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Nueva etapa en el encubrimiento del 11 de septiembre
Bush escoge a Kissinger como director de la investigación
oficial
Por la Junta Editorial
12 Diciembre 2002
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el autor
La selección de Henry Kissinger, ex ministro de estado,
para dirigir la comisión oficial de los Estados Unidos
sobre los ataques terroristas del 11 de septiembre asegura que
la investigación no será independiente, sino un
encubrimiento. Al escoger a Kissinger, Bush ha declarado que su
gobierno desprecia al público y que implacablemente se
opone a toda investigación seria del ataque terrorista
más mortífero en la historia del país.
Con este nombramiento, el gobierno de los Estados Unidos le
hace morisquetas de burla a la opinión pública internacional,
pues ha escogido a un hombre famoso en todo el mundo por participar
y dirigir, de la manera más directa, en varias de las intervenciones
más sangrientas que Washington ha llevado a cabo durante
las últimas cinco décadas.
El nombramiento de Kissinger le hace burla a la independencia
de la comisión. Es ex socio íntimo de muchos cuyas
acciones el 11 de septiembre o antes deberían investigarse.
Estuvo a cargo de la política exterior estadounidense de
1969 a 1976. Del 1974 al 1976, Donald Rumsfeld fue jefe del personal
de la Casa Blanca y luego se convirtió en Ministro de Defensa.
Cuando Rumsfeld se mudó al Pentágono, Richard Cheney,
quien actualmente es vice presidente del país, lo reemplazó
como jefe del personal. El padre del presidente actual, George
Bush Padre, era jefe de la CIA.
Debido a que varios países han comenzado acciones jurídicas
contra Kissinger por haber permitido los asesinatos y el terrorismo
estatal cuando dirigía la política exterior de los
Estados Unidos, éste ya no puede viajar libremente por
Europa y Latinoamérica. El año pasado tuvo que cancelar
un viaje a Brasil debido a manifestaciones a favor de los derechos
humanos. A causa de un ciudadano francés que había
sido asesinado por la dictadura militar de Chile, que contaba
con el respaldo de los Estados Unidos, la policía francesa
quiso interrogarlo durante una visita a París. En Chile
y los Estados Unidos se le ha entablado pleito en los tribunales
por su papel en el asesinato del General René Schneider,
comandante militar chileno cuya liquidación le abrió
paso a la dictadura del General Augusto Pinochet.
Casi no existe rincón del mundo que no haya sufrido
el impacto de los crímenes vinculados al gobierno de los
Estados Unidos durante los plazos de Kissinger como asesor de
la seguridad nacional y ministro de estado, primero bajo Richard
Nixon y luego para Gerald Ford:
* Bangladesh: Kissinger autorizó el
golpe de estado militar en Pakistán por el general Yahya
Khan en 1971, así como también intentos sangrientosaunque
no exitosospara suprimir la rebelión del pueblo bengalí
en lo que antes se conocía como Pakistán Oriental.
* Grecia: Kissinger mantuvo relaciones íntimas
con el régimen de la tortura de los coroneles griegos que
se robaron el poder en 1967.
* Indonesia: Kissinger y Ford visitaron a
Suharto, dictador militar, durante la víspera de su invasión
de Timor Oriental, y aprobaron por adelantado la masacre de 200,000
personas.
* Chile: Kissinger supervisó íntimamente
las preparaciones de la CIA para dirigir el golpe militar de 1973
que terminó con el asesinato de Salvador Allende, presidente
socialdemócrata electo, y 20,000 otros chilenos. Declaró
que No veo por qué tenemos que quedarnos con los
brazos cruzados mientras un país se vuelve comunista debido
a la irresponsabilidad de su pueblo.
* Argentina: Kissinger respaldó el
golpe de estado de 1976, que estableciera la dictadura militar,
la cual hizo que desaparecidos y escuadrones
de la muerte se convirtieran en expresiones con importe
internacional.
* Operación Cóndor': Kissinger
aprobó la política, puesta en práctica por
todo el continente, de asesinar a izquierdistas. Las juntas militares
de Chile, Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay participaron en
la caza.
* El Oriente Medio: Kissinger le dio su respaldo
al enorme rearmamento del gobierno de Israel luego de la Guerra
Árabe-Israelí en 1973, que llevara a los Estados
Unidos y a la Unión Soviética al borde del conflicto
nuclear. Su celebrada diplomacia ómnibus fue
en realidad la primera etapa en hacer que los árabes abandonaran
a los palestinos e hicieran la paz con el sionismo.
Pero son los crímenes del imperialismo estadounidense
en el sureste de Asia los que nos han dejado memorias indelebles
de Kissinger y Nixon: el bombardeo secreto de Camboya y Laos;
el bombardeo navideño del Vietnam del Norte;
la invasión, en 1970, de Camboya que hizo posible el surgimiento
de los Khmer Rojos y Pol Pot, que la guerra en Vietnam, en la
cual 30,000 estadounidenses y 1 millón de vietnamitas perdieron
la vida, se prolongara por más de siete años.
Kissinger también fue de los que idearon y pusieron
en práctica el sistema de espionaje político en
el interior del país contra los adversarios de la Guerra
de Vietnam, la cual eventualmente causó la caída
del gobierno de Nixon debido a la crisis de Watergate.
Ordenó grabaciones ilícitas de sus propios asesores
en el Consejo de la Seguridad Nacional luego que uno de sus ex
funcionarios, Daniel Ellsberg, revelara los Documentos del
Pentágono a la prensa. Nixon entonces organizó
la unidad de plomeros, la cual allanó con motivos
de robo las oficinas del psiquiatra de Ellsberg y luego la sede
del Comité Nacional del Partido Demócrata en el
edificio Watergate.
Esta política documentada nos obligan a escoger las
mejores palabras que describen la selección de Kissinger
para dirigir una comisión de investigaciones que descubra
lo que realmente sucedió el 11 de septiembre: provocación
política y farsa. No existe, durante los últimos
tiempos de la historia de los Estados Unidos, figura que más
se identifique con maniobras engañosas, encubrimientos
y mentiras excepto Richard Nixon, quien fue su cómplice.
Al comparecer ante una conferencia de prensa para anunciar
su nombramiento, Kissinger declaró que la comisión
le seguiría la pista a los hechos. Y añadió
que no tenemos ninguna restricción y tampoco la aceptaremos.
Pero cuando Kissinger dejó sus cargos en 1977, hizo que
todos sus expedientes y documentos relacionados al Ministerio
de Estado y el Consejo de la Seguridad Nacional se guardaran en
la Biblioteca del Congreso con la condición que nada se
revelara hasta cinco años después de su muerte.
Al anunciar la decisión de nombrar al ex-ministro de
estado, Bush declaró: El Dr. Kissinger y yo somos
iguales cuando nos comprometemos a algo. Fue la única
expresión sincera de la ceremonia. Ambos se han comprometido
a defender la maquinaria militarista y de espionaje de los Estados
Unidos, a la cual se le sospecha de haber participado en los sucesos
del 11 de septiembre, 2001. Por lo menos la CIA, el FBI y el Pentágono
son culpables de gran negligencia. Pero lo más probable
es que haya habido una colaboración directa entre las agencias
del estado y los terroristas que llevaron a cabo los secuestros
suicidas.
El gobierno de Bush ha luchado por más de un año
para prevenir toda verdadera investigación de los hechos
del 11 de septiembre. Luego de oponerse a toda investigación,
aceptó una dirigida por los comités sobre el espionaje
del Senado y la Cámara de Diputados, cuyos miembros, a
quienes se les confía de ser partidarios de la maquinaria
de la seguridad nacional, se pusieron de acuerdo para mantener
secreta la mayor parte de las reuniones.
Este procedimiento sin mordida, sin embargo, fracasó
en callar las sospechas bien difundidas que el gobierno posiblemente
participó en los ataques, y la creencia más difundida
aún que el gobierno ha participado en un enorme encubrimiento.
Luego que los familiares de las víctimas de los ataques
terroristas públicamente criticaron al gobierno por éste
oponerse a una investigación seria, Bush se vio obligado
a nombrar una comisión independiente.
La selección de Kissinger como cabeza de esta comisión
equivale a una admisión que el gobierno de los Estados
Unidos tiene mucho que esconder en lo referente al 11 de septiembre
y que el gobierno de Bush, que colabora muy armoniosamente con
los Demócratas del congreso y la prensa, ha determinado
que la verdad tiene que ocultarse.
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