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: Español
La economía política del militarismo estadounidense
durante el Siglo XXI
Por Nick Beams
14 Diciembre 2002
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el autor
Nick Beams, secretario nacional del Partido Socialista por
la Igualdad de Australia y miembro de la Junta Editorial de la
WSWS, presentó este discurso ante reuniones celebradas
en Sydney y Melbourne durante las últimas dos semanas.
Las preparaciones de guerra del gobierno de Bush contra Irak
ya van bien avanzadas. Es probable que el bombardeo intenso, que
probablemente comience en las próximas semanas, será
seguido por la invasión de tropas a principios del año
entrante. Más y más fuerzas se están desplegando
en la región. Ya se han formado centros de comando y control;
aviones británicos y estadounidenses han intensificado
los bombardeos con el objetivo de destruir las defensas limitadas
y los sistemas de radar iraquíes.
Un afán diplomático existe en la Organización
de las Naciones Unidas. Pero en cuanto a los militares, el ataque
va en popa. Se calcula que tomará lugar a no más
tardar de la segunda o tercera semana de febrero del año
que viene.
La última etapa de las preparaciones tiene que ver con
la creación del pretexto, o sea, la casus belli.
EE.UU está bosquejando una resolución del Consejo
de Seguridad de la ONU cuyo objetivo no es adelantar las inspecciones
de armas en Bagdad, sino lograr exactamente lo contrario; es decir,
cancelar todo el proceso y así justificar la acción
militar.
La maniobras en la ONU esclarecen la hipocresía de todas
estas piruetas. La semana pasada, EE.UU presentó ante los
miembros permanentes del Consejo de Seguridad lo que sostenía
era su última resolución, pero no sin advertirles
que el tiempo apremiaba. A Irak hay que atacarlo por no cumplir
las resoluciones de la ONU. Pero EE.UU sostiene que, a menos que
el Consejo de Seguridad acepte la resolución de acuerdo
a sus exigencias, EE.UU de todo modo tomará acción
militar. Existe un criterio para las naciones pequeñas
y empobrecidas y otrocompletamente diferentepara la
mayor super potencia del mundo.
Cuando Irak anunció a principios de mes que permitiría
el regreso de los inspectores, un vocero del Ministerio de Relaciones
Exteriores [Departamento de Estado] EE.UU anunció por su
parte que Washington había decidido impedirlo; es decir,
quería hacer todo lo posible para prevenir que se cumpliera
el acuerdo. La política de EE.UU no se basa en ninguna
inspección de armas, ni en el desarmamento, ni tampoco
en ponerle frenos a nada, si no en lograr un cambio
de régimen, o sea, el derrocamiento de Saddam Hussein.
Hace aproximadamente diez días que el New York Times,
basándose en una indiscreción del gobierno de Bush,
publicó los detalles específicos, los cuales dejaron
bien claro que el objetivo de EE.UU. era conquistar el país
e instalar un pro cónsul militarmás o menos
en imitación del régimen del General MacCarthur
, quien gobernara al Japón por
seis años y medioantes de entregárselo a un
gobierno títere.
Por otra parte, EE.UU. continúa su ira contra los graves
peligros que el régimen de Saddam Hussein plantea. El 5
de octubre declaró que Hussein era un hombre de tanto
odio que está dispuesto a masacrar a su propio pueblo y
más dispuesto aún a matar a estadounidenses.
En un discurso pronunciado el 7 de octubre, Bush fulminó
que Hussein era una amenaza...que podría desatar
el terror repentino y el sufrimiento en los Estados Unidos.
Irak, advirtió, podría decidir cualquier día
suministrarle armas químicas y biológicas a cualquier
grupo terrorista o individuos terroristas.
La CIA, sin embargo, parece haber asesorado una situación
diferente. Una carta de su director, George Tenet, fechada el
8 de agosto, declaró lo siguiente: Por ahora Bagdad
parece casi haberle puesto paro a ataques terroristas con ABQ
[armas biológicas y químicas] convencionales contra
los Estados Unidos. La CIA también determinó
que si Saddam concluye que un ataque dirigido por los Estados
Unidos no puede evitarse, entonces se sentiría más
libre en llevar a cabo acciones terroristas. La agencia
averiguó que Saddam podría decidir irse al
extremo y ayudar a grupos islámicos extremistas para atacar
a los Estados Unidos con armas para la destrucción a gran
escala. Eso sería su última oportunidad de vengarse:
llevarse a la tumba una gran cantidad de víctimas.
Es decir, la CIA concluyó que el mayor peligro para
los ciudadanos estadounidenses tendría sus bases en las
acciones del mismo gobierno de Bush. En una audiencia secreta
del 2 de octubre, se le preguntó a cierto representante
de la CIA si era probable que Saddam Hussein, al no sentirse amenazado,
todavía podría iniciar un ataque con armas para
la destrucción a gran escala. El funcionario contestó:
Mi parecer es que, dada la situación que ahora comprendemos,
la probabilidad de él iniciar un ataque, digamos en un
futuro predecibley permítanme considerarlo dentro
un período de tiempo limitadoes muy baja.
Luego de la CIA asesorar la situación, el Los Angeles
Times publicó un informe el 11 de octubre que reveló
lo siguiente: Funcionarios del gobierno de Bush le están
poniendo presión a los analistas de la CIA para que conformen
su análisis de la amenaza que Irak representa a la expansión
de la causa contra Saddam Hussein.
Un artículo en el Sydney Morning Herald, publicado
bajo el titular, Rumsfeld busca hechos que se conformen
a su visión de Irak, presenta la manera como el gobierno
funciona: Donald Rumsfeld, ministro pro bélico del
Ministerio de Defensa de los Estados Unidos [Departamento de Defensa]
ha juntado un equipo de peritos para investigar minuciosamente
la evidencia que el espionaje ha revelado en cuanto a los vínculos
entre Irak y Al Qaida, menospreciando así a la CIA, la
cual se encuentra en conflicto con los conservadores de la Casa
Blanca acerca de la existencia de tales pruebas. Funcionarios
del espionaje dijeron que el equipo formaba parte de un esfuerzo
por parte del Sr. Rumsfeld y su sub alterno, Paul Wolfowitz, para
obligar a los hechos a conformarse con su versión de la
realidad, de acuerdo a la cual el presidente de Irak, Saddam Hussein,
colabora íntimamente con terroristas y representa una grave
amenaza a los Estados Unidos.
Puesto que vínculos muy íntimos existen entre
Bush y miembros de su gobierno con Enron y otras empresas que
han participado en saqueos y estafas que llegan a los billones,
tal vez no sea sorprendente descubrir que los métodos de
Enron han sido trasladados de los negocios a la política.
Enron y otros saqueadores empresariales desarrollaron un método
de contabilidad retrospectivo. En vez de reunir los
datos objetivos y reportarlos en la hoja de balanzas, los contadores
partieron de las cifras que deseaban reportar en la hoja y retrocedieron
para conformar los datos de contabilidad a los resultados.
El mismo métodomentir desvergonzadamentese
usa a diario para preparar la guerra contra Irak.
En el discurso del 7 de octubre, Bush sostuvo que Irak había
desarrollado naves aéreas auto dirigidas capaces de bombardear
a los Estados Unidos. Según la CIA, Irak estaba conduciendo
experimentos con semejante nave, la cual podía
alcanzar objetivos en la región, pero que no tenía
la capacidad de cruzar el Atlántico.
Bush también sostuvo que la Agencia Internacional de
la Energía Atómica había determinado que
a Irak le faltaban seis meses para desarrollar semejante
arma atómica. Pero esta declaración no se
ha hecho nunca. La verdad es que la agencia, en su último
informe en 1998, expresó que no había ningún
índice que Irak podía producir armas nucleares.
La campaña de los Estados Unidos por
las reservas petrolíferas
Si penetramos la muralla de mentiras que el régimen
de Bush y sus partidarios internacionalesentre ellos los
gobiernos de Blair y Howardhan eregido y examinamos la historia,
nos daremos cuenta que el régimen de Irak se convirtió
en peligro a la paz mundial sólo cuando entró
en conflicto con los intereses de la política de los Estados
Unidos.
Durante la guerra entre Irak e Irán en la década
del 80, EE.UU abasteció, en parte, a Saddam Hussein con
las armas biológicas y químicas que éste
usara, con apoyo de EE.UU, contra los soldados kurdos e iraníes.
La verdadera razón para la guerra inminente no es el peligro
que Saddam Hussein presenta a los Estados Unidos o a la seguridad
mundial; es el petróleo, que afana a los Estados Unidos
a tomar control de las reservas petrolíferas de segunda
importancia en el mundo, las cuales constituyen aproximadamente
11% del abastecimiento total mundial.
En abril, 2001, cinco meses antes del ataque terrorista contra
el World Trade Center, un informe, titulado Problemas
estratégicos de la política de la energía
durante el Siglo XXI, advertía que el sector de la
energía de EE.UU. se encontraba en una situación
grave y que una crisis podía estallar en cualquier
momento que podría tener un impacto enorme
sobre la economía estadounidense y mundial y afectar
en forma dramática la seguridad nacional y la política
exterior de los Estados Unidos (Problemas estratégicos
de la política de la energía durante el Siglo XXI,
pág. 4). El informe abogaba por varias cosas: la reconsideración
inmediata de la política hacia Irak, inclusive el análisis
en cuanto a lo militar, enérgico, económico y político/diplomático.
(ibid., pág. 22)
El informe fue auspiciado por James A. Baker, ex ministro de
Relaciones Exteriores durante el gobierno de Bush Padre y uno
de los funcionarios claves que facilitó el robo de las
elecciones del 2000 por parte de George W. Bush. Notó el
informe que en el pasado los Estados Unidos había
forjado una relación especial con ciertos exportadores
claves del Oriente Medio que han ajustado los abstecimientos
y los precios a cierto nivel que ni desalentaría
la expansión económica mundial ni le echaría
fuego a la inflación. Es decir, estos productores
se habian doblegado ante las exigencias de los Estados Unidos.
El informe continúa: Pero últimamente las
cosas han cambiado. Los aliados del Golfo se están dando
cuenta que los intereses de su política interior y exterior
más y más difieren con las consoderaciones estratégicas
de los Estados Unidos, sobretodo al reventar las tensiones entre
los árabes e israelís. Están menos dispuestos
a bajar el precio del petróleo para satisfacer la seguridad
de los mercados, y existen pruebas que las inversiones no se están
haciendo lo suficientemente a tiempo para aumentar la capacidad
de producción de acuerdo a las necesidades mundiales que
más y más aumentan. Cierta tendencia hacia el anti
americanismo podría afectar la capacidad de dirigentes
regionales pare cooperar con EE.UU. en la esfera de la energía.
Como consecuencia de la rigidez de los mercados, los Estados Unidos
y el mundo entero ahora son más vulnerables a las perturbaciones
del mercado y le han dado a los adversarios la posibilidad de
una indebida influencia en cuanto al precio del petróleo.
Irak se ha convertido en productor clave, lo cual le plantea al
gobierno de los Estados Unidos tremenda dificultad. (ibid.,
pág. 8)
La dificultad es la siguiente: la solución evidente
a la escacez de abstecimiento sería la anulación
de las sanciones contra Irak y el aumento del petróleo
a los mercados mundiales. Esto también fortalecería
el régimen de Saddam Hussein. La solución al dilema,
pues, sería el cambio de régimen en
Irak. Entonces el abastecimiento de petróleo se podría
aumentar sin expandir el poder económico de un régimen
hostil a EE.UU.
Un artículo reciente de Michael Klare, académico
estadounidense, señala que la creciente dependencia de
los Estados Unidos del petróleo importado recibió
énfasis en el Informe sobre el programa nacional de
la energía en mayo del 2001 bajo la dirección
del Vice presidente Dick Cheney. Este documento reveló
que 50% del consumo petrolífero de los Estados Unidos en
el 2000 tuvo que ser importado, y que esta cifra aumentaría
a 66% para el 2020. Klare sostiene que Irak tiene dos atractivos.
Primero, sólo Irak tiene suficiente abastecimientos para
funcionar como respaldo a Arabia Saudita. Segundo, puesto que
los campos sauditas ya han sido explotados y reclamados, Irak
posee enormes regiones con potencial de hidrocarburo inexploradas
pero prometedoras. Puede que estos campos contengan la última
y mayor reserva de petróleo que hasta ahora no ha sido
ni explotada ni reclamada; reserva que excede la de los campos
inexplotados de Alaska, África, y el Mar Caspio. (Michael
Klare, Lubricando las ruedas de la guerra, The
Nation, 7 octubre 2002)
Actualmente, sin embargo, muchos de estos campos prometedores
han sido obsequiados a las empresas petrolíferas de Europa,
Rusia y China. Y las cifras de estos trámites no son insignificantes.
Según la Perspectiva Mundial de la Energía, 2001,
de la Agencia Internacional de la Energía, el valor total
de los contratos petrolíferos extranjeros que Saddam Hussein
les ha otorgado podría alcanzar $1.1 trillones. (Ver The
Observer, 6 octubre2002)
Lo que las negociaciones actuales entre EE.UU., Rusia y Francia
en el Consejo de Seguridad de la ONU significan es la división
de los contratos petrolíferos en un Irak post Hussein.
De acuerdo a James Woolsey, ex director de la CIA y de los partidarios
principales del derrocamiento de Hussein, aquellos que rehusen
apoyar a los Estados Unidos en la guerra no podrán gozar
del tesoro cuando las acciones bélicas terminen.
Les presento las palabras exactas [de este señor], publicadas
por el Washington Post el 16 de septiembre: Es muy
simple. Francia y Rusia tienen empresas e intereses petrolíferos
en Irak. Se les debería decir que si nos ayudan a instalar
un gobierno decente en Irak, haremos todo lo posible para aseguar
que el nuevo gobierno y las empresas estadounidenses colaboren
íntimamente con ellos. Si apoyan a Hussein, les será
difícily casi imposibleconvencer al nuevo gobierno
irakí que colabore con ellos.
Quizás le esté dando demasiado énfasis
al tema, pero permítanme citarles otra publicación
que analiza la situación. En 1995, el Comando Central de
los Estados Unidos, responsable de las las acciones militares
en la región del Oriente Medio, analizó su misión
de la siguiente manera: El objetivo de la intervención
estadounidense, como lo pronunciara la ENN [Estrategia para la
Seguridad Nacional] es proteger el interés primordial de
los Estados Unidos en la región: el acceso ininterrumpido
y seguro del petróleo del Golfo a los Estados Unidos y
a sus aliados.
Estados Unidos y los planes para dominar al
mundo
Aunque el petróleo juega un papel decisivo en los planes
de los Estados Unidos para conquistar y colonizar a Irak, sería
erróneo sugerir que éste es el único motivo.
La guerra contra Irak es solamente un elemento de lo que en realidad
es un plan mayor: el afán de los Estados Unidos tiene por
dominar a todo el globo terráqueo.
Esto no se originó recientemente. El plan de los Estados
Unidos para dominar al mundo ha estado en desarrollo por una década,
desde que el colapso de la Unión Soviética permitiera
que EE.UU. se convirtiera en poder militar mundial sin rivales.
En 1992, el Pentágono lanzó un plan para el resto
de la década. Abogaba para que EE.UU siguiera con sus esfuerzos
para mantener su preminencia en el futuro. Nuestro primer
objetivo, declaraba el documento, es prevenir que
un nuevo rival surja otra vez en el territorio de la ex Unión
Soviética o en cualquier otro lugar y se convierta en una
amenaza como solía serlo la Unión Soviética.
La revelación de este documento causó un furor.
Durante los primeros años del gobierno de Clinton fue relegado,
hasta cierto punto, a un segundo plano. Pero las fuerzas que lo
respaldabaninclusive Paul Wolfowitz, quien actualmente es
ministro asistente de defensa, y Dick Cheney, quien en ese entonces
era Ministro de Defensa y ahora es vice presidente de la repúblicano
se dieron por vencidas. Más bien se reorganizaron dentro
de los mismos ámbitos políticos reinantes para que
el plan se pusiera en acción.
En 1997, se reunieron para formar el Proyecto para el Nuevo
Siglo Estadounidense que establecería los principios
fundamentales de la política exterior de los Estados Unidos
con los cuales presentar el casoy obtener apoyo para
la dirigencia mundial estadounidense basada en un
programa de fortaleza militar y claridad moral.
Em septiembre, 2000, esta organización presentó
la siguiente perspectiva: Durante la década luego
de la Guerra Fría...casi todo ha cambiado. La Guerra Fría
era un mundo bi polar; el Siglo XXIpor lo menos por el momentoes
decididamente unipolar, puesto que los Estados Unidos es la única
superpotencia' del mundo. El objetivo estratégico de los
Estados Unidos consistía en frenar' a la Unión
Soviética; hoy el objetivo es la conservación de
un ámbito internacional seguro que le de mano libre a los
intereses e ideales de los Estados Unidos (Re construyendo
las defensas de los Estados Unidos, pág. 2)
El documento señala que, con el colapso de la Unión
Soviética, la primera frontera de lo que se llama el
perímetro de seguridad estadounidense se había
expandido bastante. La región de los Balcanes casi se había
convertido en un protectorado de la ONU, y en la región
del Golfo Pérsico, la presencia de tropas estadounidenses,
junto con las francesas y británicas, se había convertido
en un hecho de la vida. El documento entonces hace el siguiente
punto: Aunque la misión directa de esas fuerzas es
hacer cumplir los reglamentos que rigen las zonas de las regiones
al norte y al sur de Irak donde donde no se permiten vuelos, ellas
representan el compromiso de largo plazo que los Estados Unidos
y sus aliados tienen con una región de importancia tan
vital.
La razón aparente que los Estados Unidos da para la
existencia de las zonas que no permiten vuelosque no han
sido autorizadas por ninguna resolución de la ONUes
que hay que proteger a las poblaciones kurdas en el
norte de Irak y al pueblo Shia al sur. Pero las verdaderas razones
se encuentran en este documento, el cual continúa: Más
bien los Estados Unidos por muchas décadas buscó
jugar un papel más permanente en la seguridad de la región
del Golfo. Aunque el conflicto con Irak, que no se ha resuelto,
provee la justificación directa, la necesidad de tener
una presencia estadounidense importante en el Golfo transcende
el asunto del régimen de Saddam Hussein (ibid.,
pág. 14).
Claro, es una cosa la clase dirigente de los Estados Unidos
hacer planes definidos para mejorar su posición mundial,
pero es otra cosa ponerlos en práctica. Desde que surgiera
la política de masas a fines del Siglo XIX, y la clase
obrera se consagrara como fuerza social única, las clases
gobernantes de todos los países siempre han tenido que
justificar sus planes de guerra. Y de acuerdo, una parte vital
de las preparaciones de guerra es la propaganda cuyo fin es convencer
a las masas de la población que todo conflicto será
por la democracia, para salvar al mundo de este o
aquel tirano o para mantener nuestro modo de
vida.
Como notara Zbigniew Brzezinski, ex consejero de la seguridad
nacional bajo el ex presidente Carter: Pero la búsqueda
por el poder no es un objetivo que despierta la pasión
popular, excepto bajo condiciones de amenaza repentina o de
dificultades que estremezcan la sensación de seguridad
interna del público (El gran tablero de ajedrez,
pág. 36).
El ataque terrorista del 11 de septiembre fue, pues, como un
regalo de Dios para el gobierno de Bush. Ahora los planes para
avanzar las fuerzas militares de los Estados Unidos podía
ponerse en práctica bajo la insignia de la guerra
contra el terror. En menos de un año hemos presenciado
la conquista de Afganistán y la imposición de un
régimen títere, así como también la
instalación de las fuerzas armadas estadounidenses en las
repúblicas del Asia central que pertenecían a la
desaparecida Unión Soviética. La próxima
etapa consiste de la guerra contra Irak y la formación
de un protectorado de los Estados Unidos en ese país.
Hay un refrán que se ha repetido incontables veces desde
los ataques terroristas: Todo cambió desde el 11
de septiembre. Por supuesto, han habido muchos cambios,
pero es importantísimo comprender que lo que alió
del 11 de septiembre fue la continuación, la profundización
y la ampliación de procesos que ya iban en camino. Lo que
más cambió es que los ataques terroristas ofrecieron
la oportunidad para poner en camino planes que ya se habían
hecho desde hacía mucho. Cuando los dos aviones descendieron
y se estrellaron contra las torres del World Trade Center aquella
mañana, el plan para invadir a Afganistán ya estaba
sobre el escritorio de Bush. Rumsfeld y demás comenzaron
a hablar acerca de que era imperante derrocar el régimen
iraquí.
Un año después, los mismos processos toman lugar
luego de estallar la bomba en Bali. No se ha presentado ninguna
prueba en cuanto a la identidad de los perpetradores de este crimen,
pero los gobiernos de Australia y de los Estados Unidos ya abogan
para que establezca una colaboración más íntima
con los militares indonesios. Esta movida ya había aparecido
en sus planes, pero presentaba ciertas dificultades políticas,
sobretodo cuando el papel asesino que los militares indonesios
habían jugado por todo el arquipiélago se conocía
muy bien. Pero a pocos días de la masacre de Balien
que es posible que sectores de las fuerzas militares indonesias
hayan participado, directa o indirectamenteel Ministro de
Defensa, Robert Hill, y el Sr. Downer, Ministro de Relaciones
Exteriores, ambos de Australia, participaban en negociaciones
con el gobierno indonés acerca de resumir el entrenamiento
y la colaboración con Kopassus, infame fuerza especial
de seguridad. Durante los últimos años, Washington
ha sentido temores que el régimen de Megawati podría
resultar demasiado débil para combatir un movimiento de
las masas indonesas. La masacre de Bali presentó la oportunidad
de avanzar las fuerzas militares indonesas, de nuevo bajo la insignia
de la guerra contra el terrorismo.
El programa del gobierno de Bush se presentó en la Estrategia
sobre la Seguridad Nacional (ESN) del presidente, publicada el
17 de septiembre. Este documento afirma la política fundamental
de los Estados Unidos: usar las fuerzas militares en cualquier
momento, en cualquier lugar, contra cualquier país que
considere amenaza a los intereses estadounidenses, o que cree
que en cualquier momento pueda convertirse en amenaza.
Como señalara el presidente de la WSWS, David
North, durante su presentación en Ann Arbor, estado de
Michigan, el 1ro. de octubre: Ningún país
de la historia moderna, ni siquiera la Alemania nazi durante el
apogeo de la locura hitleriana, ha afirmado semejante derecho
a la hegemonía mundial, o, para ir al grano, a la conquista
mundial, como lo hace ahora los Estados Unidos.
El documento de la ESN de Bush deja bien claro que la guerra
contra el terrorismoinsignia bajo la cual se lleva
a cabo la campaña para dominar al mundoes una acción
internacional de duración incierta. Declara que los Estados
Unidos, usando el sentido común y para defenderse a sí
mismo, actuará contra las amenazas potenciales antes de
que se conviertan en realidad, y que en este nuevo mundo el
único camino a la seguridad es el camino de la acción.
El documento declara que la desintegración de la ex
Unión Soviética le ha brindado a los Estados
Unidos toda una época de oportunidades. The
US national security strategy will be based on a distinctly American
internationalism that reflects the union of our values and our
national interests. es un internacionalismo muy extraño
que se basa en la supremacía de los intereses de los Estados
Unidos sobre los de todas las otras grandes potencias.
No intento presentar un análisis de todo el documento.
Eso ya lo hizo David North en su discurso, La
guerra contra Irak y la campaña de los Estados Unidos para
dominar al mundo.. Permítanme hacer sólo
un punto: nuestra crítica de estos planes de los Estados
Unidos para dominar al mundo no es consecuencia de una imaginación
izquierdista febril. Toda persona de sofisticación política
que lo lea tiene que llegar a esa conclusión, esté
de acuerdo o no con los objetivos estadounidenses.
Consideren, por ejemplo, la postura del Financial Times
(FT). Más o menos cinco días antes de publicarse
la ESN, el FT condujo una entrevista bastante larga con Condoleezza
Rice, asesora de la seguridad nacional, acerca de las insinuaciones
de la nueva estrategia del presidente. El entrevisatdor quería
saber lo que sucedería si China hacia una movida para expander
su potencia militar. Rice respondió que, si China hacía
el esfuerzo por fomentar acciones empresariales y el comercio,
va a encontrarse con un socio muy bueno en los Estados Unido.
¿La insinuación de esto? Que si China no seguía
ese camino, se encontraría con algo más.
Y el entrevistador del FT contestó: Así
que estamos en una nueva época imperialno quiero
ponerme muy filosóficopero lo que usted dice es que
sólo debería haber una super potencia en el mundo,
Los Estados Unidos, cuyo poder es benigno, y que lo fundamental
para éste es mantenerse a la cabeza?
Como ya he dicho, la cuestión de la hegemonía
mundial estadounidense no surgió como reacción al
11 de septiembre; ya los ámbitos de la política
exterior la habían considerado la década anterior.
el 11 de noviembre, 2000, Richard Haas, actualmente a cargo de
la planificación de la política del Ministerio de
Relaciones Exteriores y hombre a quien, en comparación
a Rumsfeld y a Wolfowitz, se le considera de política moderada,
presentó un documento simplemente titulado, Los Estados
Unidos Imperial.
Al hacer un resumen de la situación internacional, el
Sr. Haas expresó lo siguiente: La hegemonía
estadounidense actualmente define, y probablemente definirá,
al mundo. No existe ningún país o grupo de países
que en un futuro predecible pueda funcionar de contrapeso al poder
económico, militar y cultural de los Estados Unidos. pero
esto es solamente una descripción, no un objetivo. Lo que
todavía hace falta es una política exterior de enfrenamiento
para el mundo luego de la Guerra Fría. La cuestión
fundamental a la cual la política exterior estadounidense
sigue enfrentándose consiste en que hacer con este poder
sobrante y las muchas y considerablesventajas que
este poder sobrante le ofrece a a los Estados Unidos (Los
Estados Unidos Imperial, pág. 1)
Haas continuó expresando que la política exterior
imperial no debería confundirse con lo que el llamara el
imperialismo y que el establecimiento de colonias ya no
era posible. Bueno, a una rosa se le puede llamar otra cosa...pero
terminó aclarando que por lo que el aboga es definitivamente
una forma de imperio.
Abogar por una política exterior imperialista
significa abogar por una política exterior que trata de
organizar al mundo bajo ciertos principios que afectan las relaciones
entre las naciones y las situaciones que existen dentro de ellas.
El papel de los Estados Unidos se parecería al de la Inglaterra
del Siglo XIX...La coacción y el uso de la fuerza serían
últimos recusos; lo que John Gallagher y Ronald Robinson
escribieron acerca de Inglaterra hace siglo y medioque La
política británica se basaba en un principio: expandir
el control de manera informal y de manera formal si era necesariose
podría aplicar al papel de los Estados Unidos al comenzar
el nuevo siglo (Ibid., pág. 4)
Es decir, las estructuras mundiales, tales como los mercados
financieros internacionales, la Organización del Mercado
Mundial y el Fondo Monetario Internacional funcionarían
para asegurar el dominio de los intereses estadounidenses. Los
militares funcionarían como puño dentro del guante
del libre mercado para asegurar la disciplina donde sea necesario.
Los orígenes de la Primera Guerra Mundial
Esto nos trae a la cuestión más importante de
todas: ¿cuáles son las insinuaciones de la campaña
estadounidense para dominar al mundo? ¿Cuáles son
las consecuencias que seguirán al alba de la nueva época
imperialista al comenzar el Siglo XXI? Para averiguar la respusta,
hay que analizar las experiencias históricas del Siglo
XX. Es decir, para comprender el futuro que nos espera, hay que
examinar el pasado más profundamente.
El mismo documento de la ESN nos provee el vínculo a
la historia del siglo pasado. Busho, mejor dicho, los que
escribieron el documento en su nombresostiene que lo que
los Estados Unidos busca es sacarle ventaja a esta oportunidad
histórica para conservar la paz. Actualmente,
la comunidad internacional tiene la mejor oportunidad desde que
nacieran las naciones-estados durante el Siglo XVII para formar
un mundo en el que las grandes potencias compiten en paz en vez
de continuamente alistarse para la guerra. Hoy, las grandes potencias
mundiales se encuentran de acuerdo, unidas por el peligro común
que la violencia y el caos terrorista presentan (op. cit.,
pág. 2)
El uso de las palabras grandes potencias nos llevan
de nuevo a la época justamente antes de la Primera Guerra
Mundial, cuando las grandes potencias aparecieron en las tablas
mundiales. Durante la primera mitad del Siglo XIX, la economía
capitalista mundial se había desarrollado bajo la hegemonía
de Inglaterra. Pero durante el último cuarto de siglo se
dio una enorme transformación. La transformación
de Alemania en nación unificada luego de 1870 fue el preludio
y la condición básica para la vasta expansión
económica. El viejo equilibrio del poder en Europa era
socavado. Y en el Occidente, un nuevo poder se encontraba en ascendencia:
los Estados Unidos, que atravesaba por una transformación
económica explosiva luego de su Guerra Civil.
A principios del Siglo XX, la cuestión política
de suma importancia tenía que ver con la relación
entre estas grandes potencias. ¿Era posible asegurar el
desarrollo pacífico y armonioso, o significaba el desarrollo
de poderes rivales que tarde o temprano la guerra estallaría
entre ellos?
El movimiento marxista explicó que la llamada competencia
pacíficala lucha por los mercados, por las ganancias,
por el acceso a las materias primas, por el desarrollo de mercados
para el capital inversionistaconduciría inexorablemente
al conflicto militar. Después de todo, como Marx había
señalado, la lógica de la competencia no es seguir
siendo competencia, sino desarrollar el monopolio. A medida que
cada potencia capitalista buscaba avanzar sus propios intereses,
ésta entraba en conflicto con las demás.
El punto de vista contrario era que los vínculos entre
las grandes potencias eran de tal índoleexportaban
sus productos unos a otros, invertían en las economías
de cada uno, dependían unas de las otras para los mercados
y recursos, etc.que sería demasiado injurioso buscar
la guerra entre sí.
El problema se resolvió, claro, en julio-agosto, 1914,
cuando, luego de toda una serie de crisis internacionales durante
la década anterior, la guerra por fin estalló.
El movimiento marxista explicó que el significado histórico
de la guerray la destrucción indescriptible que causóconsistía
en haber mostrado que el capitalismo, como sistema de producción
y organización humana social, había llegado al fin
de su época progresista. En lugar de avanzar la civilización
humana como lo había hecho durante la época anterior,
ahora amenazaba a la humanidad con el barbarismo más horrible.
La respuesta a la importante pregunta acerca de los orígenes
de la guerra no podía encontrarse en quien había
hecho el primer disparo, o en cual nación había
sido culpable, sino en los profundos procesos sociales
y económicos que habían conducido a ella.
Desde este punto de vista, León Trotsky explicó
que, a nivel más fundamental, la guerra representaba una
rebelión de las fuerzas productivas que el capitalismo
mismo había desarrollado contra la estructura política
de la nación-estado. El mundo se había dividido
en entidades nacionales que retardaban las grandes industrias
del capitalismo y los procesos económicos que éstas
habían engendrado. Así como el surgimiento del capitalismo
siglos atrás había proclamado la caída del
feudalismo, con su remiendo de reinos, ducados y principados,
el desarrollo expansivo de las fuerzas productivas había
convertido a la forma política de la nación-estado
en un anacronismo total.
Pero el capitalismo no podía resolver este gran problema
de la nación-estado a la cual le había dado origen.
La misma expansión de la economíael hecho
que las fuerzas productivas se expandían más allá
de las fronteras y de los propios continentesplanteaban
la necesidad de todos los productores del mundo cooperar conscientemente
para dirigir lo que se había convertido en una economía
mundial. Pero el capitalismo, sin embargo, se basaba en la lucha
por los mercados, los recursos y las ganancias y no podía
cumplir esta misión. Cada una de las grandes potencias
capitalistas, para mejorar su situación, tenía que
hacer retroceder a sus rivales para transformarse de gran potencia
a potencia mundial. Esto los condujo a todosa Inglaterra,
Alemania, Austria, Francia, Japón, sus satélites
y aliados y, eventualmente a la gran potencia que se despertaba
en el occidente: los Estados Unidosal conflicto abierto
entre sí.
¿A qué conclusión se podía llegar
del análisis de Trotsky? Escribió: La única
manera en que el proletariado puede enfrentarse a la complejidad
imperialista del capitalismo es oponiéndole, como programa
práctico del día, la organización socialista
de la economía mundial. Cuando la evolución del
capitalismo llega a su fin, éste recurre a la guerra para
resolver sus contradicciones insolubles. El proletariado tienen
que oponerse a este método con su propio método:
el método de la revolución social.
Las luchas de Lenín tenían el mismo fin. Insistía
que, a pesar de las consecuencias de la guerra, y aunque se estableciera
cierto período de paz, esto sólo sería de
índole temporaria. Las grandes potencias capitalistas se
habían enredado en una lucha sin fin para dividir al mundo
una y otra vez, lo cual había sido consecuencia de la transformación
fundamental de las bases económicas del modo de producción
capitalista. El capitalismo del Siglo XIX, en el cual la competencia
por los mercados y las ganancias tomaba lugar entre empresas relativamente
pequeñas, ha sido reemplazado por la formación de
las empresas monopolistas.
Lenín escribió: La propiedad privada basada
en la mano de obra de los propietarios pequeños, la competencia
libre, la democraciay todas esos lemas con que los capitalistas
y su prensa engañan a los obreros y a los campesinospertenecen
al lejano pasado. Un grupito de países avanzados'
ha convertido al capitalismo en sistema mundial de opresión
colonial y de estrangulación económica de la gran
mayoría de la población mundial (Lenín,
Obras colectas, volumen 22, pág. 191).
Lenín, Trotsky y otros grandes marxistas de la época
trataron de mostrar que el socialismo no era la realización
de un ideal deseable, sino una necesidad. De otra manera, la humanidad
sería arrojada al barbarismo indescriptible de la Primera
Guerra Mundial, guerra que había surgido de las contradicciones
del modo de producción capitalista mismo.
Los 14 puntos de Woodrow Wilson
Los bolcheviques organizaron la Revolución Rusa basándose
en esta perspectiva histórica. El objetivo de la revolución
no fue crear el socialismo en un país en desarrollo, sino
ser el primer disparo de la revolución mundial. La historia
había procedido de manera contradictoria: a la clase obrera
se le había concedido la oportunidad de tomar el poder
no en un país relativamente avanzado, sino en uno de los
más atrasados. Tenía que valerse de la oportunidad
para indicar el camino que la clase obrera y las masas de todo
el mundo tenían que tomar.
Pero Woodrow Wilson, líder de la potencia imperialista
dominante que surgió de la guerralos Estados Unidospresentó
una perspectiva contraria. En 1919, Wilson llegó a las
negociaciones de Versalles con un programa que consistía
de 14 puntos; éste se basaba en la diplomacia, la libertad
del comercio, la democracia, la auto determinación de las
naciones y una Liga de las Naciones para reglamentar el orden
internacional y rendir obsoletos los conflictos tipo Primera Guerra
Mundial.
Pero a pesar de todos los principios retumbantes y el carácter
universalista del programa de Wilson, el propósito verdadero
era avanzar los intereses de una gran potencia en
particular, los Estados Unidos, que ahora se había convertido
en potencia mundial como consecuencia de la guerra. Ante todo,
el programa de 14 puntos trató de hacerle frente a la amenaza
que la existencia del primer estado obrero en la Unión
Soviética le presentaba al capitalismo. Por eso fue que,
durante la conferencia de paz en Versalles, los ejércitos
de intervención, en la cual participaron todas las grandes
potencias, trataban de derrocar el gobierno soviético.
Los principios de la auto determinación, la democracia
y la libertad formaban la base de los 14 puntos, pero no eran
aplicables a la Unión Soviética y tampoco a la India
o a las otras colonias de las victoriosas potencias imperialistas.
Lejos de proveer las condiciones para un desarrollo armonioso,
el Tratado de Versalles de 1919 creó las condiciones para
nuevos desastresla Gran Depresión de 1929-1932, el
levantamiento del fascismo en Alemania y el estallido de la Segunda
Guerra Mundialsolamente dos décadas después
que se firmara.
¿Retroceso al pasado o el enfrenamiento?
Los Estados Unidos salió de la Segunda Guerra Mundial
aún más poderoso que de la Primera. Pero todavía
no estaba en ninguna condición para imponer la reorganización
del mundo. La existencia de la Unión Soviética era
una barrera a sus ambiciones mundiales.
Sectores de la clase gobernante y los militares estadounidenses
querían derrocar la Unión Soviética. Los
frenaban dos factores: la oposición que hubiera provocado
en la clase obrera internacional, y las fuerzas armadas de la
Unión Soviética misma. EE.UU. había esperado
que, al tirar dos bombas atómicas en Japón en 1945,
habría estado en condición de dictarle al resto
del mundo. Pero estos planes recibieron un fuerte golpe cuando
la Unión Soviética desarrolló sus propias
armas nucleares y en 1949 el régimen de Chiang Kai Shek
fue derrocado en China.
La clase gobernante de los Estados Unidos entró en conflicto
en cuanto a la estrategia que se debería seguir. Una facción
favorecía regresar al pasado; es decir, derrocar,
a todo precio, la Unión Soviética y el régimen
maoísta en China. Otra favorecía el enfrenamiento.
El conflicto entre estas dos tendencias había de estallar
durante momentos importantes durante el próximo período.
Durante la Guerra de Corea, el gobierno de Truman casi llega a
usar armas atómicas. MacArthur abogaba para que se tiraran
entre 30 a 50 bombas nucleares en la frontera entre Corea y Manchurria.
En 1962, durante la crisis cubana de los cohetes teledirigidos,
varios sectores de los militares estaban listos para irse a la
guerra nuclear total contra la Unión Soviética.
Y en la Guerra de Vietnam otra vez aparecieron sectores de las
fuerzas armadas que abogaban por el uso de armas nucleares.
La facción a favor del enfrenamiento triunfaron.
No obstante, como explicara David North en su presentación,
un análisis de la historia de la Guerra Fría revela
cual era el verdadero significado de regresar al pasado
y el enfrenamiento. No era que, según la propaganda,
los Estados Unidos había obligado a una Unión Soviética
expansionaria a refrenar o a retroceder; más bien había
sido lo contrario. La posibilidad de una represalia por parte
de la Unión Soviética había frenado a los
Estados Unidos de seguir una política para dominar al mundo
entero.
¿Cuál era el ímpetu de los cambios que
ocurrieron en la política exterior de los Estados Unidos?
Por lo general se puede decir que la política de refrenamiento
fue triunfante mientras el orden económico y político
establecido al concluir la Segunda Guerra Mundial presentó
las condiciones para expandir las potencias capitalistas principales.
Este período, que duró del 1945 a aproximadamente
1973, ha llegado a conocerse en la historia como la prosperidad
post bélica. Presenció la mayor expansión
económica del capitalismo en toda su historia. Pero a los
observadores de visión limitada les parecía que
las advertencias de Lenín y Trotsky acerca de la necesidad
histórica de la transformación socialista, junto
con los escritos de Lenín sobre el imperialismo, pertenecían
a otra época del pasado muy lejano.
Pero era el destino del equilibrio establecido después
de la guerra desintegrarse. Ya para mediados de la década
del 70, el capitalismo mundial había entrado a un nuevo
período de desequilibrio. Y todavía no ha salido
de él.
El cambio en la situación económica formaba la
base para el cambio que se dio en la política exterior
de los Estados Unidos: de refrenamiento a regreso
al pasado. El gobierno de Carter desarrolló la política
de incitar el fundamentalismo islámico en las repúblicas
soviéticas de Asia Central. Fue cuando Osama bin Laden
y otros grupos fundamentalistas islámicos y anti comunistas
tuvieron su origen. Fueron financiados por Arabia Saudita y colaboraban
íntimamente en acuerdo con los fines y objetivos estadounidenses.
Durante la década del 80, el gobierno de Reagan intensificó
la política de desestabilización con un aumento
enorme de las fuerzas militares dirigido contra la URSS. En el
mismo Estados Unidos, puso en práctica un programa económico-social
paralelo cuyo objetivo era desmantelar las reformas que la clase
obrera había ganado durante el Nuevo Trato [de Roosevelt]
y la expansión que ocurrió después de la
guerra.
Cuando la burocracia estalinista por fin decidió liquidar
a la URSS en 1991, la clase gobernante de los Estados Unidos se
vio ante una situación sin precedente. Ahora podía
alcanzar los objetivos de su política exterior sin ningún
impedimento externo. La transformación de esta situación
había de tener un impacto significante en el Oriente Medio.
Ya para 1973-1974, los Estados Unidos había sufrido
el aumento en los precios de petróleo que los países
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
[OPEP] habían establecido. En 1975 hubo un debate en los
ámbitos gobernantes acerca de la posibilidad de una intervención
militar. Entonces EE.UU. sufrió otro golpe en 1979: en
Irán el Shah fue derrocado. Éste había ascendido
al poder un cuarto de siglo antes por medio de un golpe de estado,
auspiciado por la CIA, contra el régimen nacionalista de
Mossadegh.
Durante la década del 80, para debilitar a Irán,
EE.UU. le brindó más y más apoyo al régimen
de Saddam Hussein en su guerra reaccionaria contra Irán.
EE.UU le entregó al régimen iraquí fotografías,
tomadas por satélites, de los movimientos de tropas y le
asistió a fabricar armas químicas y biológicas
para la destrucción a gran escala.
El régimen de Irak quedó bien débil después
de la guerra. Desesperadamente necesitaba ingresos de petróleo
para reactivar la economía y mantener a sus fuerzas militares.
Pero las acciones del régimen de Kuwait, que forzaba la
disminución de los precios del petróleo al aumentar
los abastecimientos y apoderarse de los campos petrolíferos
iraquíes, socavaban los ingresos de Irak. El régimen
iraquí, por su parte, decidió darle una lección
a Kuwait. Luego de consultar con EE.UU.cuyo embajador, April
Glaspie, había indicado que EE.UU. no tenía ninguna
opinión acerca de conflictos entre árabesel
régimen iraquí lanzó su invasión.
Saddam Hussein pronto aprendió que era como cualquier otra
mercancía de EE. UU., quien podía cambiar su política
y deshacerse de él sin más ni menos.
EE.UU había tratado de ponerle presión a Irán
por medio de Irak. Pero ahora la situación mundial cambiaba
y EE.UU. se encontraba más fortalecido. La invasión
iraquí de Kuwait, para la cual Saddam Hussein razonablemente
esperaba el apoyo de EE.UU.puesto que durante ocho años
había recibido respaldo estadounidense en la guerra contra
Iránse convirtió en pretexto para la guerra
que EE.UU. organizara de 1990 a 1991.
La situación a comienzos de 1991, sin embargo, todavía
era flexible. EE.UU. todavía no estaba seguro si podía
actuar fuera de los límites impuestos por las resoluciones
de la ONU y llevar a cabo una invasión total de Irak. Además,
creía que si Saddam Hussein sufría la derrota militar,
su régimen se desintegraría.
En un artículo del Sydney Morning Herald, publicado
el 14 de octubre, Gerard Henderson opinó que se había
anotado varios puntos contra aquellos que sostienen que la guerra
contra Irak se debe al petróleo. Afirmó que si
el petróleo es la razón principal del gobierno,
¿por qué no invadió EE.UU. a Bagdad durante
la Guerra del Golfo Pérsico? A Irak se le habría
impuesto un cambio de régimen en ese entonces, lo cual
habría dejado a EE.UU en control de los abastecimientos
iraquíes.
A la pregunta retórica del Sr. Henderson se le puede
contestar fácilmente: EE.UU., en esa etapa, considerada
que era muy arriesgado irse más allá del mandato
de la ONU. Pero la decisión de aguantarse provocó
una reacción furiosa en varios sectores de la clase gobernante,
determinados a aprovecharse de la próxima oportunidad.
Se puede ver bien claro, durante la década siguiente,
como el unilateralismo de la política exterior de los Estados
Unidos y sus intervenciones militares aumentaban. De 1990 a 1991,
la Guerra del Golfo Pérsico se condujo dentro de
los límites establecidos por la ONU. En 1999, la guerra
contra Yugoslavia, auspiciada por la OTAN, se llevó a cabo
sin la ONU. De 2001 a 2002, EE.UU. desató la guerra
contra Afganistán unilateralmente sin la ONU o la
OTAN. Ahora planifica la invasión de Irak y la instalación
de un régimen títere en contra de la oposición
abierta de varios aliados de la OTAN.
Hemos indicado que el carácter más y más
agresivo de la política exterior de EE.UUdel enfrenamiento
al regreso al pasado y ahora el establecimiento de
nuevas formas de colonialismoestá vinculado a los
cambios en el capitalismo mundial; cambios que tienen su fuente
tres décadas atrás, cuando comenzaba la década
del 70 y la prosperidad de la época post Segunda Guerra
Mundial comenzaba a desmoronarse.
El aumento de la desigualdad social
Las consecuencias sociales de estos cambios se pueden resumir
en la expansión de la desigualdad no sólo entre
los países, sino también en sus sociedades internas.
La Estrategia para la Seguridad Nacional auspiciada por Bush viene
llena de frases, tales como el respeto a la propiedad privada,
la libertad de los mercados y los incentivos
para el mercado. Pero estos son los mismos programas que
han tenido un impacto devastador en las vidas de billones de personas
por todos los rincones del mundo.
Más de media raza humana está a ganarse la vidaapenascon
menos de $2 al día. Los otros días leí en
algún lugar que las vacas europeas reciben mucho más
bajo la política agrícola de la Unión Europea.
En todos los países capitalistas principales, durante
las últimas dos décadas, la desigualdad social ha
aumentado y la redistribución de la riqueza ha favorecido
a los ricos. En ningún lugar es esto más aparente
que en los Estados Unidos.
El domingo pasado, un artículo del economista Paul Krugman,
publicado en el New York Times, hizo referencia al terremoto
de cambios que había tomado lugar en la distribución
de la riqueza y el ingreso. Insistía que no era posible
comprender lo que sucedía en los Estados Unidos sin
comprender las causas, consecuencias y hasta que punto había
llegado el gran aumento de la desigualdad que había ocurrido
durante las tres últimas décadas, y sobretodo la
concentración asombrosa de los ingresos y la riqueza en
tan pocas manos. Según un estudio reciente que Krugman
citó, en 1998, 0.01% de la población recibía
más del 3% de todo el ingreso. Es decir, las 13,000 familias
más adineradas recibían casi tanto ingreso como
las 20 millones familias más pobres. Y esos 13,000 tenían
un ingreso 300 veces mayor que las familias ordinarias.
Este proceso de enriquecimiento va muy vinculado a la enorme
expansión del parasitismo económico durante los
últimos 20 años y al robo de los recursos financieros
y económicos. Los detalles de los escándalos empresarialespréstamos
a funcionarios, opciones para compra de accionespueden confundirnos
fácilmente, pero en realidad la cosa es muy simple. Todos
estos complejos pactos y acuerdos sólo sirven para ocultar
el robo y la acción criminal y hacerlos parecer estrategias
empresariales de sofisticación.
A este surgimiento del gangsterismo no se le puede considerar
como si fuera un caso de varias manzanas podridas. A fin de cuentas
expresa la profunda crisis continua de la economía capitalista
misma. Desde el punto de vista político, esta crisis encuentra
su suma expresión en el gobierno de Bush, quien es de la
misma carne y hueso de estas capas.
Y si la política exterior es la continuación
de la política interior, ¿es sorprendente que el
saqueo del petróleo iraquí sea la base de los objetivos
de la política exterior de los Estados Unidos? O como expresó
el comentarista William Seidman, asesor en economía a cuatro
presidentes de EE.UU., en el canal de televisión, CNBC
(que favorece a las empresas: la guerra contra Irak es probablemente
la idea más abusadora que me viene a la mente.
Sería un error grave creer que estos procesos se limitan
solamente a EE.UU. y que es posible contraponerle al capitalismo
estadounidense rapaz un capitalismo europeo, asiático o
australiano más dulce y gentil. Los procesos económicos
y sociales en EE.UU. expresan de manera bien aguda las tendencias
de desarrollo internas al orden capitalista mundial.
Para fomentar la lucha contra el imperialismo y la guerra,
es esencial que esto se entienda. Tal lucha, si ha de sostenerse
y no reducirse a una simple protestapermitiéndole
a las clases gobernantes que sigan su camino porque saben que
la tormenta ha de llegar sa su fintiene que dirigirse contra
el mismo orden socioeconómico que le da origen al imperialismo
y a la guerra: el sistema capitalista mundial.
Además, la lucha contra el imperialismo y la guerra
tiene que basarse en la única fuerza social que puede oponerse
a este sistema social anticuado y reaccionario que encarna, en
lo más profundo de su ser, la posibilidad material de crear
un sistema social nuevo y mejor, capaz de resumir el progreso
de la civilización humana. Por eso lo esencial de esta
lucha es que se siga formando el partido mundial de la revolución
socialista, cuyo objetivo es la unificación de la clase
obrera internacional. Esta es la perspectiva del Comité
Internacional de la Cuarta Internacional, del cual el Partido
Socialista por la Igualdad es la sección australiana. Les
insto que consideren, de la manera más urgente, integrarse
a este partido internacional.
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