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Argentina al borde de la bancarrota¿Quién
sigueBrasil?
Por G. Rojas
7 Diciembre 2001
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el autor
En su último encuentro con banqueros de Wall Street
y miembros del gobierno de Bush, el Ministro de Economía
del gobierno de Fernando de la Rúa, Domingo Cavallo, presentó
el último plan económico para impedir la caída
en la morosidad total de la deuda del país por $132 billones.
De acuerdo con el plan, los tenedores de bonos de la deuda
argentina , quienes hoy día obtienen una ganancia del 12%
por sobre su valor, cambiarían estos bonos por otros con
un 0% de ganancias durante tres años, pero con un 7% de
ganancias después de esa fecha. Estos nuevos bonos serían
respaldados por los impuestos.
En un principio, los banqueros de Wall Street recibieron el
plan con frialdad, advirtiendo que no hay consenso suficiente
entre las autoridades federales y provinciales de la Argentina
respecto a las reducciones presupuestarias que el gobierno federal
le ha impuesto a las provincias. Esta semana De la Rúa
anunció que su gobierno llegó a un acuerdo con las
provincias.
Aparentemente, a partir de ahora, las negociaciones se llevarán
a cabo con los acreedores de la deuda argentina, quienes presentarán
una serie de concesiones, en combinación con un plan de
rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) y un acuerdo con
De la Rúa por medio del cual su gobierno deberá
observar una estricta disciplina fiscal. No importa cual sea el
plan que se implemente al final; lo seguro es que los dirigentes
argentinos y los banqueros internacionales tratarán de
garantizar los pagos de la deuda externa reduciendo drásticamente
el nivel económico de la clase trabajadora del país.
La prolongada recesión económica de ese país,
que lleva 42 meses, ha producido un balance que da para pensar.
Sólo en el último año, la industria de la
construcción registró una caída de 25%; las
ventas de los supermercados bajaron el 8%; los centros comerciales
el 22%, y el transporte público el 11%. Durante el mes
de octubre solo la actividad industrial cayó un 8,8 % ,
el quinto mes consecutivo en declive. En septiembre cayó
un 10,4 %. Las cifras de octubre muestran una caída de
34% en las industrias automotriz y de 16% del acero. Los ingresos
de las rentas internas bajó aproximadamente 9%.
El 20% de la fuerza laboral está desempleada, y entres
los que trabajan hay muchos que han sufrido reducciones en sus
horas laborales o salarios. En el sector público, la reducción
temporal de sueldos y pensiones impuesta, como parte del plan
de julio para alcanzar un déficit cero, se
ha hecho permanente. 40% de la capacidad industrial de la nación
yace detenida.
El impacto en la industria automotriz ha sido enorme. Las ventas
mensuales de autos han caído desde un promedio de 25,000
en 1998 a menos de 15.000 actualmente.
Fiat y Renault anunciaron que cientos serán despedidos
desus plantas en Córdoba. Esta ciudad industrial es el
centro argentino para la fabricación de automóviles
. Fiat piensa eliminar su fábrica por completo. Volkswagen
dio a conocer reducciones en los salarios por un 15%, junto con
el despido de un tercio de sus trabajadores. Los que se quedan
empleados cumplirán con la semana de Volkswagen
de 35 horas.
En mayo, se calculaba que el sueldo promedio era $576 para
cada uno de los 9,2 millones de trabajadores. La mitad de la fuerza
laboral gana menos del salario mínimo de $400 mensuales.
En octubre, el promedio y el mínimo fueron de $587 y $448,
respectivamente.
Estos índices muestran que mientras el promedio de los
sueldos bajó un 2%, el salario de los trabajadores más
pobres cayó en un 10,7%. Pero estas estadísticas
esconden el impacto verdadero de las caídas de los salarios,
debido a que no consideran el número creciente de trabajadores
que ingresan a la economía informal, donde se pagan sueldos
miserables a sirvientes domésticos; a los que trabajan
desde sus hogares; y a vendedores callejeros y otros mendigos.
Bandas errantes de niños destituídos, dedicados
a la perpetración de delitos menores, son ahora comunes
en las ciudades argentinas.
Este empobrecimiento muestra que existen diferencias regionales
que revelan una miseria profunda entre las familias del interior.
En las provincias contiguas a la frontera con Brasil, el salario
se ubica en la miserable cifra de $300 mensuales.
Se calcula que el ingreso mensual oficial para que una familia
de cuatro personas esté sobre margen de la pobreza es $470.
El 40% de la población se encuentra en esa situación.
La Fundación de Investigación para el Desarrollo
Económico (FIDE) hace un cálculo más real;
considera que para una familia de cuatro, $1000 es el monto que
cubre las necesidades básicas de comida, hogar, vestimenta
y educación.
FIDE y otros observadores hacen notar que ha habido una drástica
disminución en la venta, incluso de los productos y servicios
más elementales. Decenas de miles pasan hambre cada noche.
El costo humano para la clase trabajadora argentina que estas
cifras indican es pasmante. Es imposible medir el daño
a las vidas de las personas, la erosión de las relaciones
familiares y el colapso de los vecindarios. Amenazándolo
todo, como la espada de Demócles, está el poder
de los financieros y especuladores nacionales e internacionales
que mudan millones de dólares de una región a otra,
mientras los gobiernos regionales se limitan a ejercer control
sobre el descontento social.
El gobierno de De la Rúa cataloga como ficción
la idea de una devaluación futura. Aún así,
esta nación de 37 millones de habitantes se enfrenta a
que en el futuro le nieguen acceso al crédito internacional,
lo cual sería una represalia si no hace una devaluación..
Han habido muchas versiones acerca de la manera en que se gastaron
los $132 millones que Argentina le debe a los bancos internacionales.
Según una versión, a comienzos de 1995 Carlos Menem,
presidente corrupto y despilfarrador, por cuenta propia y de manera
irresponsable, utilizó los fondos para asegurar su reelección,
esperando que una expansión económica estable haría
menos doloroso el pago de esta deuda. Con la excepción
de1995, la expansión de la nación entre 1994 y 1998
ha oscilado entre un 4 y un 8% anual.
Aunque las ambiciones presidenciales de Menem y la corrupción
de su gobierno de hecho fueron factores negativos que contribuyeron
a la crisis argentina, las raíces de ésta se encuentra
en la crisis asiática de 1997, el colapso de la deuda rusa
en 1998 y la crisis en la balanza de pagos de Brasil.
El colapso en las economías de los Tigres Asiáticos
a mediados de 1997 y la bancarrota rusa causaron que los inversionistas
internacionales fuesen más cautelosos en invertir dinero
en las llamadas naciones en desarrollo, tales como
Argentina y Brasil, debido a que son económicamente dependientesy
políticamente dominadaspor países como los
Estados Unidos, Alemania y Japón.
Esto conllevó al alza de las tasas de interés
alrededor del mundo. Ejemplo típico es Brasil, donde los
niveles de los mercados de valores subieron del 22% en noviembre,
1997, al 42% en octubre, 1998.
Estos mismos hechos forzaron a Rusia a congelar los pagos de
sus créditos en 1998, a pesar de los esfuerzos de rescate
del Fondo Monetario Internacional (IMF). Esto incluso hizo presión
posteriormente a la economía de Brasil. Nuevamente, y sin
importar el plan de medidas de rescate del FMI, Brasil, bajo el
peso del índice de desempleo en dos cifras y con más
de $300 billones en deudas, devaluó la moneda por un 44%
el 29 de enero, 1999.
Mientras la crisis brasilera se extendía a través
de Latinoamérica y el resto del mundo, los efectos en la
Argentina y para sus socios del Mercado Común Sudamericano,
MERCOSUR (Uruguay y Paraguay), fueron devastadores.
Actualmente, casi el 30% del comercio exterior argentino es
con Brasil. Desde Junio, las exportaciones argentinas hacia Brasil
disminuyeron 50%.
Mientras la economía entraba en recesión, el
gobierno de Menem comenzó un proceso enorme para privatizar
los servicios públicos e industrias y crear una estructura
estatal económicamente pasiva, incluyendo vincular fuertemente
el peso al dólar estadounidense. Este proceso fue continuado
por De la Rúa, quien reemplazó a Menem en 1999.
Según los preceptos neo liberales, ambos gobiernos se
han confiado en mecanismos autorregulados, que, basados en una
rápida caída de los sueldos y la introducción
de capital extranjero, reanudarían el crecimiento una vez
más.
Mientras tanto, igual que sus contrapartes internacionales,
los capitalistas nacionalesprotegen sus intereses liquidando sus
intereses en el país y trasladando su capital a regiones
que presuntamente producirán mayores ganancias.
Hasta el momento, todas las medidas que se han tomado frente
a esta situación han provocado una crisis a mayor escala
y han enviado a la economía en dirección equivocada
y al empobrecimiento subsecuente de la clase trabajadora argentina
y de las capas medias. Ex oficinistas y burócratas ahora
son mendigos en las calles de Buenos Aires. La cantidad de hambrientos
y destituídos sigue aumentando. La polarización
de la sociedad ha crecido.
Ajenos a este desastre social, los portavoces de la economíapor
ejemplo, el Financial Times y el Economist llaman
abiertamente a la devaluación del peso argentino y a algún
tipo de morosidad en los pagos sobre la cual se ha llegado a un
acuerdo. Fin a la agonía, aconseja el Economist.
Un reciente editorial reciente del Financial Times declara
que los futuros intentos de rescate son fútiles, y los
compara al rescate del Titanic mientras se hunde.
El impacto económico a nivel internacional ya tuvo su
impacto cuando la moneda brasileña comenzó a acelerar
su devaluación con respecto al dólar. En junio cayó
2,3 %; en Julio 5.5%; y durante la última semana de septiembre
10%. Independiente de cinco alzas en las tasas de interés,
en lo que va corrido del año para detener el escape del
capital, la moneda a caído un 23%, convirtiéndola
en en número 55 en una lista de las 56 peores monedas publicada
por el banco alemán Comerzbank, situándola debajo
de Sudáfrica y un poco más arriba de la maltraída
lira turca.
La caída de la moneda, en téminos de dólares,
ha tenido efectos devastadores en la deuda brasilera. Las cifras
de los primeros siete meses del año indican que los intereses
de las deudas de las personas subió permanentemente de
3 a 17 billones de reales. Para un período de siete meses
completos, es el equivalente al 11 del producto nacional bruto,
comparado al 6,5 en enero.
El Banco Central de Brasil tiene problemas en cobrar fondos
a intereses convenientes, al mismo tiempo que las crecientes deudas
llegan a su término y el déficit fiscal continúa
creciendo. En junio el gasto fiscal fue un 6,37% superior al de
las rentas internas cobradas. Brasil debe pagar o refinanciar
$74 billones el próximo año, lo cual es parte de
la deuda exterior que llega a $305 billones. Si las deudas privadas
se le suman a esta cantidad el total de la deuda es de $640 billones,
aproximadamente 120% del Producto Geográfico Bruto.
De acuerdo con el Financial Times, la vulnerabilidad
de Brasil es muy similar a la de la Argentina.
Bajo estas condiciones, cualquier predicción que ponga
a la economía a salvo del colapso Argentino-Brasilero esta
silbando en la oscuridad.
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