WSWS
: Español
En la guerra para "defender la civilización"
Expertos liberales estadounidenses debaten la posibilidad
de la tortura
Por David Walsh
29 Noviembre 2001
Utilice
esta versión para imprimir | Envíe
esta conexión por el email | Email
el autor
La amplia discusión que actualmente toma lugar en los
medios de comunicación estadounidenses con respecto a la
tortura, inclusive en la prensa liberal, es un signo innegable
de la descomposición moral y social del sistema estadounidense
y de sus tendencias autoritarias.
El 5 de Noviembre, el New York Times publicó
un artículo titulado: El tema de la tortura penetra
el debate de los medios de prensa. El artículo reportaba
una serie de menciones sobre la tortura de personas bajo
sospecha de terrorismo que recientemente han aparecido en
los medios de prensa norteamericanos:
* Un atículo de Jonathan Alter en la edición
del 5 de noviembre de la revista Newsweek titulado Hora
de pensar en la tortura.
*Un fragmento en el canal de televisión Fox News Channeldel
cual Rupert Murdoch es propietariopresentado por el locutor
Shepard Smith, quien preguntó, ¿Se le debería
permitir a las agencias de la ley y del orden cualquier acción,
aunque sea terrible, con tal de obligar a las personas bajo sospecha
a revelar sus secretos?
*Un comentario del derechista Tucker Carlson en el programa
Crossfire de CNN, quien sugirió que en ciertos
casos la tortura puede que sea el menor de dos males.
*Una columna editorial en el Wall Street Journal del
23 de Octubre escrita por el historiador Jay Winik en la que comentaba
lo exitosa que resultó la tortura de un presunto
terrorista en las Filipinas en 1995.
* Un artículo en la revista del internet, Slate,
escrito por Dahlia Lithwick y titulado La justicia torturada,
que presenta los distintos aspectos morales y jurídicos
con respecto al debate sobre la tortura.
A esta lista se le puede ser añadir el artículo
del 21 de Octubre del Washington Post El Silencio
de los 4 participantes en la Investigación sobre el terrorismo
plantea dilemasobre el cual la WSWS ya ha comentado
(US Considers Use of Torture in Interrogation of Terrorism
Suspects http://www.wsws.org/articles/2001/oct2001/det-o24.shtml).
La razón de inmediato del debate sobre la tortura es
la aparente negativa por parte de cuatro individuosZacarias
Moussaoui, Mohammed Jaweed Azmath, Ayud Ali Khan y Nabil Almarabhen
cooperar con las autoridades. A los cuatro se les sospecha de
haber participado en el ataque del 11 de Septiembre y están
hoy día en una cárcel de Nueva York. A ninguno se
le ha imputado algún delito relacionado con los ataques
terroristas.
En su artículo en Newsweek, Jonathan Alter escribe:
En este otoño de la furia, incluso un liberal puede
encontrarse pensando en...la tortura. OK, quizás no aguijones
eléctricos o mangueras de caucho, al menos no aquí
en Los Estados Unidos, pero algo para darle ímpetu a la
investigación estancada sobre el mayor delito de la historia
estadounidense. Ahora mismo, cuatro supuestos secuestradores claves
no están diciendo nada. ¿No podemos por lo menos
someterlos a tortura sicológica, digamos, con cintas de
audio de conejos muriendo o música rap a alto
volumen? (El ejército ha practicado esto en Panamá
y en otros lugares) ¿Qué tal si les forzamos un
suero de la verdad intravenoso? ¿O los deportamos a la
Arabia Saudita, tierra de las decapitaciones? (Tal como los frustrados
agentes del FBI han estado amenazando). Varias personas todavía
insisten en que no es necesario reconsiderar nuestras antiguas
suposiciones acerca de la ejecución de la ley, pero éstas
son personas que penosamente todavía pertenecen a la época
anterior al 11 de septiembre; que viven en un país que
ya no existe. Alter insta a las fuerzas policiales estadounidenses
a seguir el ejemplo de su contrapartes israelíes, quienes
se distinguen por el trato salvaje que le dan a los prisioneros
palestinos.
Es extraordinario el encontrarse con una columna periodista
de los semanarios principales de los Estados Unidos que aboga
por la tortura, práctica que Cesare Beccaria, figura de
la Ilustración hace más de 220 años, llamara
digna de un caníbal. Es más extraordinario
aún que el artículo no haya provocado ninguna protesta
de los ámbitos liberales.
Según el artículo del Times , Alter
dijo que le había sorprendido que su columna no provocara
una cantidad mayor de correo electrónico y cartas. Y declaró,
quizás más sorprendente aún , que varias
personas, a quienes se les podría llamar izquierdistas,
se le han acercado para susurrarle que estoy de acuerdo
con usted.
El artículo del Times nota que los periodistas
se han visto obligados a plantar el tema de la tortura a nivel
público debido a que la tortura es ya un tema de
debate en las barras, los trenes de pasajeros y las mesas de cena.
Esta es una reacción típica de los medios de prensa
estadounidenses, que constantemente culpan de sus propias faltas
al pueblo estadounidense, diciendo que sólo reaccionan
a lo que el público exige.
Que la torture de prisioneros sea tema de conversación
en los medios de prensa estadounidenses es un hecho de gran importancia
política. Ya hemos presenciado, a amplio nivel, prácticas
tales como los arrestos y las detenciones arbitrarias, el maltrato
de los prisioneros, la incomunicabilidad bajo arresto y la repudiación
de las garantías legales, y una extensa ampliación
de los poderes policiales para interceptar llamadas telefónicas
y conducir espionaje. Ahora aparece el intento de legitimar la
tortura. Es razonable uno preguntarse: ¿Qué sigue?
¿Escuadrones de la muerte auspiciados por el gobierno?
La elite gobernante estadounidense, incluyendo el ala liberal
de otros tiempos, esta rechazando toda defensaaún
formalde los derechos democráticos. Sectores de esa
elite se está virando rápidamente hacia el fascismo.
¿Cuál es la raíz de este proceso?
La insinuación que la policía y las agencias
de espionaje estadounidenses hasta ahora han sido gobernadas por
el humanitarismo y la democracia es un disparate reaccionario.
La policía federal, estatal y local tiene una larga historia
de abusos, sea por medio de la represión de adversarios
políticos o del salvajismo cotidiano con que
embiste a los pobres, especialmente a las minorías. La
violencia y la represión en cárceles de Los Estados
Unidos aumentan. En mayo del 2000, la Convención de Ginebra
Contra la Tortura, auspiciada por las Naciones Unidas, estudió
un informe de 45 páginas presentado por Amnistía
Internacional que le imputaba a la policía bestialidad
y abusos y acusaba a Los Estados Unidos de infracciones contra
la convención que había ratificado seis años
antes.
También se ha documentado la larga existencia de tortura
sistemática (y asesinatos) impuesta por regímenes
en todas partes del mundo que han sido respaldados y armados por
Washington. Bien se sabe que la La Escuela de las Américas,
dirigida por los militares estadounidenses y también conocida
como La Escuela de Asesinos, ha capacitado a muchos
torturadores y dirigentes de escuadrones de la muerte en Sudamérica.
La Comisión sobre la Verdad de las Naciones Unidas en
El Salvador estableció en 1993 que decenas de graduados
de la Escuela de las Américas habían participado
en atrocidades y masacres. Las restricciones mínimas que
se le habían impuesto a las actividades de la CIA hoy en
día se están anulando a causa del ataque del 11
de septiembre. Por ejemplo, también se ha anulado el reglamento
que prohibe, desde 1995, emplear atropelladores de los derechos
humanos.
Los socialistas por largo tiempo han advertido que la intensificación
de la crisis política y social en los Estados Unidos significaría
la introducción en el propio país de los mismos
métodos bestiales de los cuales, durante décadas,
la elite dirigente estadounidense se ha valido contra los pueblo
del mundo colonial y neocolonial. Este es un proceso que ahora
presenciamos.
Todo régimen y clase que se dirige hacia una sociedad
totalitaria se ha valido de los sofismos que los partidarios de
la tortura ofrecen. Ejemplo: Tiempos desesperados requieren
medidas desesperadas. La premisa de Alter y de los demás
partidarios de la tortura es que el estado estadounidense
y sus agencias policiales no mienten y que son infalibles, y que
aquellos a quienes se les sospecha de ser culpables de haber perpetrado
un delito son, de hecho, culpables, y que al FBI, a la CIA y las
agencias policiales, por lo general, se les debería dar
el derecho a actuar sin impunidad.
En los Estados Unidos, según la Constitución
y el sistema legal imperante, se presume que un individuo bajo
arresto es inocente hasta que se pruebe lo contrario. La culpabilidad
o la inocencia se determina mediante un juicio en que el acusado
goza de asistencia jurídica y de un jurado, compuesto de
sus semejantes, que, luego de considerar y estudiar las pruebas,
pronuncia su veredicto. El peso de las prueba cae sobre los hombros
de la fiscalía. En un caso penal, ésta debe probar
la culpabilidad sin que quede una duda razonable.
Pensadores democráticos por muchas décadas ya habían
elaborado estos reglamentos jurídicos e integrádolos
a la tradición jurídica de la Revolución
Estadounidense, la cual se había opuesto a los antiguos
tribunales británicos de inquisición y a otras prácticas
despóticas. La Carta de los Derechos [las diez primeras
enmiendas a la constitución de Los Estados Unidos], que
prohíbe el castigo cruel e insólito,
fue una reacción directa a las monarquías europeas
que hacían uso de la tortura.
Estos son los principios y tradiciones democráticas
que ahora sufren repudiación y agresión. ¿En
que se basa este cambio, por parte de amplios sectores del establecimiento
político, hacia métodos de gobierno policial?
Las relaciones sociales en los Estados Unidos han atravesado
por cambios radicales en las últimas décadas. La
sociedad estadounidense se ha polarizado muchísimo; casi
todos los beneficios de la bolsa de valores y la explosión
de las ganancias se han acumulado en manos de un puñado
de personas en la cima de la sociedad. El resultadoy varios
procesos ideológicos relacionados la elite próspera
se ha desarrollado cada vez más enajenada de la clase trabajadora,
inclusive de sectores que antes se les llamaba la clase media,
de la cual están separados por un gran abismo. Invariablemente,
esto engendra la hostilidad hacia los derechos democráticos
de la mayoría de la población, a quienes se les
considera un obstáculo a la acumulación de riqueza
y poder aún mayores.Fue obvio que, durante la crisis [desatada
por el esfuerzo para someter a Clinton a juicio político],
un desprecio siniestro hacia los principios democráticos
permeaba el sistema político estadounidense. Los métodos
de Kenneth Starrquien atropellaba las garantías legales,
usaba amenazas e intimidaciones, y acosaba y perseguía
a los testigoseran los de un inquisitor. El próximo
paso lógico es la coacción física.
Este desprecio por los derechos democráticos se hace
particularmente agudo y grotesco en los medios de prensa estadounidenses.
En su gran mayoría, estos voceros bien pagados y corruptos
de los poderosos se han ido a la derecha extrema. Varios expertos,
locutores y columnistas desempeñaron un papel obsceno durante
los escándalos sexuales de Bill Clinton al apoyar a la
ultra derecha en su atentado para derrocar el gobierno electo.
No es solamente la guerra en Afganistán lo que ha encolerizado
a esta gente. Puede que el conflicto mismo y la histeria manipulada
por el gobierno hayan desatado su súbita simpatía
por la tortura para tratar con los supuestos enemigos de
Los Estados Unidos de América. Pero también
puede que haya otros procesos en acción. La prosperidad
de la bolsa de valores ha reventado y la situación social
vinculada a ella comienza a desencadenarse. Alter y sus compinches
se encuentran cara a cara con la pérdida de sus ingresos
y la disminución de sus portafolios.
Los expertos que una vez se consideraban a sí mismos
liberales ahora acogen con beneplácito la introducción
de acciones gubernamentales policiales, las cuales, a fin de cuentas,
son una preparación para lo que ocurra en el interior del
país. ¿A qué es lo que esta gente verdaderamente
le tienen miedo? ¿A Osama bin Ladin? No, eso es principalmente
para engañar al público. Lo que verdaderamente los
atemorizay también al resto de las clases altas de
la sociedad estadounidensees el impacto de la recesión
económica sobre las capas amplias de la población
y la inestabilidad política, la radicalización y
el solevantamiento social que ha de seguir. Estos procesos económico-sociales
han conducido a varios sectores de la clase dominante a aceptar
la tortura. Por supuesto, la tortura al estilo estadounidense
es especialmente hipócrita, pues requiere que se insista
insiste que esta práctica barbárica se infligirá
exclusivamente en defensa de la libertad. El nuevo
santo y seña de sus defensores le hace eco a la frase infame
de la Guerra de Vietnam: Para salvar a la democracia hay
que destruirla.
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |