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Luego de declarar incumplimiento de deudas, la economía
argentina sufre la peor recesión de su historia
Por Nick Beams
28 Septiembre 2002
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el autor
Un informe acerca de la situación económica argentina
publicado a principios de mes plantea el impacto devastador de
la crisis financiera y la catástrofe social que las medidas
dictadas por el Fondo Monetario Internacional han infligido a
la población.
Preparado por el Centro para la Investigación de la
Economía y la Política, grupo intelectual basado
en Washington, el informe nota que cuatro años de recesión
han resultado en que el Producto Interior Bruto [PIB] del país
haya disminuido 20%. Y todavía no hay indicios de cuando
esta caída va a parar.
Las estadísticas de lo que ya se cataloga como la peor
crisis económica en la historia del país se puede
resumir como sigue:
El PIB ha declinado en una tasa anual de 16.3% durante
el primer trimestre de 2002, lo cual bate el récord. El
desempleo se ha estancado en el 21.5% de la fuerza laboral, y
los sueldos mensuales reales han bajado 18% durante el transcurso
del año. Las tasas de la pobreza y de la indigencia han
llegado a niveles nunca antes vistos: 53% de los argentinos ahora
viven debajo del margen la pobreza según lo define oficialmente
el gobierno y a un 25% se le considera indigente (necesidades
no satisfechas). Desde octubre, 2001, 5.2 millones de argentinos
han caído debajo del margen de la pobreza y hoy se considera
que siete de cada diez niños son pobres.
Si la contracción durante la primera mitad de año
continuara igual durante el resto del año, la disminución
total de la economía argentina, desde que alcanzara su
último apogeo durante el ciclo comercial de 1998, sería
27%, lo cual es comparable a la disminución de la producción
estadounidense en 33% durante la Gran Depresión.
El colapso de la economía argentina le apunta el dedo
acusador a la política del Fondo Monetario Internacional,
que ha dirigido el programa económico de gobiernos sucesivos
durante la última década.
Pero el FMI insiste que no tiene la culpa de nada, y que el
los fracasos de la política financierademasiados
gastos gubernamentalesson la causa fundamental de
la crisis actual. Esta organización continúa
exigiendo que se imponga el método de la una austeridad
económica y monetaria para resucitar la confianza de los
inversionistas y así estimular la economía. Es decir,
el mismo programa que durante los últimos cuatro años
ha fracasado.
Los autores del informeAlan B. Cibils, Marl Weisbrot
y Bebayani Karanalizan las acusaciones del FMI que los gastos
del gobierno constituyen la raíz del problema e indican
que el déficit del gobierno central nunca fue desproporcionado,
ya que el PIB había alcanzado el máximo de 3.2%
en 2001, con el acrecentamiento debido directa a los pagos de
intereses. Durante el mismo año, el déficit de los
gobiernos provinciales sólo había llegado al máximo
de 1.9% del PIB.
El déficit combinado de Argentina de 5% del PIBel
cual se sostuvo durante una de las recesiones más profundas
de la historia después de la Segunda Guerra Mundialse
compara al déficit del gobierno de los Estados Unidos,
el cual llegó al 4.7% del PIB en 1992 y 6.1% en 1982.
Los autores insisten que el empeoramiento de la balanza económica
del gobierno desde 1993 en adelante no fue consecuencia del acrecentamiento
de los gastos, aparte de los pagos de intereses, pero siguió
la disminución de los ingresos del gobierno que resultara
de la recesión que comenzó durante el tercer trimestre
de 1998.
Más importante aún, Argentina se estancó
en el remolino de deudas en el que tasas de interés mayores
hicieron aumentar la deuda y la prima de riesgo del país,
lo cual condujo a tasas de interés y un servicio de deudas
aún más altos hasta que se declarara el incumplimiento
de pagos en octubre, 2001. Los golpes administrados por las tasas
de interés provinieron del exterior, comenzando en febrero,
1994, con la decisión del Banco de Reservas de los Estados
Unidos de aumentar las tasas de corto plazo y atravesando por
las crisis económicas de México, Asia, Rusia y Brasil
(1995-199).
Una de las razones por las cuales estas crisis internacionales
han tenido impacto tan severo en Argentina se debe a la política
económica que se siguió durante la última
década. La junta monetaria en particular, bajo cual la
moneda argentina se vinculó directamente al dólar
estadounidense, inmediatamente sufrió los cambios en la
política económica de los Estados Unidos y en las
fluctuaciones en el valor del dólar.
El acrecentamiento de las tasas de interés en los Estados
Unidos, empezando en febrero, 1994aumento de 3 al 6% durante
doce mesesencontró su igual en Argentina, con un
acrecentamiento adicional en la tan llamada prima de riesgo. La
crisis mexicana hacia fines de 1994 precipitó la salida
del capital argentino al exterior, conduciendo a una profunda
recesión a medida que el PIB disminuía 7.6% del
primer trimestre del 1994 al primero de 1996.
El aumento en el valor del dólar estadounidense luego
de abril, 1995, significó que el peso argentino comenzó
a valorizarse más de lo debido. Esto condujo al empeoramiento
del déficit de caja actual, empeorando la inestabilidad
económica creciente, lo cual, a su vez, condujo al acrecentamiento
de las tasas de interés. Aparecieron uno detrás
de otro la crisis asiática de 1997-98, el incumplimiento
de Rusia, y la flotación del real brasileño en Febrero,
1999.
La salida del capital
El impacto de estos eventos causaron una enorme fuga de capital
de la economía argentina, causando la recesión de
la cual el país nunca se ha recuperado.
Pero para los economistas que dirigen el FMI, cuyo programa
ha contribuido a la imposición del peor desastre económico
en la historia del país, el problema no es que ahora existe
demasiada pobreza, sino que no hay lo suficiente.
El ex jefe economista del FMI, Michael Mussa, ha insistido
que si la Argentina habría tenido mayor flexibilidad
en su sistema económico, sobretodo en los mercados de mano
de obra, habría sobrevivido el remolino de los últimos
años. Es decir, todo habría quedado saludable si
sólo los salarios hubieran disminuido aún más
y más rápido de lo que sucedió.
De acuerdo, el programa del FMI dicta que el gobierno central
y los de las provincias se aprieten el cinturón más.
Pero a pesar el primero tiene toda intención de obedecer
las órdenes, el Fondo todavía rehusa poner más
fondos de préstamo a disposición.
Según el informe, Parece que los postes continuamente
se mueven de tal modo que nuevas condiciones se añaden
luego que el gobierno se ha puesto de acuerdo para satisfacer
las previas.
[El informe] señala que otro informe reciente, escrito
por cuatro ex bancarios centrales de Europa y Canadá enviados
a la Argentina por el FMI para hacer recomendaciones sobre como
el país debería emprender la reforma de su sistema
bancario, concluyó lo siguiente: Se necesitarán
sacrificios, probablemente muchos más de los que la sociedad
ya ha aceptado.
A la vez, el FMI usa su autoridad en los mercados financieros
internacionales para asegurar que todas las fuentes de crédito
le nieguen crédito a la Argentina hasta que ésta
llegue a un acuerdo general con el Fondo. Hasta los préstamos
dirigidos directamente a los programas sociales, como el crédito
por $700 millones que el Banco Mundial ha concedido, han sido
congelados. Puesto que no existe ningún acuerdo, los créditos
para las exportaciones han sido difíciles de obtener.
Los autores del informe señalan que el acuerdo con el
FMI no ofrece ninguna solución a la Argentina, porque si
se cumplen las exigencias para reducir los gastos aún más,
habría una contracción en la economía,
la cual casi cierto prolongaría y/o profundizaría
la depresión actual.
Pero la perspectiva alterna que ellos ofrecen tampoco presenta
ninguna salida. Sostienen que aunque la crisis económica
es la más grave en la historia del país, existe
ciertas razones para considerar que la economía se
presta a una recuperación rápida que puede tomar
lugar sin financiamiento externo. Debido al colapso de la demanda
como consecuencia de la depresión y de la devaluación
de la moneda, la Argentina ahora posee una gran cuenta corriente
y un superávit de la balanza comercial.
De acuerdo, el gobierno debería utilizar sus recursos
para reactivar la economía directamente, después
de lo cual las inversiones privadas resumirían una vez
que los inversionistas no teman que la situación va empeorar.
Pero aún si la reactivación tomara lugar, la recuperación
económica no duraría mucho. Esto se debe a que cualquier
expansión económica significativa inmediatamente
presentaría la necesidad de vínculos más
ceñidos con la economía internacional y acceso al
crédito internacional.
Pero si el FMI se da con que sus exigencias inaceptables, éste
declararía, con el respaldo de la Tesorería de los
Estados Unidos, que el país se encuentra en incumplimiento
de sus deudas y le cancelaría toda fuente de crédito.
Según los autores del informe, sin embargo, esta opción
nuclear no es muy probable, puesto que sería muy
difícil, desde el punto de vista político, que el
FMI y la Tesorería estadounidense declaren que la Argentina
es una nación paria y que hagan cumplir el
embargo al crédito.
La economía internacional
Se llega a la conclusión que los autores son muy inocentes
o que tanto se han comprometido a la promoción de una perspectiva
nacional que conscientemente ocultan la verdadera manera en que
la economía internacional funciona.
Además, las soluciones que ellos mismos llaman criollas
se basan en negar los procesos económicos que han conducido
a la Argentina al colapso. Como señala el informe, contrario
al FMI, las raíces fundamentales de la crisis no se encuentran
en la economía argentina como tal, o en los programas nacionales,
sino en las violentas tormentas económicas internacionales
de la última década, cuyos efectos actualmente se
esparcen por toda Latinoamérica.
Como nota el informe: La prima de riesgo sobre la deuda
soberana de Brasil actualmente es peor que la de Nigeria, Uruguay
ha perdido una tercera parte de sus reservas durante el mes pasado,
y la entrada de capitales a la región ha disminuido severamente
durante el último año y medio.
Otras estadísticas ubican la crisis argentina en el
contexto de la pobreza que se le ha infligido a los pueblos de
América Latina como consecuencia de las reformas del tan
llamado mercado libre durante las dos décadas anteriores.
Según un artículo publicado el 16 de julio en
el Miami Herald , escrito por Max Castro,
investigador asociado de antigüedad en la Universidad de
Miami, el porcentaje de hogares en Latinoamérica que viven
en la pobreza (definida como ingresos insuficientes para satisfacer
las necesidades básicas) ha aumentado durante este período:
del 34.7% al 35.3%. En 1999, hubo 211 millones de pobres en Latinoamérica;
en 1980 hubo 136 millones.
La tasa de pobreza extrema (definida como insuficientes ingresos
para satisfacer las necesidades alimenticias) disminuyó
ligeramente de 18.6% a 18.5% durante el mismo período.
Pero el aumento de la población significa que, aunque la
tasa haya permanecido estacionaria, ahora hay mucho más
gente hambrienta que veinte años atrás.
A principios de la década del 90, cuando a la Argentina
se le elogiaba como modelo de la reforma, los campeones
del mercado libre capitalista sostenían que
su política y sus programas le traerían la prosperidad
y la democracia a toda la región desde Alaska a la Tierra
del Fuego.
Pero el sueño se ha convertido en pesadilla. Y no solamente
en Latinoamérica. Los mismos procesos que han causado tanto
daño por todo el continente también toman lugar
en los Estados Unidos. Este es el significado del colapso de la
burbuja económica y las revelaciones que el mercado
libre ha resultado ser no más que una maquinaria
para facilitarle a una pequeña minoríaa expensas
de la mayoría preponderanteel robo sistemático
de los recursos económicos.
Es el mismo universalismo de la crisis económica que
indica el programa político sobre el cual la clase obrera
argentina y de toda la región debe basar sus luchas.
Aunque las contradicciones y los vínculos de la economía
capitalista mundial han quebrado las bases de todo programa económico
nacional en la Argentina, en el resto de Latinoamérica
y hasta en el propio Estados Unidos, han creado las condiciones
objetivas para la unificación de la clase obrera en ambos
continentes para luchar por un programa internacionalista y socialista.
Esa es la perspectiva por la cual deben luchar los trabajadores,
la juventud y los intelectuales que simpatizan con el socialismo.
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