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Cuarto Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos
AiresPrimera parte
Todavía persisten varios problemas, aún cuando
las condiciones han cambiado
Por David Walsh
22 Junio 2002
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el autor
Esta es la primera parte de una serie de artículos
sobre el Cuarto Festival Internacional de Cine Independiente de
Buenos Aires.
El Cuarto Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, llevado
a cabo del 18 al 28 de abril, se celebró bajo las condiciones
económicas y sociales transformadas que dominan en Argentina.
En diciembre estalló una rebelión popular contra
el gobierno de Fernando de la Rua por éste tratar de imponer
medidas de austeridad. Por todo el país se produjeron saqueos
de tiendas y supermercados y confrontaciones violentas con la
policía. Por lo menos murieron 26 personas en las batallas
callejeras. Luego de una manifestación de masas en la Plaza
de Mayo en Buenos Aires, de la Rua fue obligado a fugarse del
palacio presidencial.
Durante las próximas horas y días, se intentó
establecer un gobierno tres veces, pero cada esfuerzo terminó
en fracaso hasta que el peronista Eduardo Duhalde fue nombrado
presidente a principios de enero. El 7 de enero, el nuevo gobierno
anunció la devaluación del peso en casi 30%, desatando
así toda una nueva ola de ataques contra las normas de
vida de la clase obrera y la clase media.
En relación al dólar, el peso ha disminuido en
70%; los precios han aumentado más de 40%, con consecuencias
devastadoras para los sueldos y pensiones. Solamente durante la
primera semana de abril el precio de las mercancías y los
servicios aumentaron 3.5%. Oficialmente ahora se reconoce que
tres millones de personas están desocupadas, lo cual constituye
más del 20% de la fuerza laboral. Más de 200,000
trabajadores han perdido sus puestos desde el primero de enero.
Treinta mil tiendas pequeñas han quebrado en Buenos Aires.
Una encuesta del gobierno indica que 49% de la población
ahora vive por debajo del índice que marca la pobreza,
incluyendo el 56% de los niños. El Fondo Monetario Internacional
está dispuesto a hacer préstamos, pero exige que
los gastos de los servicios sociales se reduzcan radicalmente.
En abril, al renunciar otro ministro de la economía,
Duhalde declaró que si el parlamento rechazaba sus propuestas,
sólo Dios sabía lo que iba a pasar. Esto fue una
admisión, por parte de los círculos gobernantes
y sus voceros políticos, de su bancarrota política
y moral; no son capaces de ofrecer ninguna solución progresista
a la crisis argentina.
Duhalde no se postulará para ninguna elección.
Intenta cumplir, sin ningún respaldo popular, los dos últimos
años del plazo presidencial de De la Rua.
Las manifestaciones contra el gobierno en diciembre se hicieron
bajo la insignia de ¡Afuera con todos [los políticos]!
. La verdad es que ninguno de los partidos políticos argentinos
goza del apoyo de las masas, quienes tampoco le tienen fe. No
obstante, los obreros argentinos hasta ahora no han podido intervenir
en esta crisis de manera independiente, pues sufren del mismo
mal que aflige a la clase obrera en todas partes: la falta de
perspectiva y dirección.
Comparando el Buenos Aires de 2001 con el Buenos Aires del
2002, las diferencias son notables. Hay mucho más gente
sin hogar en las calles, y los vendedores de baratijas andan por
todas partes. Muchas tiendas, sobretodo las que venden mercancías
importadas, han cerrado sus puertas. Líneas se forman en
lugares donde se intercambian monedas, con la gente canjeando
sus pesos por dólares y vise versa. Personas aparentemente
desesperadas llevan carteles, ofreciendo hacer cola por dinero,
sustituyendo a personas que no quieran hacer línea afuera
del Banco Nacional, donde la el precio del dólar es más
favorable. Se rumora que los camareros de estacionamiento ahora
llevan matracas o porras de policía.
Pero los cambios intelectuales y psicológicos son aún
más evidentes. Los sectores más privilegiados de
la juventud están abandonando al país por montones
y se van a Europa o a los Estados Unidos. Pero eso no es todo.
También se ven muchas caras tristes y deprimidas. Nada
de esto es sorprendente. Existen, sin embargo, personas que seriamente
están luchando con las implicaciones de la crisis. Este
año fue posible llevar a cabo conversaciones no sólo
acerca de la crisis argentina, sino de todo un año de cataclismosel
ataque terrorista del 11 de septiembre y sus consecuencias, la
política rapaz y descabellada del gobierno de Bush por
todo el mundoy del estado del cine internacional y las implicaciones
de la crisis mundial del capitalismo para los artistas y los intelectuales.
El festival de cine independiente en Buenos Aires casi se convierte
en víctima de la crisis económica cuando casi pierde
80% de sus fondos. Fue sólo el esfuerzo de último
momentola asistencia del festival de cine de Rótterdam
y varias contribuciones generosas de tiempo y dineroque
pudo salvarlo. Los organizadores no están nada seguros
que podrán celebrarlo el próximo año. Eso
sería un golpe duro.
El contenido de este artículo sobre el festival de cine
en Buenos Aires, pues, consistirá no solamente de comentarios
acerca de las películas, sino también de conversaciones
y debates acerca de asuntos políticos y sociales.
Las películas argentinas
¿Cómo han reaccionado los realizadores de películas
y los intelectuales a la crisis? Ninguna de las películas
argentinas presentadas fueron filmadas después de los eventos
de diciembre, pero ya hacía tiempo que la polarización
social y el desastre económico para las masas habían
emprendido su marcha. La explosión popular fue consecuencia
inevitable de condiciones más y más intolerables,
pero, tal como parece haber sucedido, ¿por qué debería
haberle sorprendido a alguien?
El año pasado notamos que, en su gran mayoría,
los nuevos directores argentinos sufrían de los mismos
males que sus contrapartes en otros rincones del mundo: la superficialidad,
una inquietud exageradamente ego centrista, la falta de urgencia
y una preocupación con asuntos secundarios y hasta insignificantes.
Aun cuando sus películas tocaban temas o condiciones sociales,
solían expresar cierta satisfacción consigo mismas,
que indica que el interés verdadero de sus realizadores
está en otras cosas. No se sentía que los artistas
participan en una lucha a muerte con la realidad y consigo mismos,
comprometidos a encontrar la verdad a todo precio. Si la enajenación
de la juventud o de sectores de la clase obrera aparece como tema
repetido, ésta, increíblemente como parezca, no
presenta nada nuevo. Casi nunca se explora el contexto histórico,
no importa lo integrado que esté en las obras y el cual
haría comprensible los sentimientos de enajenación.
No existe ninguna razón para cambiar de opinión
luego de ver ciertas películas, tales como Un día
de suerte (Sandra Gugliotta) o Cabeza de palo (Ernesto
Baca), y compararlas a las del año pasado: Sólo
por hoy (Ariel Rotter), Vagón fumador (Verónica
Chen), Taxi, un encuentro (Gabriela David) o La libertad
(Lisandro Alonso).
Esas películas, aún cuando representan diferentes
puntos ideológicos del mapa, comparten ciertas características:
han sido realizadas con inteligencia, con cierta sensibilidad
y compasión (y estética), pero dan por supuesto
las apariencias superficiales de la realidad social y fracasan
en investigar o tratar encontrar una verdad más profunda.
A fin de cuentas, los análisis que ofrecen de la situación
e inconformidad de la juventud tienden hacia lo superficial y
esquemático. Ofrecen muy poco que ya no sepamos, que ya
no haya aparecido en relatos periodistas del mal argentino. Es
decir, estas películas, al no tratar de comprender el problema,
expresan la misma confusión y parecen extraviadas en el
mar. Tienen una gran ignorancia del tema.
En Un día de suerte (Valentina Bassi), Elsa se
gana la vida desempeñando varios trabajos extraños
(y humillantes): pasa volantes que anuncian pastillas contra la
tensión nerviosa a motoristas y a peatones que sufren de
ella; se viste con ropa ridícula para trabajar en restaurantes
de comida rápida. ¿Qué desea? Ser feliz,
hacer lo que me gusta, tener un poco de plata, y estar con gente
que me cae bien. Lo cual es bastante razonable.
Luego de un lazo amoroso con un italiano, Elsa resuelve irse
a Italia y dejar atrás los empleos que no le dan ninguna
posibilidad de avanzar, al novio que vende drogas y a la crisis
argentina. En realidad, el viaje a Italia tiene su ironía:
su abuelo había llegado a Argentina de Italia para escapar
la pobreza y buscar una vida nueva.
El abuelo es un viejo anarquista, o algo parecido, que se aferra
a sus ideales contra el statu quo. Estallan manifestaciones
en Buenos Aires, pero Elsa las ignora. Es posible que la directora
critique a Elsa por la falta de interés en las manifestaciones
y en la política. Pero el enfoque es demasiado angosto
y nos deja con sólo dos alternativas: o moralejas y acusaciones
contra Elsa o una adaptación a su punto de vista. Pero
parte del dilema de Elsa es un problema objetivo, que es
internacional, de toda una generación. Ya no convence a
nadie que el participar en manifestaciones, no importa lo militante
que ésta sea y aunque se quemen llantas, necesariamente
ofrezca alguna solución. De nuevo nos damos con la falta
de contexto históricocausa del estado psicológico
actualy sin él no es posible tener visión.
A esta película le hace falta el pathos, la compasión
sufrida, que otorga la distancia.
Un día de suerte plantea dilemas interesantes,
pero no los investiga más profundamente. Las escenas con
los chicos de la clase obrera, basadas en estereotipos, dan la
impresión de no ser muy sinceras, y reflejan el punto de
vista de la clase media. El tráfico de drogas y otros temas
se pueden predecir a leguas.
La película da la sensación de ser un estudio
sociológico que quiere darle carne y hueso a su contenido.
Es este aspecto, la película tiene su valor, pero no es
lo mismo que el arte más avanzado. Su fortaleza se encuentra
en Valentina Bassi, actriz de gran magnetismo. Cuando se queda
sola, sin tener que batallar con el diálogo forzado, la
película se resucita. (Bassi tiene el talento como para
convertirse en estrella de cine, esperamos que lo haga.) En el
contraste entre la espontaneidad de su actuación y la estructura
inerte de la obra se encuentra lo esencial del problema: como
explorar y transformar, de manera estética, la situación
actual en todas su complejidades, tragedias y posibilidades. Esta
es una dificultad frente a la cual se encuentran las películas
de todos los países, no sólo las de Argentina.
Cabeza de palo, del director Ernesto Baca, es una película
muy consciente de sí misma, fundamentalmente una bobada
acerca de un chofer de autobuses que termina filmando películas
pornográficas. Toman lugar varios interludios eróticos
desorientados que no convencen, lo cual me indicas que el director
se está esforzando demasiado. Eso también es una
tendencia internacional.
La reacción a la crisis social del momento quizás
sea más fácil para los realizadores de documentales.
Como en otros lugares, es posible que en Argentina ahora mismo
tengan cierta ventaja. Tomará tiempo para que las implicaciones
de los enormes cambios que se dan en los asuntos mundiales entren
en subconciencia de los artistas y les llegue a los huesos.
Las Palmas, Chaco (Alejandro Fernández Mouján)
fue de las películas mejor realizadas. Examina las consecuencias
que resultan del cierre, en 1991, de un ingenio de que domina
la fuente empleo en una remota región de Argentina. En
cierto sentido, la trama que se desenlaza es familiar. Vemos metraje
de la fábrica y sus bienes puestos en subasta pública
en 1993. El subastador anuncia que esta es la nueva Argentina,
sin regulaciones para las empresas privadas y buscando convertir
a las compañías estatales en propiedad privada.
Las consecuencias para los trabajadores son terribles.
Las voces, frustradas e iracundas, son bastante claras: Ni
a nuestras sombras le tenemos fe; He estado sin empleo
desde que cerró la fábrica. Uno de los trabajadores
explica que empezó a cortar caña desde los nueve
años y que había recibido una carta de la
gente de la caja del seguro social informándole que
no tenían ningún dato acerca de haber sido empleado.
Fue como si yo nunca hubiera trabajado. Y entonces
muestra su desprecio hacia los políticos: Son la
gente de arriba que recibe educación. Los que tienen el
dinero nunca la darán a uno la oportunidad.
A un ex trabajador del ingenio, quien posee un pequeño
terreno de tierra, lo acosa un policía local, quien quiere
sacarlo de su propiedad: Si en realidad esto es una democracia,
no se por qué la ley se pone al lado con estos matones
en uniforme. Una mujer le dice al director [del documental]:
El gobernador cree que somos hormigas. Nos tira un poco
de azúcar y pan y eso es todo. Pero somos humanos.
Otro dice, Tenemos el derecho de vivir tal como el gobernador
y el presidente viven. Ellos lo tienen todo. El director
evidentemente queda conmovido, y nosotros también.
H.I.J.O.S (Carmen Guaraní y Marcelo Céspedes)
es un documental acerca de la organización cuyo nombre
es ese acrónimo: Hijos por la identidad y la Justicia contra
el Olvido y el Silencio. La organización trata de juntar
a los hijos de las 30,000 personas que desaparecieron y fueron
asesinados por la dictadura militar que rigió a Argentina
entre 1976 y 1983 con el respaldo de los Estados Unidos.
Una de las actividades principales del grupo es organizar escraches
de los ex miembros del régimen militar y de los oficiales
militares y de la marina que condujeron la tortura. Los jóvenes
se aparecen en el vecindario del individuo, erigen cartéles
que describen los delitos que perpetró, y se reúnen
en frente de su casa. Gritan: ¡Asesino! ¡Cárcel
de homicidios!¡Cárcel de torturas! ¡Te seguiremos
por todas partes, como a los nazis!
Somos testigos a varios relatos trágicos de hijos cuyos
padres participaron en varios grupos izquierdistas y guerrilleros,
tales como los Montoneros, el Ejército Revolucionario del
Pueblo y semejantes. Los hijos nunca más volvieron a ver
a sus padres.
En uno de los momentos más conmovedores, una joven visita
la tumba de su padre. La espera un mensaje: Porque nunca
pudiste aguantar la miseria, la explotación y la injusticia,
luchaste junto a otros y decidiste morir parado y no de rodillas,
estamos orgullosas de ti. Tus hijas.
Muchos de los que torturaron y masacrarony que inclusive
participaron en los vuelos de la muerteen los
que prisioneros eran arrojados al mar desde helicópteroscontinuaron
en los gobiernos post dictadura de Alfonsín y Menem. Uno
de ellos es el cuñado de De la Rua.
Quizás es la intención de los realizadores de
la película dar la impresión que quieren investigar
los problemas de identidad y las relaciones entre las generaciones
y entre el presente y el pasado. Pero la película parece
forzada. Si bien no es profunda y tampoco contiene nada nuevo,
la presentación simple y directa de la tragedia histórica
y sus consecuencias más que justifica su existencia.
Luego examinaremos Matanza [ Killing](1st of
May Documentary Group), acerca de la lucha de los más empobrecidos
de Buenos Aires, y publicaremos una entrevista con sus realizadores.
Ya hemos publicado un corto comentario acerca de otro documental,
Ciudad de María [ City of Mary].
Dos películas de antaño
Vale comentar sobre dos películas argentinas que pertenecen
a otra generación. Palo y hueso (1968), de Nicolás
Sarquis, basada en un cuento de Juan José Saer, tiene que
ver con la relación entre tres personas: un anciano, su
hijo y una joven. Los tres viven en un lugar rural desolado. El
viejo se gana a la mujer como parte de un trato de negocios. Es
su intención convertirla en esclava casera. Ella y el hijo,
sin embargo, habían sido pareja anteriormente. Surge el
conflicto. Los jóvenes tratan de fugarse, pero los detiene
el río que se desborda. Llega el viejo y les implora que
se queden. El hijo accede regresar, pero añade que no
la toques otra vez.
La película guarda varios momentos memorables. Se quedan
grabados en la mente las imágenes bellísimas en
blanco y negro de la pareja caminando por la carretera y esperando
pacientemente por el autobús mientras llueve. Se presiente
que la intensidad de la película y sus tantas imágenes
tienen que ver algo con los tiempos y el espíritu de rebelión
que rondaba por todas partes.
Otra película, aún más extraordinaria,
es La cifra impar, de Manuel Antin. Basada en el cuento,
Cartas a mi madre, del gran escritor argentino, Julio Cortázar,
cuenta el relato de un triángulo amoroso en el que la tercera
persona impone su voluntad sobre la relación desde más
allá de la tumba.
Luis y Laura viven en París. Llevan unas vidas aburridas
y convencionales. Un día reciben una carta de Buenos Aires.
Es de la madre de Luis, quien les informa que Nicko, hermano de
Luis, pronto va a llegar en Europa. Pero Nicko falleció
hace ya tiempo. En un flash back nos damos cuenta
que Luis y Nicko ambos habían estado enamorados de Laura.
Esta había sido la prometida de Nicko, enfermizo y delicado,
el artista verdadero. Luis se la robó. Cuando
Luisa le confiesa a Nicko, éste le dice, Me quedaré
pegado a ustedes.
En el presente, Luisa le dice a su esposo, Lo hicimos
sufrir. Lo matamos, Luis. Pero ninguno de los dos toma en
serio la carta alocada de la mamá. No obstante, los dos,
por separado y subrepticiamente, se van a la estación de
trenes a ver si llega el muerto. Está por todas partes.
Es un tercero en la cama. Tan significativo, por todas partes,
imposible de aniquilar.
La trama tiene diferentes aspectos, inclusive el puramente
psicológico. Pero hay mucho, mucho más. Es un melodrama
sobrecargado, sombrío, de mucho ambiente y con mucha tensión,
y con aire casi gótico. Todoel decorado, los mueblessugiere
la existencia burguesa sofocante de esta gente, cuyo modo de vida
resultó en la muerte del único que tenía
sensibilidad. Pero en realidad fracasaron en matarlo. Algunas
cosas no pueden matarse. La cifra impar contiene tantas
protestas y tantas revelaciones (y un optimismo bastante excéntrico)
algo que no había visto en una película desde hace
mucho tiempo).
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