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Gobernando con provocaciones: la administración de
Bush aumenta sus alertas de terror
Por Por el Comité Editorial
14 Junio 2002
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Distintas declaraciones en los pasados días por parte
de la administración Bush, alertando sobre ataques terroristas
que podrían costarle la vida a miles, sino a millones de
Americanos, constituyen una gran provocación. Uno tras
otro, altos funcionarios declararan que nuevos ataques, utilizando
armas biológicas, químicas o nucleares, son inevitables,
y que el gobierno no puede hacer nada para evitarlos.
El mensaje es claro: desde ahora en adelante, toda persona
que vive en los Estados Unidos tiene que aceptar la idea de que
en cualquier momento pueda explotar o ser envenenada. Según
esa versión, la población enfrentaría más
traumas similares a la destrucción del World Trade Center,
e incluso peores catástrofes.
Estas predicciones irresponsablestodas las cuales fueron
hechas sin ninguna prueba sustancialno son declaraciones
erróneas o balas perdidas del gobierno. Provienen
desde los más altos niveles en una sucesión orquestada
de alertas. La primera fue hecha el domingo 19 de Mayo por el
vice presidente Richard Cheney, quien declaró que otros
ataques terroristas en contra de objetivos norteamericanos, aparentemente
aún más sangrientos que los secuestros-bombardeos
del 11 Septiembre, eran casi seguros. Cheney, quien
apareció en distintos programas de entrevistas en canales
de televisión, añadió que los ataques con
bombas por parte de suicidas similares a los ocurridos en Israel
eran una posibilidad real.
Le siguió el lunes siguiente el director del FBI, Robert
Mueller, en un discurso a fiscales de distrito cerca de Washington.
Mueller dijo que bombas-suicidas del tipo Palestina-Israel eran
inevitables en los Estados Unidos. Va a haber
otros ataques terroristas, dijo Mueller, añadiendo
que No seremos capaces de detenerlos. Es algo con que tenemos
que vivir.
La próxima alerta apareció el martes, por medio
del funcionario principal para la planificación interna
antiterrorista de la administración Bush, el director de
Seguridad Interna, Tom Ridge. El ex gobernador de Pensilvana dijo
que subsecuentes ataques terroristas en contra de los americanos
eran sólo eran cuestión de tiempo.
El Secretario de Estado, Colin Powell se refirió al
mismo tema en la presentación del informe anual del Departamento
de Estado sobre terrorismo. Powell dijo a la prensa que los
terroristas están buscando toda manera de adquirir armas
de destrucción masiva, sean radiológicas, químicas,
biológicas o nucleares.
La declaración más apocalíptica vino el
martes en la voz del Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien
dijo a un comité del Congreso que debería esperar
un ataque terrorista en contra de los Estados Unidos con armas
de destrucción masiva, incluyendo materiales nucleares.
Dijo que Irak, Siria, Libia y Corea del Norte estaban desarrollando
armas nucleares, biológicas y químicas y que equiparían
organizaciones terroristas con estas armas.
Sólo estoy enfrentado los hechos, dijo Rumsfeld.
Este es el mundo en el cual vivimos. El extraño
testimonio de Rumsfeld incluso fue más allá. Al
referirse a Osama bin Ladin y Al Qaeda, declaró que Ese
idiota está entre nosotros, intenta sus idioteces a nuestro
alrededor, y trata de ponernos a prueba. Y como para subrayar
las aterrorizantes deducciones de sus palabras, añadió
que Vamos a vivir en un período de avisos previos
mínimos o no existentes debido a las ventajas asimétricas
de los atacantes, comparado con los que están a la defensiva.
Agravando el efecto de la declaraciones de los personeros del
gobierno de Bush, el FBI alertó que los hitos de la ciudad
de Nueva York, incluyendo el Puente Brooklyn y la Estatua de la
Libertad son blancos de ataques terroristas. El FBI admitió
que estas alertas están basadas en amenazas no corroboradas,
pero que aún así fueron suficientes para hacer que
las autoridades de la ciudad implementaran medidas extraordinarias
no vistas sino inmediatamente después del ataque del 11
de Septiembre. El Puente de Brooklyn fue cerrado a intervalos
durante el martes y miércoles, y se efectuó una
revisión sistemática de vehículos en las
entradas de los principales puentes y túneles a lo largo
de la ciudad durante esos dos días.
Cualesquiera que sean los motivos, el efecto de las declaraciones
del gobierno y sus acciones fue el crear un sentimiento general
de miedo y pánico. Estos métodos colocan a aquellos
en el poder en la categoría de insensatos y peligrosos
provocadores políticos.
No es accidente el hecho de que las calamitosas predicciones
del gobierno aparezcan en el medio de los descubrimientos que
llaman a cuestionar la historia oficial del 11 de Septiembre:
que la administración Bush y el aparato de inteligencia
de los Estados Unidos no tuvieron previas advertencias de los
ataques, y que no había ninguna manera de que ellos pudiesen
haberlos prevenido. El descubrimiento de la serie de mentiras
y evasiones con respecto a los hechos del pasado Septiembre amenaza
con menoscabar la legitimidad de todas las medidas arrolladoras
tomadas por el gobierno a partir de ese entonces.
De la misma forma en que la destrucción del World Trade
Center fue utilizada para manipular al público para obligarlo,
en shock y desorientado, a aceptar el dramático cambio
en la política exterior norteamericana, con planes de guerra
en el exterior y represión interna diseñados por
la administración de George Bush Jr, ahora se busca generar
entre el público un estado de ansiedad y confusión,
con el objetivo de prevenir cualquier intento de demandar una
investigación completa de los actos previos al ataque por
parte del gobierno, justificando nuevas y aún más
extremas medidas.
Si uno fuera a tomar las palabras de Rumsfeld y compañía
literalmente, vería en ellas la corrupción de la
clase política estadounidense y de su política,
implementada en el último decenio. Durante el medio siglo
de guerra fría y enfrentamiento entre el imperialismo norteamericano
y el bloque soviético, cuando miles de mísiles nucleares
apuntaban a los Estados Unidos y la Unión Soviética,
ningún alto funcionario estadounidense predijo jamás
públicamente que el ataque nuclear sobre los Estados Unidos
sería inevitable.
La elite gobernante americana estuvo obligada a enfrentar el
peligro de tal desastre desarrollando una política estratégica
completa, incluyendo mecanismos como los acuerdos de control de
armas, intercambios diplomáticos, el teléfono rojo,
etcétera. Ninguna bomba nuclear fue arrojada durante ese
período.
Pero una década después de la caída del
bloque soviético, los Estados Unidos se basa en su supremacía
militar para imponer sus deseos sobre el resto del mundo, desechando
la diplomacia en favor de la matonería, las amenazas y
la violencia. Comenzando con la administración de Bush
padre, los Estados Unidos ha llevado a cabo tres guerras mayoresen
contra de Irak, Serbia y Afganistány efectuado variadas
acciones militares de menor tamaño alrededor del mundo.
El cambio en favor del militarismo ha alcanzado nuevos niveles
de insensatez y violencia bajo la presente administración.
Los Estados Unidos ahora desdeña los métodos políticos
para prevenir conflictos. Se rehúsa a negociar con aquellos
que considera terroristas o estados pillos. Envía
a sus militares a las regiones más volátiles del
mundo y se rehúsa a retirarse aún cuando su intervención
militar crea tensiones globales a un punto máximocomo
en el medio oriente y en el subcontinente indio. En su lugar,
se prepara para nuevas y aún más incendiarias intervenciones,
la más inmediata, en contra de Irak.
Los Estados Unidos se ha convertido en la fuerza más
desestabilizante en el mundo. El carácter brutal y predatorio
de sus políticas genera cada vez mayor hostilidad entre
las amplias masas de oprimidos y pobres en Asia, África,
América Latina e incluso Europa. Estas políticas,
que son llevadas a la práctica para proteger los intereses
de la elite empresarial norteamericana, y no de la clase trabajadora,
son las responsables de la condiciones políticas y sociales
que alimentan al terrorismo.
Si es verdad lo que dice Rumsfeldque después de
una década de guerras y sin importar la nueva y masiva
expansión del militarismo norteamericano contraataques
terroristas de proporciones catastróficas son inevitablesentonces
el resultado en conjunto de las políticas militaristas
por las que aboga significa la sentencia a muerte y la destrucción
horrenda del pueblo norteamericano.
Es obvio para todos aquellos capaces de pensar en una forma
crítica que las advertencias apocalípticas provenientes
del gobierno serán usadas para justificar no sólo
futuras aventuras militares, sino que también ataques a
los derechos democráticos en los Estados Unidos. Este gobierno
de provocaciones es posible sólo gracias a la complicidad
de los medios de comunicación y la falta de oposición
por parte del Partido Democrático. No está respaldado
por el mandato popular de la gente. De hecho, la administración
Bush esta obligada a recurrir a estos métodos desesperados
precisamente debido a que no ha sido capaz de generar un frenesí
patriótico pro-guerra entre amplios grupos de la población.
La gran mayoría de la clase trabajadora está más
preocupada por la amenaza sobre sus trabajos y del alza del costo
de su estándar de vida debido al empeoramiento de la crisis
económica y social, y para la cual el gobierno no tiene
ninguna respuesta.
La administración de Bush debe ser criticada. Debe ser
obligada a entregar al pueblo norteamericano la evidencia sobre
la cual se basa para justificar sus advertencias y amenazas. Reclamos
sobre privilegios del poder ejecutivo o de la seguridad nacional
en tiempos de guerra no son más que excusas. Si se le está
diciendo a la gente que miles e incluso millones van a morir en
ataques terroristas que no pueden ser prevenidos, entonces la
gente tiene el derecho de conocer la evidencia en la cual estas
declaraciones están basadas. Si el gobierno está
utilizando estas predicciones apocalípticas para poder
otorgarse poderes extraordinariosy así esentonces
la población tiene el absoluto derecho de saber los motivos
de esto. Se trata de sus vidas y en juego están sus derechos
democráticos.
Más allá del derecho del pueblo a saber, el modus
operandi de la administración Bush, en base a mentiras
y provocaciones, plantea un punto básico: el futuro del
pueblo de los Estados Unidos y , de hecho de todo el mundo, depende
de la movilización de la clase trabajadora en favor de
una nueva orientación política. No se trata sólo
de remover un gobierno. Los pueblos del mundo requieren una perspectiva
genuinamente democrática y progresiva. Para liberar a la
humanidad de la pesadilla de la guerra, la tiranía y la
degradación social a la cual está siendo conducida
por las elites corruptasen el sentido político y
morallas masas de trabajadores de todos los países
deben unirse en torno a un programa revolucionario para reconstruir
la sociedad sobre una base socialista.
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