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Oponerse a la guerra contra Irak! ¡Establecer un movimiento
internacional contra el imperialismo!
Por Declaración de la Junta Editorial de la World
Socialist Web Site
2 Octubre 2002
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el autor
La World Socialist Web Site condena los planes de guerra
contra Irak y hace un llamado a todos los trabajadores, jóvenes
y oponentes al militarismo estadounidense y mundial para que lancen
un movimiento popular contra la guerra imperialista, y que se
opongan a Bush, a los Demócratas y a todos los representantes
de las corporaciones estadounidenses y de la élite política.
Al analizar un gran evento históricolos planes
de guerra mundial del imperialismo estadounidensees necesario
llamar a las cosas por su nombre y no dejarse confundir por la
propaganda de la Casa Blanca, del Pentágono y del Congreso
que los medios de prensa diseminan.
Lo que Bush propone, y que el Congreso se prepara a aceptar,
es una guerra de conquista por parte de la nación más
poderosa del planeta contra una de las más débiles.
Con las reservas petrolíferas de segunda importancia mayor
del mundo, Irak es un gran premio para Exxon Mobil, Chevron
Texaco y las demás corporaciones estadounidenses. Cuando
Bush habla de un cambio de régimen, se refiere
al reemplazo de un Irak independiente con un régimen semicolonial
con un títere a la cabeza estilo Hamid Karzai, presidente
actual de Afganistán. La labor del nuevo régimen
consistiría en ceder los recursos de Irak a los intereses
estadounidenses y británicos.
A Sadam Hussein lo pueden llamar de todo, pero eso no va a
transformar a Irak en una amenaza estratégica significativa
para los EE.UU. Las advertencias apocalípticas de Bush,
del vice presidente Cheney y de otros voceros del gobiernoque
advierten acerca de un ataque inminente de Irak contra los EE.UU.
con armas químicas, biológicas y nuclearesson
un intento cínico para influenciar la opinión pública.
Estas acusaciones son falsas. Bush, Cheney y compañía
lo saben, pero también saben que ni los medios de prensa
corruptos, ni el Partido Democrático, las van a poner en
tela de juicio.
Una guerra contra Irak crearía las condiciones para
mayores conflictos sangrientos, amenazas con muertes y destrucción
sin precedente. En un comentario reciente en el Washington
Post, el ex asesor de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski,
advierte que un ataque preventivo contra Irak podría tener
profundo efecto desestabilizador sobre toda la estructura de relaciones
internacionales. Brzezinski advirtió que los enemigos de
los EE.UU. lo pintarían como gangster mundial.
Este término revela más de lo que el ex asesor quería
decir: el gobierno de Bush se prepara para lanzar un ataque que
el resto del mundo percibe como acto criminal.
Agresión tipo Nazi
El gobierno de los EE.UU. se ha embarcado en un programa de
violencia militar y provocación política a nivel
no visto desde los días nazis. Esta comparación
no es ni imprudente ni retórica. Al proclamar públicamente
la doctrina de ataques preventivosen otras palabras, una
guerra con objetivos agresivos que se esconde bajo el manto de
la autodefensaBush y compañía se preparan
para perpetrar el crimen capital por el cual los líderes
de la Alemania nazi y el Japón imperial fueron juzgados,
encontrados culpables y ejecutados después de la Segunda
Guerra Mundial.
Hay razones para creer que los funcionarios del gobierno de
Bush están concientes de la posibilidad de ser enjuiciados
bajo el precedente establecido por Nuremberg, que encontró
a los nazis culpables del crimen de lanzar una guerra de
agresión porque invadieron, sin ninguna provocación,
a Checoslovaquia, Polonia, Dinamarca, Holanda y a otros países
vecinos. Es por eso que los EE.UU. alborotosamente desea excluir
a su personal militar y diplomático de la juridicción
del Tribunal Internacional de Crímenes, que se creó
bajo el auspicio de las Naciones Unidas para enjuiciar los crímenes
de guerra.
Como reportara el New York Times en un extraordinario
artículo el 7 de septiembre pasado, El gobierno de
Bush está cambiando su política al tratar de conseguir
que a los Estados Unidos se le excluya de la juridicción
del Tribunal Internacional de Crímenes, explicándole
a sus aliados europeos la razón fundamental: proteger a
los líderes principales del país que son acusados,
arrestados o llevados ante un tribunal por crímenes de
guerra, según declararon funcionarios del gobierno.
Estos funcionarios se refirieron a las aaciones jurídicas
que se habían entablado contra Henry Kissinger, ex secretario
de estado, en los tribunales de Chile y de los EE.UU., quienes
le habían imputado responsabilidad por los asesinatos horribles
que ocurrieron luego del golpe de estado de 1973 que, con el apoyo
de la CIA, inauguró la dictadura del general Augusto Pinochet.
Un alto funcionario le dijo al Times que al gobierno de
Bush le procupaban no las atrocidades que los soldados estadounidenses
podrían cometer, los futuros tenientes Calleys,
sino la posibilidad de juicios contra altos funcionarios
del gobierno por crímenes de guerra: el presidente Bush,
el secretario Rumsfeld y el secretario Powell.
Al tratar de pintar a Irak como amenaza mortífera, la
presidencia de Bush usa la técnica de la gran mentira
que perfeccionaran Hitler y Goebbles. Esta campaña se basa
en la ignorancia que el público tiene de los hechos más
elementales. Irak es un país pobre ya desvastado por el
ataque estadounidense hace una década. No es, ni puede
ser, una amenaza para los EE.UU., cuyo poder militar sobrepasa
al del cualquier país en el mundo.
En términos de población, Irak ocupa la posición
44 entre los países del mundo. En términos de área,
ocupa la posición 56. Estas dos estadísticas lo
sitúan por debajo de Afganistán. La desproporción
entre Irak y los EE.UU. en cuestiones económicas es aún
más impresionante. Su producto interior bruto fue $57 billones
en 2000, menor que la riqueza personal de un sólo estadounidense:
Bill Gates. La economía estadounidense, con sus $11 trillones,
es 200 veces mayor que la de Irak, cuya producción económica
apenas lo coloca bajo Burma y Sri Lanka y un poco por encima de
Guatemala y Kenya.
En tanto al poder militar, la brecha es aún mayor. En
la Guerra del Golfo de 1991, decenas de miles de reclutas iraquíes
fueron incinerados por las bombas, cohetes teledirigidos y otras
armas de tecnología avanzadae estadounidense. Por otra
parte, las bajas de los Estados Unidos fueron pocos cientos. En
la década que ha pasado, Irak se le ha sometido a un bloqueo
económico y a frecuentes bombardeos; las fuerzas armadas
iraquíes han sido reducidas a un tercio de lo que eran
en 1990. Mientras tanto, el Pentágono se ha armado hasta
tal punto que el presupuesto de guerra de los EE.UU. es mayor
que el de los próximos 25 países.
El carácter clasista de la guerra
El carácter fundamental de una guerra se define por
su índole clasista y la posición histórica
que ocupan los estados que participan en ella. Los EE.UU. es el
país imperialista más poderoso del mundo y trata
de dominar al mundo. El ataque que ha planeado contra Irak es
la culminación de dos décadas de agresiones crecientes
durante las cuales las fuerzas estadounidenses han bombardeado,
atacado, ocupado u organizado levantamientos armados en más
de una docena de países: Nicaragua, Panamá, Granada,
Haití, Somalía, Sudán, Libia, Líbano,
Irak , Irán, Afganistán y los varios estados y fragmentos
de lo que era Yugoslavia.
Irak es un país cuyo origen se encuentra en la opresión
colonial. Por décadas fue gobernado por la Gran Bretaña,
la cual dividió el territorio del Imperio Otomano luego
de éste caer. Desde fines de los 1950, cuando el último
monarca designado por los británicos fue derrocado, el
país ha sido gobernado por una serie de regímenes
nacionalistas burgueses apoyados por los militares que trataron,
a través de la Guerra Fría, de balancearse entre
los EE.UU. y la Unión Soviética.
Después de la revolución iraní de 1979
que derrocara al Sha, aliado principal de los EE.UU. en el Golfo
Pérsico, el presidente iraquí Sadam Hussein se ofreció
como sustituto. Washington, quien recibiera con entusiasmo la
invasión de Irán por éste en 1980 , estableció
estrechas relaciones con Bagdag y canceló el embargo de
la venta de armas al régimen y le proporcionó a
los militares iraquíes fotografías aéreas
de los movimientos de las tropas de Irán.
Aunque el gobierno de Bush hoy se vale de la posesión
de armas químicas por parte de Irak como casus belli,
no se digna en referirse al orígen de esas armas. El gobierno
de Reagan apoyó la adquisición y el uso de armas
químicas por parte de Irak para evitar una victoria iraní.
Los EE.UU. proporsionó la información necesaria
para que Irak atacase con gases a miles de soldados iraníes.
El argumento de los funcionarios del gobierno es que uno de
los crímenes de Sadam Hussein fue iniciar la guerra contra
Irán, donde murieron más de un millón de
personas. Ellos saben muy bien que éste es un crímen
en el cual el gobierno de los EE.UU. comparte una gran responsabilidad,
incluyendo funcionarios del gobierno actual , tales como el secretario
de defensa Donald Rumsfeld, quien era el enviado especial de Reagan
en el Oriente Medio y que presionaba a Hussein para que matara
la mayor cantidad posible de jóvenes iraníes.
Fue sólo después de la invasión de Kuwait
en 1990 que el líder iraquí entró en conflicto
con los EE.UU. Rápidamente fue transformado, a través
de una campaña lanzada por el gobierno estadounidense para
convertirlo en demonio y de una prensa que frecuentemente ha siso
usada para convertir a los amigos de ayer en los enemigos de hoy,
como fue el caso de Manuel Noriega en Panamá, Mohamed Aideed
en Somalía, Slobodan Milosevic en Yugoslavia, y hasta Osama
bin Laden (ayer luchador por la libertad antisoviético;
hoy terrorista jurado). A Hussein le llegó el turno de
ser catalogado como monstruo de Bagdag, el nuevo Hitler que podría
ocupar toda la región del Golfo Pérsico y, por lo
tanto, amenazar el control que EE.UU. tiene sobre los recursos
petrolíferos.
Doce años después de la destrucción de
la mayor parte de la maquinaria militar de Irak, la Casa Blanca
ya no puede usar el pretexto que Sadam Hussein trata de conquistar
a sus vecinos a través de la fuerza. En su lugar, en las
postrimerías del ataque del 11 de septiembre, el gobierno
de Bush ha creado una nueva justificación para irse a la
guerra contra Irak: la posibilidad de una alianza entre el gobierno
secular de Irak y los fundamentalistas árabes de Al Qaeda,
quienes en incontables ocasiones han llamado al derrocamiento
de Hussein.
¿Cuáles son los verdaderos objetivos
de guerra de Washington?
* Primero, la ocupación de Irak y el control
de los recursos petrolíferos. Esto produciría
enormes beneficios para los monopolios de energía que ejercen
gran influencia sobre la política exterior estadounidense
en general, y que dominan al gobierno de Bush en particular. El
control de los recursos petrolíferos no sólo provee
un beneficio económico, sino que le da a los EE.UU. una
enorme ventaja política y estratégica. Al apoderarse
del petróleo de Irak, los EE.UU. fortalecerá su
posición contra sus propios aliados en Europa y Asia, que
son dependientes de la exportación de petróleo del
Golfo Pérsico, así como también contra Rusia,
China y los regímenes del Oriente Medio y África
del Norte. Luego de expander su influencia militar en Asia Central
con la guerra de Afganistán, los Estados Unidos, con la
conquista de Irak, le daría a su élite dirigente
un dominio indiscutible en las dos regiones de producción
petrolífera más importantes.
* Segundo, la expansión mundial del poderío
militar estadounidense. Un protectorado estadounidense
en Irak proveería el punto de partida para guerras futuras
en la región y sus alrededores. El objetivo directo podría
ser Irán, país vecino rico en petróleo. Existe
una campaña activa dentro de los círculos políticos
para tomar acción militar contra Arabia Saudita. Se ha
mencionado a Sudán, Yemén, Libia y Siria como objetivos
potenciales.
* Tercero, mantener el control político en el
interior del país. Bajo condiciones de la creciente
desigualdad económica y social, además de la insatisfacción
popular con el sistema político, las capas dirigentes buscan
mantener el control ideológico y político desorientando
a la población y justificando sus quejas con la guerra
contra el terrorismo. La guerra es elemento crítico
para mantener la estabilidad en el interior del país. En
nombre de la seguridad nacional y las exigencias de la guerra,
el gobierno está llevando a cabo un despiadado ataque contra
los derechos democráticos, echando las bases para un estado
autoritario.
¿Cuáles serán las consecuencias? Aun si
se aceptara la posibilidad de una rópida victoria estadounidense,
está claro que, para lograr este objetivo, el gobierno
está dispuesto no sólo a sacrificar vidas estadounidenses,
sino a aniquilar un sin número de iraquíes. El gobierno
que intenta tomar semejantes acciones forzaría al pueblo
estadounidense a participar en un crimen enorme, que sería
de las peores atrocidades de la historia moderna.
Para que los EE.UU. derroque al régimen de Irak e instale
un gobierno títere se va a necesitar un bombardeo bestial
mayor que el de la primera Guerra del Golfo. Los militares estadounidenses
están planeando destruir a Bagdag y todas las otras ciudades
importantes. Combinarán enormes bombardeos con combates
urbanos contra soldados y la población civil. La cantidad
de muertos podría llegar a decenas o a cientos de miles.
Tampoco se puede descontar que los EE.UU. use armas nucleares.
Aquellos que apoyaron la guerra contra Afganistán y que
ahora apoyan la guerra contra Irak tendrán que asumir reponsabilidad
por las guerras del futuro, las cuales ya el Pentágono
planea. En las maniobras militares más recientes, conducidas
el mes pasado, se incluyó el simulacro de la invasión
estadounidense de Irán en 2007.
La mentira del debate público
La reunión del presidente Bush en la Casa Blanca con
un grupo de líderes congresistas el 4 de septiembre marcó
el inicio de una propaganda común para abrirle camino a
una invasión estadounidense y a la ocupación militar
de Irak. Bush aceptó un voto del congreso que autoriza
la acción militar contra Irak sólo despuésde
haber recibido la promesa del apoyo bipartita para que se adopte
tal resolución.
El tal llamado debate toma lugar bajo condiciones
en que los dirigentes Demócratasdesde el candidato
presidencial de 2000, Al Gore, hasta el líder Demócrata
de la Cámara de Diputados, Dick Gephardthan declarado
su apoyo a la acción militar contra Irak. Ni un senador,
ni un diputado, ha puesto en duda el fundamento de la política
bélica de Bush: es decir, que los EE.UU. tiene el derecho
de invadir a Irak y derrocar su régimen.
La premisa de cualquier debate democráticoinformación
pública y honesta, la participación del público,
la existencia de una oposiciónno aparece en el debate.
Tanto Bush como sus críticos en el interior de los círculos
políticos aceptan la premisa común: que Sadam Hussein
es un monstruo; que Irak es una amenaza para los EE.UU.; que los
EE.UU. es una fuerza que aboga por la paz y la democracia en el
Oriente Medio; que las acciones militares estadounidenses nunca
tienen carácter rapaz, sino que son para la autodefensa,
etcétera.
Pero en realidad estos argumentos se desmoronan cuando se analizan
de manera seria:
* Sadam Hussein se está armando para la destrucción
de masas. Como ya hemos visto, Hussein inicialmente adquirió
las armas como aliado e instrumento de la política extranjera
estadounidense contra Irán. La gran mayoría de estas
armas fueron destruidas en la década del 90 bajo tutela
la ONU. El ex inspector de armas de la ONU, Scott Ritter, ha rechazado
categóricamente las acusaciones que Irak ha reconstruido
significativamente la capacidad de armas. Si la historia de otras
falsificaciones se toma en cuentacomo el notable incidente
del Golfo de Tonkin, que fue pretexto para la intervención
estadounidense en Vietnamdentro de unos cuantos años,
mucho después de haber terminado la guerra contra Irak,
aparecerán pequeñas noticias en la prensa estadounidense
acerca de que Irak nunca fue dueño de armas para la destrucción
de masas y que tal noticia fue creada de la nada como pretexto
para entablar la guerra.
Es extraordinario que sólo los gobiernos de los EE.UU.
y la Gran Bretaña crean en la mentira que Sadam Hussein
tiene un arsenal de armas nucleares, biológicas y químicas.
Ninguna de las otras potencias europeas ha aceptado los alegatos
que Irak presenta un problema. Y ninguno de los países
del Oriente Medio, con la excepción de Israel, que tiene
interés indiscutible en la destrucción de un país
árabe, tampoco los ha aceptado.
Aún si fuera cierto que Irak aún tiene armas
prohibidas por la ONU, ¿desde cuándo la mera posesión
de tales armas ha sido suficiente base para invadir a un país?
Desde la Segunda Guerra Mundial, Rusia, China, Gran Bretaña,
Francia, India, Pakistán e Israel se han unido a los EE.UU.
en cuanto a la posesión de armas nucleares. Docenas de
países poseen la capacidad de montar armas químicas
y nucleares en materia de varios meses. Sin embargo, a lo largo
de todo ese período, ningún gobierno estadounidense
se ha ido a la guerra por tal asunto. Al contrario; la política
estadounidense ha sido la de iniciar un diálogo diplomático
acerca del control de las armas, resultando en tratados para restringir
la proliferación de armas nucleares, reducir el arsenal
de armas y eliminar la pruebas nucleares y los experimentos con
armas biológicas.
Sadam Hussein no tiene la capacidad para atacar a los EE.UU.
directamente y tampoco tiene razón para entregarle estas
armas a terroristas que son sus enemigos políticos. Irak
no tiene la capacidad para lanzar cohetes teledirigidos de largo
alcance y nunca ha tratado de desarrollar esa capacidad. Tampoco
usó armas químicas durante la Guerra del Golfo de
1991, cuando los Estados Unidos lo amenazó con armas nucleares
y el primer gobierno Bush dio la seguridad que su objetivo era
expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait y no ocupar Bagdad.
Si Irak todavía posee armas químicas, existe un
solo caso en el cual estaría dispuesto a usarlas, con la
posibilidad de consecuencias desvastadoras: la invasión
de tropas estadounidenses en el corazón del país.
* Sadam Hussein infringe las resoluciones del Consejo
de Seguridad de la ONU. Puede que ésto sea cierto,
pero tantas resoluciones de la ONU pertinentes a Irak se han adoptadoy,
legitimado la inanación de la población a través
del bloqueoque sólo un régimen títere
de los EE.UU. podría haber cumplido con ellas. ¿Pero
desde cuándo la violación de las resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU ha sido la base para la acción
armada unilateral de los EE.UU.? Israel infringe las resoluciones
de la ONU de manera más flagrante que Irak y la Casa Blanca
no le declara guerra al estado que ha ocupado a Cisjordania y
la Franja de Gaza por más de 35 años desde la Guerra
de los Seis Días.
Cuando a EE.UU. le conviene, usa a la ONU como pantalla encubridora
para sus acciones agresivas. En otras ocasiones, ha ignorado a
la ONU con impunidad. Por más de una década, los
aviones estadounidenses y británicos han bombardeado objetivos
en el norte y sur de Irak, patrullando la llamada zona de
no vuelo que Washington ha declararado sin permiso de la
ONU. El propio gobierno de los EE.UU. contaminó la inspección
de la ONU en Irak cuando infiltró a agents de la CIA en
la UNSCOM con tal de identificar los objetivos para el bombardeo
estadounidense y estudiar los movimiento de Sadam Hussein para
planear futuros intentos de asesinato.
El gobierno de Bush insiste que sus acciones militares no están
sujetas al Consejo de Seguridad de la ONU, y que el ataque contra
Irak no está sujeto a la aprobación del Consejo
de Seguridad. He aquí un criterio de dos caras bien claro:
Irak debe subordinarse a la ONU o ser destruido, pero los EE.UU.
puede hacer lo que quiera.
* Sadam Hussein es un dictador que oprime a su pueblo.
De nuevo cierto, pero la política estadounidense
en el extranjero por más de cincuenta añosen
el Oriente Medio y el resto del mundoha consistido, en gran
parte, en fomentar y apoyar semejantes regímenes. Muchos
de éstos, inclusive el Sha de Irán, la monarquía
saudita y las muchas dictaduras militares en Turquía, han
sido tan bárbaros como el de Sadam Hussein. Los EE.UU.
también ha financiado y apoyado sistemáticamente
a los grupos fundamentalistas islámicos como instrumentos
de lucha contra la Unión Soviética y al nacionalismo
secular árabe.
En su esfuerzo para asegurar el apoyo internacional, o por
lo menos lograr el consentimiento para la próxima guerra
contra Irak, el gobierno de Bush le ha dado luz verde a la bestial
represión militar que el gobierno ruso lleva a cabo en
Chechnya; la represión china contra los separatistas uighur
en Xinkiang; la represión turca contra los kurdos; y a
muchas otras infracciones de los derechos democráticos
y humanos.
Lejos de representar un baluarte de la democracia, los EE.UU.
intrínsecamente se opone a las aspiraciones democráticas
de las masas árabes, que inevitablemente entran en conflicto
con el control de los recursos petrolíferos por parte de
los EE.UU., así como también con el apoyo que éste
le brinda a Israel. La ocupación estadounidense de Irak
sería de carácter intensamente salvaje y represivo.
En comparación, la ocupación israelí de Cisjordania
y Gaza parecería casi benigna .
Un gobierno de criminales
El gobierno de Bush habla incesantemente del cambio de
régimen en Irak. El World Socialist Web Site,
socialista y partidiario de los derechos democráticos,
se opone implacablemente a las política nacionalista-burguesa
y a los métodos dictatoriales de Sadam Hussein. Pero derrocar
su régimen es deber del pueblo iraquí, no del gobierno
de los Estados Unidos.
Mucho más importante para el mundo es el cambio
de régimen que ya ha tomado lugar en los EE.UU. El
gobierno de Bush representa el advenimiento al poder de elementos
criminals dentro de la clase dirigente estadounidense. Esta no
es una exageración: por sus métodos políticos,
su base social y su política exterior, el gobierno de Bush
es la personificación del gansterismo.
Este gobierno es consecuencia de una prolongada campaña
basada en la subversión política de la extrema derecha
y en la conspiración para desestabilizar al gobierno anterior;
campaña que culminara en el juicio político de Clinton,
seguido por el robo de las elecciones presidenciales de 2000.
El gobierno de Bush ha reclutado a sus funcionarios más
importantes de una capa social cuya corrupción sistemática
ha salido a la luz en los recientes escándalos empresariales
durante el último año. El secretario del ejército,
Thomas White, es ex ejecutivo de Enron. El vice presidente Dick
Cheney se encuentra bajo investigación por fraude de contaduría
relacionado a su labor anterior como ejecutivo máximo de
Halliburton, empresa de construcción en el campo de la
energía. El propio Bush y el secretario de la tesorería,
Paul O'Neil, ambos son ex ejecutivos, mientras que otros altos
funcionarios del gobierno se desempañaron como cabilderos
en las industrias de la energía, de la farmacia y automotriz.
Cuando Bush ingresó a la Casa Blanca, hacía alarde
que su gabinete, formado por jefes de empresa, iba a manejar al
gobierno como si fuera un comercio, lo cual ha resultado cierto:
el gobierno de Bush personifica todos los métodos de Enron,
WorldCom, Global Crossing, Tyco y una docena
de otros casos famosos de corrupción empresarial.
La política extranjera de este gobierno es una extensión
de su política interior a nivel mundial. Personas que alcanzaron
el poder a través del fraude y del crimen ahora deciden
sobre la guerra y la paz. Usan los recursos políticos y
militares del gobierno estadounidense para expander los intereses
de la sección más rapaz de la élite empresariallos
monopolios de energía, la industria de armas, los conglomerados
financierosque buscan extraer ganancias por medio de la
explotación del globo terráqueo.
Medidas de guerra no sólo se llevarán a cabo
contra objetivos extranjeros, sino también contra el mismo
pueblo estadounidense. Ya el gobierno ha empezado a catalogar
de criminales a los disidentes políticos. Manifestantes
anti-Bush han sido arrestados, golpeados y encarcelados por expresarse
contra la guerra en Irak. Bush ha declarado que, en una guerra
contra el terrorismo, están con nosotros o están
contra nosotros. La lógica de esta política
es tratar a toda oposición social contra el gobierno como
si fuera traidora.
La guerra y la lucha por el socialismo
La lucha contra la posibiblidad guerra contra Irak está
vinculada a la lucha contra toda la estructura política
y social de los EE.UU. En el último análisis, el
gobierno de Bush y la política que emana de él son
consecuencias de esa estructura. La guerra se ha convertido en
el programa de la élite dirigente de los EE.UU. porque
no le encuentra ninguna salida a la profunda crisis socioeconómica
que sufre.
El World Socialist Web Site se separa de todos aquellos
presuntos críticos, incluyendo cierta sección del
Partido Democráta, que buscan aconsejar al gobierno de
Bush acerca de como mejor conseguir sus fines en el Oriente Medio
y a nivel internacional. Como socialistas, no consideramos que
la política del gobierno estadounidense expresa intereses
legítimos u honestos, para no decir que no reflejan la
voluntad democrática del pueblo estadounidense. Nos oponemos
a la política del gobierno de los EE.UU. y laboramos para
que se desarrolle un poderoso movimiento del pueblo trabajador,
tanto en los EE.UU. como a nivel internacional, contra el imperialismo
estadounidense.
Estel movimiento debe de basarse en un programa socialista,
porque la guerra imperialista es la consecuencia inevitable de
las contradicciones del sistema capitalista, sobre todo en el
centro más poderoso del capitalismo mundial, EE.UU. En
comparación a sus días de gloria a mediados de Siglo
XX , EE.UU. ya ni es potencia en ascenso ni tampoco puede cubrir
sus aspiraciones mundiales con la retórica de la democracia.
Dos hechos fundamentales expresan la decadencia histórica
del capitalismo estadounidense. Internacionalmente, EE.UU. ha
perdido su posición como fuerza mundial dominante. Se enfrenta
a poderosos rivales capitalistas en Europa y Asia, a un enorme
déficit en su comercio exterior y en su balanza de pagos,
lo cual presagia la bancarrota nacional. En el interior del país,
la polarización socioeconómica sin precedente afecta
toda la sociedad estadounidense. La población se divide
entre un sector pequeñísimo que goza de una riqueza
si precedente, y la gran mayoría del pueblo trabajador,
cuyo nivel de vida ha permanecido igual o declinado y que se enfrenta
a una creciente inseguridad en cuanto al empleo, las pensiones,
la salud y los servicios públicos.
A esto se debe la decadencia de la democracia en los EE.UU.,
acelerada por las medidas represivas que se pusieron en práctica
a partir del 11 de Septiembre. Es imposible mantener las formas
democráticas en una sociedad en la cual una pequeña
minoría controla toda la riqueza y mantiene al resto de
la población presa a sus intereses de lucro.
El surgimiento del militarismo estadounidense a nivel mundial
es profunda confirmación del análisis marxista del
imperialismo. Todas las características fundamentales que
Lenin identificara principios del Siglo XXla ocupación
colonial de países, las luchas armadas para apoderarse
de los recursos naturales, la política interior reaccionaria
forman parte del programa del gobierno de Bush.
El gobierno de los Estados Unidos usó oportunistamente
los trágicos sucesos del 11 de septiembre de pretexto para
establecer, en el extranjero y en el interior del país,
el programa de las fuerzas más reaccionarias de la élite
política empresarial. Y el papel del gobierno en no prevenir
los ataqueso en conscientemente permitirlostodavía
no se ha investigado.
Para el pueblo trabajador, la lucha contra la guerra imperialista
y la defensa del nivel de vida y los derechos democráticos
son dos caras de la misma moneda. La única fuerza capaz
de detener a los agitadores belicistas de la Casa Blanca y del
Pentágono es el movimiento popular contra el militarismo
y la guerra dirigido por la clase obrera en contra de la élite
dirigente y sus dos partidos. Para nada se puede confiar en que
el Congreso y los Demócratas se opongan a los planes de
guerra de Bush. A fines de cuenta, estas fuerzas representan los
mismos intereses sociales y defienden el mismo sistema que Bush.
La World Socialist Web Site y el Partido Socialista
por la Igualdad están dedicados a fomentar un movimiento
independiente de la clase obrera contra la guerra y por la defensa
de los derechos democráticos.
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