios derechistas de la guerra a expresar su triunfalismo tan repelente.

Pero aún cuando la lucha continuaba en Irak, llegó un informe desde Afganistán que aviones de guerra estadounidenses habían bombardeado una casa, masacrando a 11 civiles, la mayoría mujeres y niños. Dieciocho meses después de la invasión por los Estados Unidos, más de 8,000 tropas todavía quedan en ese país.

Los fomentadores de la guerra en el gobierno de Bush ya han amenazado con que Irán y Siria “tendrán que dar cuentas” por presuntamente haber “interferido” con la invasión de los Estados Unidos. Las fuerzas militares estadounidenses atacaron un convoy de diplomáticos rusos que partía de Irak que iba bien marcado. La lógica de la conquista imperialista dicta que el próximo acto de agresión ya ha avanzado mucho más allá de su planificación.

Para los pueblos del mundo es evidente que la explosión mundial del militarismo estadounidense es la peor amenaza que la humanidad enfrenta.

Una guerra de saqueo imperialista

El gobierno de los Estados Unidos—los Republicanos del gobierno de Bush y los Demócratas del congreso nacional—las empresas y los bancos principales, los órganos de prensa y todas las demás instituciones de la clase gobernante del país tienen las manos bañadas de sangre. La guerra contra Irak, que se ha llevado a cabo en nombre del saqueo imperialista, es infracción flagrante del derecho internacional. Su objetivo consiste en apoderarse de la enorme riqueza petrolífera del país y transformarlo en protectorado colonial.

Detrás de la cortina de humo de las “armas para la destrucción en masa” de Bagdad y sus presuntos vínculos al terrorismo, así como también de las censuras hipócritas de la tiranía de Saddam Hussein, los gangsters de las Casa Blanca decidieron que podían robarse el país entero sin que nadie los detuviera. Son culpables de crímenes de guerra, inclusive del más serio de ellos según los criterios establecidos por los juicios de Nuremberg: la planificación y ejecución de una guerra agresiva.

Esta pandilla guerrera en Washington trata de implicar a todo el pueblo estadounidense en esta atrocidad. Pero la guerra se ha llevado a cabo en nombre de los intereses de la oligarquía que controla la economía. De ninguna manera expresa la subyugación y colonización de Irak los intereses del pueblo trabajador de los Estados Unidos. Al contrario; este crimen de guerra sólo fortalece los círculos más rabiosamente hostiles a la situación social y a los derechos democráticos de la clase obrera.

Mientras los jóvenes soldados estadounidenses, enviados a matar o ser muertos en Irak, regresan al país para darse con que los empleos, el dinero para su educación y los beneficios para los veteranos han sido reducidos tajantemente, los promovedores de la guerra—las empresas petrolíferas, los traficantes de armas, las empresas de construcción y todos sus títeres políticos—esperan hacerse ricos con la destrucción del país.

Detrás de la jerga ultranacionalista y las exhortaciones cínicas para que “apoyemos nuestras tropas”, la fiebre de guerra tiene sus causas en la profunda crisis social en los Estados Unidos mismo; crisis cuya característica principal es un nivel de desigualdad social sin paralelo entre la enorme mayoría del pueblo trabajador y un pequeño sector de multimillonarios y billonarios que ejercen control sobre el gobierno, los órganos de prensa y el Pentágono.

La crisis del capitalismo estadounidense

El gangsterismo de la política exterior, como el comportamiento delictivo en los salones de las juntas directivas de las empresas y los bancos, no es simplemente consecuencia de la política demente de la camarilla en Washington. Más bien, su ascendencia al poder y sus programas expresan los esfuerzos desesperados de la clase gobernante estadounidense por defender sus intereses económicos bajo condiciones en que la crisis del capitalismo estadounidense empeora más y más.

Al mismo tiempo que conduce la guerra en el exterior, el gobierno ha emprendido la destrucción de los derechos democráticos en el interior del país. El objetivo es crear un ambiente de miedo e intimidación para silenciar a toda oposición política a los programas de la clase gobernante. Las redadas contra los inmigrantes árabes y musulmanes y la destrucción de las protecciones constitucionales ahora se unen a la represión violenta de los adversarios de la guerra.

Tenemos graves advertencias: el uso de balas de goma y clavijas de madera, granadas de contusión y otras armas paramilitares contra los manifestantes y los estibadores portuarios el 7 de abril en la ciudad de Oakland, estado de California; y el arresto en masa—el mismo día—de más de 100 personas que participaban en una manifestación lícita en Nueva York. El gobierno de Washington anhela otra masacre como la que sucedió en la Universidad de Kent.

Con el respaldo de los medios de masa controlados por las grandes empresas, el gobierno ahora trata de movilizar su “base” entre la policía y los elementos más atrasados y reaccionarios de la población. Esta evolución tan peligrosa contiene la semilla del fascismo.

A pesar de la campaña del gobierno para intimidar y la propaganda que los órganos de masa diseminan a chorro, la mayoría de la población estadounidense no comparte este punto de vista. Nadie debe dejarse engañar por las ilusiones que las encuestas de opinión crean. Aturdidos por la explosión de la violencia y medio anestesiados por el júbilo insensato que los corresponsales “embutidos” expresan, amplios sectores del pueblo trabajador se encuentran profundamente trastornadas y repugnadas por la masacre que se lleva a cabo en nombre suyo.

El mismo gobierno que cínicamente promete la “liberación” de Irak y una nueva vida de libertad y prosperidad para su pueblo sigue una política que condena a una cantidad creciente de trabajadores estadounidenses a vidas de privación. Más de dos millones de trabajadores han perdido sus empleos desde que Bush asumiera las riendas del poder; casi medio millón durante los últimos dos meses.

Aunque la guerra termine pronto, ello no significa que la economía va a parar de caer en espiral, pues la crisis es fundamental al sistema capitalista y se expresa de la manera más aguda en la prolongada caída de los beneficios/ganancias de las fábricas.

La complicidad del Partido Demócrata

Tal como respaldara a Bush en cuanto a la guerra contra Irak, el Partido Demócrata brinda el apoyo que el gobierno requiere para poner en práctica la política social opresora en el país. En todas las cuestiones fundamentales se une a los Republicanos para defender las ganancias y los privilegios de la oligarquía financiera de los Estados Unidos.

Todo quien sugiera que las protestas pueden empujar a este partido de los grandes negocios a luchar contra la política de Bush y que sostienen que la elección de un Demócrata en 2004 pondrá en reversa estragos rabiosos del imperialismo estadounidense se engañan a sí mismos o son unos charlatanes de la política. Los intereses de la vasta mayoría del pueblo trabajador, quien depende de sus cheques para vivir, no puede encontrar expresión en el sistema de dos partidos.

Igualmente, la ilusión que la Organización de las Naciones Unidas o que las potencias europeas pueden funcionar como obstáculos a las guerras ha mordido el polvo. Ahora éstas buscan la manera de acomodarse al imperialismo estadounidense y ofrecen como legitimar la guerra y la ocupación de Irak a cambio de recibir lo que le corresponde del botín.

La lucha contra la guerra requiere la organización de la gran masa de la población trabajadora estadounidense como fuerza política independiente que pelea para defender sus propios intereses en contra de la oligarquía financiera. Sólo ella, unida internacionalmente a los pueblos trabajadores, potencialmente tiene un poder mayor al de la clase gobernante con todas sus bombas ‘inteligentes' y cohetes cruceros teledirigidos.

La lucha contra el militarismo y la guerra imperialista puede seguir adelante sólo si se moviliza a la clase obrera, independientemente de los Demócratas y Republicanos, contra todo el sistema capitalista de privilegios clasistas y opresión.

Ese movimiento ha de basarse en el principio fundamental del internacionalismo, pues los trabajadores de todos los países comparten los mismos intereses y un mismo opresor y, por consiguiente, han de unirse en la lucha por dominar la economía mundial para que ésta sirva los intereses de la humanidad en general.

La explosión simultánea de las movilizaciones contra la guerra en todos los rincones del mundo presagia el surgimiento de un movimiento político independiente de los trabajadores a nivel internacional; movimiento basado en una visión común: la igualdad social, la defensa de los derechos democráticos y la paz.

El desarrollo de este movimiento mundial consciente es el objetivo político de la World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad, no organizar más y mayores manifestaciones sólo por amor a ellas. Más bien, nuestros esfuerzos se dirigen a preparar los pueblos trabajadores del mundo a tomar el poder político y crear las bases de una sociedad socialista que le ponga fin a la guerra.

Llamamos a todo el que busca la manera de luchar contra esta guerra criminal que participe activamente en esta misión histórica trabajando para la WSWS, aumentando su lectoría, contribuyendo artículos y ayudándolo financialmente. Le instamos que estudie el programa y la historia del partido Socialista por la Igualdad y que decida unirse a él para desarrollarlo.

 



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