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David Walsh, editor de las artes del WSWS, se dirige a foro en Detroit

"El arte serio es incompatible con la cobardía intelectual"

15 Enero 2002

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Palabras de David Wash al foro celebrado en Detroit el 6 de enero. Éste se llevó a cabo bajo el título, Los museos del Siglo XXI: renacimiento del arte para el nuevo milenio.

Al considerar el futuro del arte y los museos de arte durante el Siglo XXI, me parece necesario ante todo que debemos tomar en cuenta de manera panorámica a la sociedad del Siglo XXI. El arte representa una forma de consciencia social; el museo es una institución pública. Le guste a uno o no, es imposible hablar del arte y los museos en los Estados Unidos—y por cierto también en Canadá—sin referirnos a las agresiones contra los derechos democráticos que se han estado intensificando. Los museos, los artistas y la sociedad en general se encuentran cara a cara con la amenaza de ser pisoteados por la burocracia de extrema derecha en Washington y doquier. La turba de Jesse Helms ahora tiene el poder. La gente que piensa que toda exposición de arte tiene que ser aprobada por los decanos fundamentalistas locales que están en control.

En noviembre, dos agentes del FBI y el Servicio Secreto, miembros de la Agrupación de Fuerzas Unidas contra el Terrorismo [ Joint Terrorism Task Force] visitaron un local de artistas disidentes en Houston, estado de Texas, que habían montado una exposición de arte bajo el título de Guerras Secretas como reacción de varios artistas a las acciones encubiertas y secretos del gobierno. Varias de las obras eran abiertamente políticas; algunas eran muy personales. De cualquier modo, los agentes anunciaron que se habían presentado debido a informes sobre actividades “anti estadounidenses”. Hicieron preguntas acerca de los directores, el financiamiento del museo, etc.

Este fue un ataque feroz contra la libertad artística y los derechos democráticos. Espero que todas las instituciones representadas aquí hoy se unan en protesta contra este atentado macartista para suprimir la expresión disidente. En nombre de la “guerra contra el terrorismo”, los derechos democráticos se están destruyendo en Los Estados Unidos.

Y todos los que creen que al permanecer callados evitarán problemas están viviendo en otro mundo. Ya tenemos la experiencia del alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien atacó la exhibición que el Museo de Brooklyn presentara con el título de Sensaciones, y la campaña por toda una década contra la Fundación Nacional de las Artes [ National Endowment for the Arts], cuyos funcionarios reaccionaron adaptándose totalmente a la extrema derecha. El Museo del Nuevo Arte [ Museum of New Art MoNA] se fundó, en parte, como reacción a la censura que el Instituto de las Artes de Detroit [ Detroit Institute of the Arts] lanzó contra Jef Bourgeau. La última vez que celebramos un debate público igual a éste en Pontiac, estado de Michigan, la policía había forzado su entrada al pie de las escaleras y comenzado a producir citaciones judiciales porque se habían quebrado los estatutos que prohiben la obscenidad. Un contraataque por parte de artistas y la comunidad artística contra estas fuerzas provocaría una reacción poderosa de la población en general. De todo modo, el arte serio es incompatible con la cobardía intelectual. Vivimos en tiempos políticos intensos. Cerrar los ojos a esta realidad no es sólo absurdo; es estéril.

Desde un punto de vista más general, ¿cómo es posible seguir la labor creativa si nos hacemos los ciegos ante las condiciones que presenta la sociedad a principios del Siglo XXI? Las contradicciones sociales embisten a Los Estados Unidos; un puñadito ha acumulado riquezas asombrosas. Durante los últimos años hemos atravesado por la experiencia de un escándalo sexual fabricado para fomentar un juicio político; el robo de las elecciones nacionales y el control del gobierno federal por la extrema derecha. Estos elementos, que gobiernan por medio del gangsterismo y la confabulación, ahora han lanzado una guerra colonial bestial en nombre de combatir el terrorismo; y prometen una guerra sin fin contra Iraq, Somalia, Irán o quien sea. Entretanto, el desempleo ha sobrepasado los 8 millones y la destrucción de empleos y los niveles de vida continúa.

Bajo estas condiciones, si las instituciones de arte no están preparadas para presentar puntos de vista disidentes, ¿de qué sirven? ¿De qué vale nada? Sería mejor que prendiéramos el televisor al canal CNN, o diéramos un viaje a Disneylandia. Las grandes eras de actividad artística han sido propulsadas por ideas y movimientos profundos, en cuyos centros siempre se encontrará el progreso humano y el deseo por cambiar a la sociedad en algo mejor. El arte verdadero contiene el elemento de protesta, aún si ésta fuera sólo una protesta contra las condiciones que producen la creación intelectual. Es imposible comprender el asombroso arte del primer tercio del Siglo XX sin apreciar la enorme oposición social e intelectual contra el capitalismo.

En cuanto al Museo del Nuevo Arte en particular, soy de la opinión que el museo consagrado al arte contemporáneo no será juguete de cierto sector de la clase media alta. Estos sectores sociales se han desbocado hacia la derecha. Ni tampoco se construirá sin criticar al arte contemporáneo mismo, que en gran parte es tan frío, vacío y carente de fuerte propósito. La crisis del arte y la crisis de la sociedad están vinculados, y ni la una ni la otra se puede ignorar. Hoy día, un museo como MoNA tendrá que construirse como movimiento social que atraiga a la juventud, a los insatisfechos, a las mentes críticas y que se solidarice con una postura de oposición política y social, o terminará en nada

Creo que ya hace tiempo que los ámbitos artísticos debieron haber debatido estos temas. Espero que esta reunión sea la primera de muchas. Gracias.

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