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Los poderes imperialistas se esconden detrás de la
máscara del 'anti terrorismo' para preparar nuevas formas
del colonialismo
Por Nick Beams
30 Octubre 2001
Desde que comenzó la agresión militar contra
Afganistán, la World Socialist Web Site ha explicado
que esta guerra no es por la justicia, ni para la defensa contra
contra los ataques terroristas. Más bien se ha lanzado
para lograr los objetivos geopolíticos del imperialismo
estadounidense.
No ha trascurrido mucho tiempo para que el debate sobre varios
de estos objetivos más generales salgan a la superficie
en la prensa internacional. Durante los últimos días
se han publicado varios artículos abogando para que la
guerra se extienda más allá de Afganistán
y se establezcan formas de gobiernos neo coloniales en varios
países.
El 8 de octubre, el embajador estadounidense a las Naciones
Unidas, John Negroponte, entregó una carta al Consejo de
Seguridad de las O.N.U. que no dejó ninguna duda que el
gobierno de Bush, si lo considera imprescindible, extenderá
la guerra más allá de las fronteras de Afganistán.
Según la carta de Negroponte, la acción militar
estadounidense se llevó a cabo en defensa propia
y la investigación sobre como se organizó y ejecutó
el ataque del 11 de septiembre estaba sólo en sus
primeras etapas.
En la carta se hace la advertencia de una acción militar
mayor: Es posible que descubramos que nuestra propia propia
requiera de mayores acciones con respecto a otras organizaciones
y naciones.
Los partidiarios de una guerra más ampliasobretodo
el lanzamiento de un ataque militar contra Iraq afanosamente
se apoyaron de la carta y la insistencia de ésta que la
investigación acerca de los sucesos del 11 de septiembre
acababa de empezar. Como dijo el columnista John Podehertz en
el ejemplar del 9 de octubre del New York Post: El
punto implícito: cuando la investigación acabe con
las primeras etapas', Los Estados Unidos va a descubrir
conexiones entre al Qaeda y otras organizaciones y naciones'.
Y cuando esto pase, actuaremos como nos de la gana de acuerdo
al derecho innato del individuo a su defensa propia y colectiva.
Al mismo punto se le hizo hincapié, aunque con lenguaje
menos brusco, en un artículo publicado en el Financial
Times del 10 de octubre y escrito por dos antiguos socios
del Brookings Institution, Ivo Daalder y James Lindsay.
Citando la alusión de Negroponte a otras organizaciones
y naciones, comentaron: Se ha hablado mucho durante
las últimas semanas acerca de una escisión en el
gobierno de Bush debido a que la campaña anti terrorista
ha tratado de abarcar demasiado. Durante los días iniciales,
el secretario de estado, Colin Powell, y varias personas del Pentágono
con el subsecretario Paul Wolfowitz a la cabeza entraron en desacuerdo:
¿Inicialmente deberían enfocarse en Afganistán
o comenzar una campaña militar más amplia que incluyera
ataques contra Iraq y otras naciones que auspician el terrorismo?
El Sr. Bush optó por la estrategia de atacar a Afganistán
primero. Pero sería un grave error si confundiéramos
esto con la estrategia que solamente Afganistán será
atacado.
La guerra de Bush contra el terrorismo es, por lo tanto,
de mayor alcance que el enfoque que se le ha dado al Sr. bin Laden
y al Talibán. Abarca la red de Al Qaeda fuera de Afganistán,
Hizbolah, Hamás y otros grupos de alcance mundial,
así como también otras naciones que siguen auspiciándolos,
incluyendo posiblemente a Irán, Iraq y Siria.
El debate no se ha limitado a a cuales otros blancos militares
deben ser atacados, sino que abarca un análisis más
general: la forma de gobierno que los países imperialistas
tienen que imponer una vez que concluya la intervención
militar.
Hace diez años que el Comité Internacional de
la Cuarta internacional advirtió que la guerra de EE.UU.
contra Iraq era el comienzo de un nuevo período de imperialismo
y colonialismo. En el manifiesto de su conferencia contra la Guerra
Imperialista y el Colonialismo, que se celebrara en Berlín
en noviembre de 1999, el CICI advirtió que la continuay
ya logradadivisión de Iraq señala el comienzo
de una nueva división del mundo por los imperialistas.
Las colonias de ayer han de ser subyugadas otra vez. Las conquistas
y anexiones que, según los apologistas oportunistas del
imperialismo, pertenecían a otra época pasada de
nuevo forman están en la agenda.
Los eventos que han acontecido desde ese entoncesy las
declaraciones abiertas en la prensa internacional que la guerra
contra Afganistán debe conducir a antiguas formas del colonialismohan
comprobado lo correcto de esas advertencias.
Una forma nueva del colonialismo
Este es el tema de un artículo escrito por el historiador
británico derechista, Paul Johnson. Fue publicado en el
Wall Street Journal el 9 de octubre bajo el título, ¿
Cómo le respondemos al terrorismo? Con el colonialismo.
Johnson escribe:
Los Estados Unidos no tiene otra alternativa que lanzar
una guerra contra las naciones que habitualmente le prestan ayuda
a los terroristas. El presidente Bush advierte que la guerra puede
durar mucho tiempo, pero quizás él todavía
no ha comprendido que Los Estados Unidos también tiene
que aceptar sus obligaciones políticas de largo plazo.
El paralelo histórico que más se parece a esto es
la guerra contra la piratería del Siglo XIX, la cual fue
parte íntegra de la expansión del colonialismo.
Podría ser que una nueva forma de coloniaes decir,
la nación ex terrorista gobernada por el Occidentesólo
esté un poquito más allá del horizonte.
Johnson sigue con una explicación medio ajumada de la
historia del Siglo XIX, en la cual sostiene que la expansión
colonial de los poderes imperialistas principales, sobretodo del
Imperio Británico, tenía como objetivo ponerle paro
a la piratería. El propósito de pintar la historia
con un matiz diferente es demasiado obvio y tiene su objetivo:
encubrir el hecho que la conquista imperialista del Siglo XIX
no tenía que ver nada con la piratería,
pero sí con la lucha de los poderes capitalistas principales
para expandir sus puestos en la competencia mundial por las ganancias
, los mercados y las materias primas. Es decir, las mismas razones
por las cuales la guerra de hoy contra el terrorismo
se está desplegando.
John concluye su artículo no sólo definiendo
los otros blancos que hay que atacar, sino también las
formas de gobiernos que deben establecerse. Escribe:
Puede que Los Estados Unidos y sus aliados se encuentren,
por lo menos temporalmente, no sólo ocupando con tropas
las naciones terroristas testarudas, sino también gobernándolas.
Puede que entre éstas se encuentren no solamente Afganistán,
sino también Iraq, el Sudán, Libia, Irán
y Siria. En varios casos se podrá imponer regímenes
democráticos dispuestos a obedecer las leyes internacionales,
pero parece que en varios casos la presencia del Occidente será
inevitable.
Sospecho que la mejor solución de términos
medios será la resucitación del antiguo sistema
de mandato de la Liga de las Naciones, que bien sirviera de colonialismo
respetable entre las guerras mundiales. Hubo una vez
en que Siria e Iraq fueron mandatos de mucho éxito. El
Sudán, Libia, e Irán, por medio de pactos internacionales,
también han sido puestos bajo regímenes especiales.
Los países que no pueden vivir en paz con sus
vecinos y que hacen guerra secreta contra la comunidad internacional
no pueden esperar que su independencia sea total. Con todos los
miembros permanentes del Consejo de Seguridad de una manera u
otra respaldando la iniciativa de Los Estados Unidos, no sería
difícil lograr un nuevo mandato de las Naciones Unidas
que ponga a estas naciones bajo supervisión responsable.
Mientras Johnson dirige sus comentarios al gobierno de Bush
al otro lado del Atlántico, Martin Wolf, columnista de
la economía mundial para el Financial Times, le
dirige el mismo mensaje al Primer Ministro de Inglaterra, Tony
Blair.
En un artículo titulado La necesidad por un imperialismo
nuevo, publicado el 10 de octubre, escribe: El Sr. Blair
considera que los sucesos de hoy le dan la oportunidad de reordenar
al mundo. Pero puede que él mismo no se de cuenta de lo
radical que ese reordenamiento, el cual transformaría la
manera en que vemos la soberanía nacional, que forma la
estructura del mundo moderno
Las naciones fracasadas
Wolf basa su llamado al nuevo imperialismo en el concepto de
la tan llamada nación fracasada, de la cual
Afganistán es la muestra extrema. Tales naciones
fracasadas, nos dice, no sólo presentan una amenaza
a resto del mundoengendran enfermedades, son fuentes de
refugiados, sirven de asilo para criminales y son abastecedores
de drogas ilícitassino que reducen las vidas de sus
propios pueblos.
Wolf cita la obra del diplomático británico,
Robert Cooper, quien señaló el surgimiento de una
zona de caos en la cual incluía a Afganistán.
Estas zonas, escribe Cooper, no son nuevas, pero antes habían
estado aisladas del mundo. La situación de hoy es
diferente.... Si se vuelven tan peligrosas que las naciones establecidas
no pueden tolerarlas, es posible imaginar un imperialismo defensivo.
El argumento que la existencia de naciones fracasadas
sirve como justificación del dominio imperialista es tan
engañoso e hipócrita como la alusión de Johnson
a la piratería. La tan llamada nación fracasada
es consecuencia directa de las intervenciones de los poderes imperialistasque
han organizado golpes de estado, fomentado guerras civiles y conflictos
étnicos por motivos egoístas y proveído armas
a regímenes represivosy de los abusos de los programas
económicos que han creado desastres sociales para los pueblos
de estos países.
El empobrecimiento de toda la región del sub Sahara
en el continente africano, por ejemploregión de muchas
naciones fracasadassurge del hecho que, en cualquier
año dado, el pago de los préstamos y del interés
acumulado a los bancos occidentales principales y a organizaciones
como el Fondo Monetario Internacional es mayor que todo el presupuesto
para la salud y la preparación académica.
Pero Wolf, como todo antiguo partidario del imperialismo, no
es de los que permite que los hechos le obstruyan el paso a su
programa político. Sostiene que el problema fundamental
al que las "naciones fracasadas" se enfrentan es que
no existe ningún mecanismo de estado que pueda imponer
el orden, que es de las condiciones necesarias que para la vida
civilizada se pueda desarrollar. Caen en la trampa del círculo
maligno en que la pobreza engendra la anarquía y la anarquía
engendra aun más pobreza.
Afganistán, continúa Wolf, es
ejemplo de la nación fracasada: está dividida en
tribus que no se confían entre sí; es desesperadamente
pobre; su modo de vida ahora es la guerra; el régimen gobernante
saca sus fondos del dinero que proviene de la exportación
de drogas ilícitas; y Osama bin Laden es el padrino.
Pero Wolf completamente ignora los hechos en cuanto al papel que
Los Estados Unidos jugó al colaborar con los regímenes
saudita y pakistani para financiar las facciones bélicas
[de Afganistán]con, por lo menos, $10 billones y así
apoyar al Talibán y promover a bin Laden cuando era conveniente
para los intereses de los poderes imperialistas.
El caos causado por los crímenes de ayer ahora se convierte
en punto de partida para la perpetración de nuevos delitos,
empezando con el establecimiento de nuevas formas de gobiernos
coloniales.
Si hay que rescatar a una nación, escribe
Wolf, las piezas esenciales de un gobierno honestosobretodo
su maquinaria de coaccióntiene que traerse desde
afuera. Eso es lo que el Occidente está tratando de hacer
en la Yugoslavia de ayer. Para luchar con los problemas que un
estado fracasado nos presenta, las aspiraciones beatíficas
no se necesitan. Lo que se requiere es la fuerza honesta y organizada
de la coacción.
Hay dos razones por las cuales semejante idea pueda causar
horror: no se puede confiar en ell imperialismo y el esfuerzo
va a costar demasiado. Pero a estos impedimentos se les puede
derrumbar. Cierto que las Naciones Unidas puede crear algún
tipo de protectorado temporal.
Mayor agresión por parte de Los Estados
Unidos
Otro llamado para colonizar las naciones extraviadas
con la aplicación de una dosis de imperialismo estadounidense
se publicó en el Australian del 15 de octubre ..
Escrito por Max Boot, redactor de la página de opinión
del Wall Street Journal, el artículo difiere con
sugerencias que el ataque del 11 de septiembre fue una venganza
contra el imperialismo estadounidense.
Pero declara Boot: El hecho es que este análisis
está al revés: el ataque del 11 de septiembre fue
consecuencia de insuficiente participación y ambición
por parte de Los Estados Unidos. La solución requiere que
los objetivos de EE.UU, al ser puestos en práctica, sean
más expansivos y agresivos.
Según Boot, el problema en Afganistán no fue
que EE.UU armara a los mujaheddin para que éstos llevaran
a cabo una guerra en su nombre contra la Unión Soviética
en la década de los 1980. El problema fue que EE.UU. abandonó
al país cuando las tropas soviéticas salieron en
retaguardia en 1989. Boot critica las acciones militares anteriores
del gobierno de Clinton (el abandono de Somalia luego de la muerte
de 18 soldados estadounidenses y, en 1998, el lanzamiento de cohetes
teledirigidos, en vez de soldados, contra los campamentos de entrenamiento
de Osama bin Laden) por no haber hecho lo suficiente, además
de haber mostrado una debilidad que alentó
a nuestros enemigos a cometer no solamente actos de mayor agresión
y violencia.
En fin, el problema no ha sido la agresión excesiva
estadounidense, sino su insuficiencia. ¿debería
ser Los Estados Unidos más agresivo ahora que ha sido atacado?
Boot no deja duda de lo que tiene en mente cuando se refiere
al tipo de acción ejecutada por uno de los grandes
poderes: el imperialismo británico del Siglo XIX.
Continúa con que Es impresionantey no coincidenciaque
Los Estados Unidos ahora se prepara a desplegar acciones militares
en las mismas tierras donde generaciones de soldados coloniales
británicos hicieron campaña: Afganistán,
el Sudán, Libia, Egipto, Arabia, Mesopotamia (Iraq), Palestina,
Persia, la frontera Noroeste (Pakistán). Todos éstos
fueron lugares donde, ya para el Siglo XIX, el antiguo dominio
imperialfuese Otomán, Moghul o Safavidse derrumbaba
y los ejércitos del Occidente se vieron obligados a aplastar
el desorden.
Afganistán y otras naciones problemáticas
hoy imploran a gritos por el tipo de gobierno extranjero progresista
que los ingleses confiados administraban con sus pantalones de
montar bien ceñidos y sus cascos.
Igual que Paul Johnson, invoca a como modelos los territorios
puestos bajo el mandato de la Liga de las Naciones entre las dos
guerras mundiales. Nota que el proceso ya había comenzado
en los 1990 con la colocación de Timor Oriental, Camboya,
Kosovo y Bosnia bajo mandato de las Naciones Unidas.
Es posible que el dominio unilateral estadounidense ya
no sea una opción. Pero Los Estados Unidos sí que
puede dirigir una fuerza internacional de ocupación bajo
los auspicios de las Naciones Unidas con la colaboración
de varias naciones musulmanas.
Boot define a Afganistán y a Iraq como las dos naciones
donde la imposición de este nuevo dominio podría
empezar y expresa la opiniónmuy popular en los círculos
gobernantes de EE.UU.que Los Estados Unidos cometió
un error cuando sus tropas no marcharon para apoderarse de Baghdad
durante la Guerra del Golfo. Ahora tiene la oportunidad
de rectificar este error histórico. Y toda duda razonable
debería barrerse a un lado.
El debate en cuanto a la participación de Hussein
en los ataques del 11 de septiembre no tiene que ver con nada.
¿A quién le importa que participara en estas atrocidades?
Ha participado en tantas barbaridades a través de los años
el asfixio de los kurdos con gas; la violación sexual de
las mujeres kuwaitisque ya merece la pena de muerte más
de mil veces.
Boot proclama que Los Estados Unidos debería dirigir
su atención a Iraq después de poner a Afganistán
en su puesto. Una vez que Hussein desaparezca [por medio
de la invasión y ocupación estadounidense], se debería
imponer una regencia internacional, dirigida por Los Estados Unidos,
en colaboración con otra en Kabul.
El valor de estos artículos es que aclaran muy bien
que bajo la insignia de la lucha mundial contra el terrorismo,
los poderes imperialistas, con Los Estados Unidos a la cabeza,
están preparando nada menos que la reorganización
del mundo por medio del dominio militar. Esto tiene consecuencias
políticas inmediatas. La militarización de las relaciones
internacionales inevitablemente indica la militarización
de la política interna del país: el imperialismo
es incompatible con formas democráticas de gobierno.
Además, todos cometen una omisión fundamental
mientras se glorifican con el pasado del imperialismo británico.
La división del mundo hacia finales del Siglo XIX y la
primera parte del XX no resultó ni en la prosperidad ni
en la paz. Más bien condujo a dos guerras entre los países
imperialistas y a la matanza de cientos de millones de personas
cuando los poderes capitalistas principalesLos Estados Unidos,
Inglaterra, Alemania, Francia y Japóninevitablemente
entraron en conflicto mundial por los recursos, mercados y las
esferas de influencia.
Los escritores ignoran estas experiencias para justificar el
comienzo de una nueva época de conquista imperialista.
Si la clase obrera ignora estas lecciones históricas, correrá
grave peligro. Tiene que avanzar su propia perspectiva independiente
contra el programa de los poderes imperialistas: la unificación
de sus luchas a nivel internacional y la reorganización
del mundo sobre bases socialistas como manera única de
lograr la paz y la prosperidad. Ese es el programa que el Comité
Internacional de la Cuarta Internacional y el World Socialist
Web Site presentan.
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