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WSWS celebra en Nueva York reunión sobre el rumbo de guerra que los Estados Unidos ha escogido

Por Bill Vann
31 Diciembre 2002

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David North, presidente de la Junta Editorial de la World Socialist Web Site acusó al gobierno de Bush de usar las “armas para la destrucción en masa” como pretexto para lanzar una guerra contra Irak; guerra no sólo con significado internacional, sino también en cuanto a las relaciones sociales internas del mismo Estados Unidos.

Dirigiéndose a una reunión pública muy concurrida en la ciudad de Nueva York el 15 de diciembre, North señaló que, a medida que la guerra adquiere más certidumbre, millones se pondrán más ansiosos. Expresó que “la guerra se despliega ante nosotros como el famoso tren que se estrella en cámara lenta”.

La propaganda estúpida e insensata de los órganos de prensa y el lenguaje altisonante y retumbante del gobierno estadounidense son más para ofuscar al público que para convencerlo. Ninguna de las razones que el gobierno de Bush ha planteado puede pasar la menor prueba. Es evidente que el pretexto principal para lanzar la guerra—que Irak representa una enorme y eminente amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos—un fraude enorme. El gobierno de Bush insiste que la guerra es necesaria porque Irak posee “armas para la destrucción de masas”. Pero hasta hoy día no ha podido presentar prueba que éstas existen.

“Ningún país de la historia ha sido sometido a un espionaje tan amplio e intruso como Irak. Ha sido despojado de todo derecho a la soberanía nacional. Por más de una década gran parte de su territorio ha sufrido el bombardeo constante de los Estados Unidos y la Gran Bretaña. Los satélites estadounidenses a diario le trasmiten a las agencias militares y de espionaje miles de imágenes por computadora—de toda zona del territorio iraquí que, desde el punto de vista de la seguridad, se le sospeche de tener armas escondidas. Actualmente se encuentran recorriendo el país “inspectores de armas”, quienes cuentan con los aparatos de detección de mayor susceptibilidad posible. Hasta ahora no han encontrado nada”.

North también señaló que el gobierno de Bush ha declarado que el hecho que no se descubran armas de destrucción en masa en Irak es “prueba que dichas armas existen”.

“Su última exigencia es que los científicos iraquíes sean sacados de Irak para interrogarlos. Esta exigencia, que no tiene paralelo y que el director de las inspecciones de la ONU, Hans Blix, considera un secuestro, los Estados Unidos intenta provocar el conflicto con Irak. Si Irak rehusa entregar cualquier individuo que EE.UU exija, habrá, pues,"esencialmente cometido una infracción”de la resolución del Consejo de Seguridad. Y si Irak acepta la exigencia, como lo ha hecho con todas las demás, los Estados Unidos ha arreglado el proceso con tal que de dar con un pretexto que le permita el ataque militar. Aquellos científicos iraquíes que, en las palabras del Washington Post “mientan o rehusen hablar”, serán enviados de nuevo a Irak, donde presuntamente serán muertos por un Saddam Hussein lleno de sospechas. Por otra parte, aquellos que le dicen a los Estados Unidos lo que éste quiere oir serán recompensados muy bien. Es decir, los Estados Unidos extraerá información de individuos indefensos al hacerle una oferta que no pueden rehusar. Eso se llama extorsión”.

North citó una editorial cínico que apareciera en el Washington Post del domingo. Sostenía que los inspectores no estaban en Irak de “detectives” para buscar armas. Esa misión, dijo el periódico, sería fútil en un territorio hostil del tamaño de California”.

Según North, este razonamiento—que es imposible encontrar las armas—ha adquirido fuerza a medida que es obvio que Irak no tiene el tipo de programas para desarrollar armas que Washington por cinco años ha sostenido.

“Ahora bien, si ese es el caso—que no se puede esperar que los inspectores encuentren nada —¿por qué hizo los Estados Unidos tanto escándalo cuando los inspectores de armas fueron retirados en 1977? En esa época, los Estados Unidos insistía que el régimen iraquí trataba de obstruir la labor de los inspectores de armas con tal que no descubrieran nada. Pero cuando los inspectores se retiraron, los Estados Unidos lo usó como pretexto para el terrible bombardeo de Irak que comenzó a principios de 1998. Además, durante los últimos cinco años, los Estados Unidos ha insistido, hasta el punto de causar náusea, que los inspectores deben tener la libertad de registrar los palacios presidenciales, pues son los edificios donde más probablemente se esconden las armas y que funcionan como talleres de producción. Pero ahora que todos estos lugares y cada pulgada cuadrada de Irak se han abierto a las inspecciones sin restricción, es evidente que no se va a descubrir nada de importancia. El gobierno de Bush, pues, y sus cómplices en los órganos de prensa, sin fallarle un latido, proclaman que no se puede esperar que los inspectores “ubiquen materiales ocultos en un territorio hostil del tamaño de California”.

¿Pero por qué—si me permiten preguntar—es imposible descubrir y vigilar, de manera efectiva, las instalaciones de armas para la destrucción de masas (ADM) en Irak sólo porque es del tamaño de California? La lógica que gobernaba los pactos sobre las armas entre los Estados Unidos y la Unión Soviética—la cual era 50 veces mayor que Irak—era que la tecnología avanzada logró un programa mucho más sofisticado para la detección y vigila de la capacidad productiva y funcional de las armas de cada adversario. A finales de la década del 80, los órganos de prensa efusivamente elogiaron a Reagan cuando este invocó un adagio ruso—“Confiemos pero comprobemos”—al firmar uno de los últimos programas de desarmamiento recíproco con la URSS. Los órganos de prensa convencionales pintaron, como fantasía paranoica de la extrema derecha, toda insinuación que los soviéticos podían fabricar dispositivos nucleares que exitosamente eludirían toda detección. Pero ahora esta fantasía es la justificación de la guerra.

North citó el editorial del Washington Post, el cual advirtió que el precio de la guerra contra Irak “podría ser sumamente elevado”, pero que Bush, luego de apostar “todo el prestigio de su gobierno con la aserción que Irak posee armas para la destrucción en masa, tiene que cumplir sus amenazas”.

Dijo North: “Es decir, el gobierno de Bush no puede detener la guerra porque pasaría una vergüenza devastadora. La guerra es una necesidad política”.

¿Por qué está los Estados Unidos—preguntó North—al borde de lanzar la cuarta guerra de importancia en poco más de una década y la segunda en menos de un año?

“Si por el momento ponemos a un lado el carácter fraudulento de la campaña contra las ‘armas para la destrucción en masa'”, dijo North, “podremos ver que este tipo de propaganda periodista tan ordinaria no forma ninguna base seria para analizar un fenómeno socio político tan profundo como la guerra. Si la historia del Siglo XX comprueba algo, ésto es que las declaraciones oficiales de los gobiernos que inician las hostilidades son el último lugar que deberían investigarse para comprender las causas de la guerra.”

North continua: “Al considerar las causas de la guerra, es imprescindible analizar más ampliamente los intereses geopolíticos internacionales que proveen el ímpetu a la política exterior de los Estados unidos. No cabe duda alguna que asegurar el acceso sin restricciones al petróleo y al gas natural es objetivo estratégico de suma importancia para los Estados Unidos. Las últimas tres décadas han presenciado un aumento inexorable de las fuerzas militares estadounidenses en la región del Golfo Pérsico.

“El colapso de la URSS puso en duda el futuro de las reservas de petróleo y gas natural que todavía no se han explorado en la región del Caspio. Dado que la cantidad de este recurso natural tan importante es limitado, los Estados Unidos considera que el dominio de las regiones productivas de petróleo son imprescindibles para que la economía interna del país pueda funcionar y para poder ejercer su dominio sobre el sistema capitalista a nivel mundial. Los estrategas del imperialismo estadounidense se han convencido que el dominio de los abastecimientos de petróleo le darán a la clase gobernante estadounidense una enorme ventaja competitiva contra sus rivales actuales y futuros”.

North señaló las consecuencias potenciales de largo alcance que las actividades de los Estados Unidos, al usar su poderío militar dominante, pueden tener cuando intente establecer su hegemonía mundial. “No importa cuan sean las consecuencias inmediatas de la guerra contra Irak, los Estados Unidos se verá obligado a poner en marcha un antagonismo que más profundo se hará entre los EE.UU. y una gran variedad de competidores actuales y futuros. Dentro de las fronteras establecidas por el sistema capitalista de estados-naciones, la lógica de este proceso—es decir, de los antagonismos entre las naciones y del imperialismo mismo—conduce, a menos que la clase obrera internacional intervenga y le ponga paro, a guerras aún más sangrientas y con mayor posibilidad de aniquilar al mundo.

“Existe un gran abismo entre las extensas ambiciones mundiales de los Estados Unidos y los recursos económicos que en la realidad están a su disposición. La prensa rara vez se refiere a esta contradicción. Sin embargo, el hecho que los Estados Unidos depende más y más de su poderío militar para lograr su hegemonía mundial ocurre en—o mejor dicho, surge de—una situación prolongada y desenfrenada donde reina el collapso económico.

“Si hacemos un análisis histórico, es evidente que la posición objetiva de los Estados Unidos en la economía mundial es mucho, mucho más débil de lo que era 57 años atrás, cuando se terminó la Segunda Guerra Mundial. En esa época los Estados Unidos poseía—en comparación a sus rivales capitalistas—una superioridad militar incomparable. Pero este poderío militar era de menor importancia que su dominio de la economía capitalista mundial. Aproximadamente 75% de la capacidad productiva mundial del capitalismo se ubicaba dentro de las fronteras de los Estados Unidos.

“La situación actual, a pesar del poderío militar, es enormemente diferente; y este terror a que sus rivales le pasen por encima—Europa, China y Japón—encuentra su expresión en la política desenfrenada y enloquecida del país; política cuyas actividades recuerdan al tipo más peligroso: el viejo que anda prisa. El gobierno de Bush trata de contrarrestar, por medio de la fuerza militar, las consecuencias del desplome económico”.

North enfatizó dos factores decisivos que forman las bases de la campaña pro guerra: la crisis de la economía interna que más y más se expande; y las enormes tensiones entre las clases sociales que se van desarrollando en la sociedad estadounidense.

Declaró que “la burbuja de Wall Street ha reventado y desenmascarado todas esas jactancias que la década del 90 había presenciado un enorme renacimiento de la productividad potencial del capitalismo estadounidense. Pero ahora está claro lo que la última década presenció fue el derroche extraordinario de los bienes financieros: trillones de dólares fueron invertidos en empresas especulativas que no fueron productivas ni en el mejor de los casos; es más, en su gran mayoría fueron ruinosas. El intento de crear la ilusión de valor a través de actividades especulativas independientes del proceso de producción tuvo un profundo efecto sobre el carácter del capitalismo estadounidense y la fisionomía social de su clase gobernante.

“Las actividades empresariales adquirieron más y más un carácter delictivo. Las actividades cotidianas de la clase gobernante, que con tanto afán se había concentrado en enriquecerse a sí misma, adquirieron un carácter más y más descarado y desvergonzado al saquear los bienes sociales. El asombroso nivel de auto enriquecimiento encuentra su reflejo en el estancamiento y deterioro de la posición social de las amplias masas del pueblo trabajador. Al comenzar el nuevo siglo, los Estados Unidos, entre las naciones capitalistas avanzados, se había convertido en el país de mayor desigualdad social. Una estadística indica la polarización social que existe en los Estados Unidos: el ingreso anual de las 13,000 familias más ricas del país es mayor que el ingreso anual combinado de las 20 millones de familias más pobres.

Esta enorme concentración de la riqueza en un porcentaje tan pequeño de la población ha resultado en una sociedad que sólo puede llamarse una oligarquía. Las actividades del círculo gobernante político, completamente servil a la oligarquía, se concentran totalmente en la defensa de la riqueza y los privilegios de la clase gobernante. La gran agresión contra los derechos democráticos que el gobierno de Bush ha lanzado es una mera reacción superficial a los sucesos del 11 de septiembre, 2001. En realidad, es consecuencia de algo mucho más fundamental: la polarización social en los Estados Unidos”.

North se refirió a la disputa sobre el contrato de los trabajadores de tránsito de la Ciudad de Nueva York, en la cual el gobierno ha amenazado con multas y cárcel para los trabajadores y los editoriales de la prensa local han sugerido que el dirigente del sindicato, quien es reformista moderado, sea tirado en la cárcel y hasta muerto. Este evento, dijo North, “revela el nivel de guerra de clases que arde por debajo de la superficie de la vida cotidiana”.

North enfatizó la importancia de basar la lucha contra la guerra en un programa que movilice a la clase obrera contra la raíz económica de la guerra: el capitalismo. Una política anti guerra tiene que dirigirse ante todo a los intereses sociales de las masas amplias del pueblo trabajador.

Insistió que ésta era la lección clave que tenía que aprenderse del movimiento contra la guerra de Vietnam. Los dirigentes de ese movimiento se mantuvieron alejados de las consternaciones y preocupaciones de la clase obrera a la vez que los trabajadores mismos rehusaban, en cantidad cada vez mayor, sacrificar sus vidas en la guerra. Aunque las luchas militantes de los trabajadores los oponían objetivamente contra la guerra, North enfatizó que esta lucha tenía que oponerse conscientemente al imperialismo mismo.

Agregó: “Los problemas de la humanidad no pueden resolverse solamente a través de la militancia sindicalista”.

North también enfatizó la importancia de los sucesos políticos que han de surgir en 2003 y que el año venidero marca el 100 aniversario del congreso, en 1903, del Partido Laborista Socialdemócrata de Rusia, que estableciera al bolchevismo como tendencia política. Dijo que esta evolución ya había sido políticamente preparada de antemano por Lenín con su famoso panfleto, ¿Qué hacer?

Lo fundamental de ese panfleto, dijo, no fue que era un manual para la organización y formación del partido revolucionario de la clase obrera; fue más bien el concepto que “el partido revolucionario era el medio por el cual la conciencia socialista se le introduciría a la clase obrera”.

Y éste ha sido, siguió North, el papel esencial que la World Socialist Web Site jugara desde su fundación hace cinco años.

“Nuestra misión”, continuó North, "es restablecer de nuevo la consciencia socialista de la clase obrera, la cual sufrió los golpes tan terribles de la reacción capitalista y del estalinismo durante el Siglo XX”. Enfatizó que la misión de mayor importancia durante el año venidero será la organización política del enorme apoyo mundial que la World Socialist Web Site ha recibido y convertirlo en un movimiento político de masas bajo la dirigencia del Partido Socialista por la Igualdad.

Entre los que asistieron a la reunión se encontraban trabajadores, estudiantes y profesionales que habían leído la web site por años pero que nunca habían asistido a un acontecimiento público organizado por la WSWS y el Partido Socialista por la Igualdad. Dos obreros manejaron desde el estado de Maine para escuchar la charla. Otros vinieron de New Jersey, del Valle del Hudson y otras regiones fuera de la ciudad. La mayoría había recibido información acerca de la reunión por medio de un aviso publicado en el site o a través de otro enviado por correo electrónico a los subscriptores de la WSWS.

Uno de los obreros que llegaron a la reunión desde el estado de Maine se expresó de esta manera: “He estado leyendo el site desde los trámites para enjuiciar y desacreditar a Clinton. Hemos estado descargando el material [que publican], imprimiendo y repartiéndolo en manifestaciones y rallys en diferentes regiones del estado”.

Un estudiante del estado de New Jersey dijo que un amigo de Tailandia le había enviado un mensaje por correo electrónico pidiéndole que asistiera a la reunión y que después le contara de ella.

Hubo una reacción muy positiva a la charla, la cual fue seguida por un debate muy enérgico. Las preguntas fueron numerosas y acerca de muchos temas: el significado de los últimos acontecimientos en cuanto el aumento de la presencia militar estadounidense contra Irak; la política racista; y los problemas que prresenta la concientización política de la clase obrera.

Varios de los presentes expresaron su interés en unirse al Partido Socialista por la Igualdad. Se recaudó más de $1800 en efectivo y $3,000 en promesas para un fondo destinado al desarrollo de la WSWS . Se vendió más de $200.00 en literatura.

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