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Déficit de la Balanza Comercial de Los Estados Unidos
Bate el Récord Mensual; Indica Problemas Económicos
Profundos
Por Nick Beams
4 Octubre 2000
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A principios de mes, el Departamento de Comercio anunció
que el déficit de la balanza comercial estadounidense de
nuevo ha batido el récord mensual, alcanzando $30.62 billones.
Los medios de prensa le dieron poca importancia al tema o lo
ignoraron por completo. Lo ahogaron con afirmaciones que la presidencia
de Clinton ha sido responsable por un desarrollo económico
sin paralelo, y con declaraciones optimistas que, luego de una
serie de aumentos en el tipo de interés, el Banco Federal
de Reservas de Los Estados Unidos, bajo la tutela de Alan Greenspan,
está exitosamente creando las condiciones para que la economía
estadounidense aterrice suavemente.
Pero el déficit récord de la balanza comercial
no es meramente una nube gris extraviada en un cielo azul. Es
sintomático de procesos largos que muy rápidamente
podrían convertirse en severas implicaciones para Los Estados
Unidos y para la economía mundial en general. Estas tendencias,
incluyendo la dependencia creciente que la economía estadounidense
tiene sobre las fluctuaciones del capital internacional, los precios
inflados de la bolsa de valores y la expansionaria deuda personal
y corporativa, indican que la prosperidad económica de
Los Estados Unidos yace sobre arena movediza.
Aunque las estadísticas recientes acerca de la balanza
comercial atrajeron pocos comentarios públicos, éstas
aparentemente han ocasionado bastante consternación detrás
de las cortinas. Un artículo en el Wall Street Journal
(WSJ) del 14 de agosto, titulado ¿Será la prosperidad
frenada por el déficit?, plantó el asunto desde
el punto de vista de cuales inversionistas importantes podrían
decidir que el déficit ha aumentado demasiado, perder la
confianza en el dólar estadounidense, retirar su dinero
y ponerle fin a la prosperidad.
El WSJ indicó que, durante los tres primeros meses de
este año, el déficit de las cuentas corrientes
- que mide del desequilibrio de pagos de la manera más
ampliapor primera vez sobrepasó el 4% del Producto
Interior Bruto (PIB). Declaró también que,
según las predicciones de Merrill Lynch, el déficit
alcanzará $411 billones para todo el año; o sea,
un 24% mayor que el déficit de 1999 y un 4.2% de la economía
en general, lo cual no tiene precedente..
Para la gran mayoría de los demás países,
este déficit de la balanza comercial causaría una
crisis económica. Los Estados Unidos, sin embargo, se encuentra
en una posición única. A causa del papel estelar
del dólar como moneda mundial, éste puede financiar
el déficit por medio de la entrada del capital exterior.
Esto significa que, aún cuando el déficit de la
balanza comercial aumenta, el dinero todavía puede ingresar
a Los Estados Unidos, propulsando al dólar contra otras
monedas y atrayendo afluencias de capital extranjero aún
mayores. Pero este proceso no puede continuar indefinidamente.
Es posible que en cierto momento los inversionistas extranjeros
quieran retirar su dinero.
El WSJ citó comentarios que
el economista principal del Deutche Bank Research, Norbert
Walter, hizo recientemente. Walter le advirtió a los clientes
del banco que la confianza en Los Estados Unidos podría
desplomarse abruptamente antes que el mundo pueda recuperarse
del todo. No obstante, no sería ninguna sorpresa si el
capital exterior que ingresa a Los Estados Unidos llegara a secarse
y que de repente el valor del dólar decline, resultando
en un aumento en la tasa de interés y una crisis en la
bolsa de valores.
El marco hipotético para esta crisis podría asumir
la siguiente forma: un cambio repentino en la manera que el mercado
se percibe, probablemente resultado de un aumento inesperado en
el tipo de interés, convence a los grandes inversionistas
que necesitan convertir sus dólares en euros o en otra
moneda, lo cual resultaría en la disminución del
valor del dólar.
Esto, a la vez, impulsaría a los inversionistas que
no quieren basar su activo en el dólar declinante a abandonar
los mercados estadounidenses. Podría ser, pues, que el
Banco Federal de Reservas levante el tipo de interés, resultando
en una pronunciada caída de los mercados de bienes y del
capital líquido, lo cual provocaría una crisis para
aquellos individuos y corporaciones que, optimistas en la ascendencia
prenne del mercado, se han endeudado para financiar sus compras.
Aunque el WSJ sostuvo que la posibilidad para un desastre igual
era remota, admitió que éste adquiría probabilidad
con cada aumento en el déficit de la balanza comercial
y citó el testimonio que Alan Greenspan prestara el mes
anterior.
En cierto momento, le declaró Greenspan
a la Cámara de Diputados del Congreso de Los Estados Unidos,
algo tiene que ceder, pero no tenemos idea de lo que ese
algo' es. No sabemos si será por un período
prolongado, en cuyo caso los ajustes serán normales sin
ningún significado, o si ocurrirán de manera más
abrupta.
Mientras Greenspan espera que el desequilibrio comercial estadounidense
se resuelva gradualmente, otros analistas han advertido que podría
suceder un revés estrepitoso. El l economista Wynn Godley
ha hecho un estudio, publicado por el James Levy Institute
en junio, donde le echa agua fría a la teoría que
la nueva economía puede continuar su expansión
indefinidamente. Titulado La deuda nos ahoga, el análisis
de Godley sostiene que la deuda sin paralelo, a nivel individual
y corporativo, han sostenido el acrecentamiento de los gastos
de la economía estadounidense.
Señaló que durante muchos años, los ingresos
consistentemente,excedían los gastos, con un promedio de
ahorros netos que aproximadamente constituían el 3% de
las rentas nacionales. Sin embargo, esta situación comenzó
a cambiar después de 1992, cuando los gastos dieron un
salto durante el período reciente y comenzaron a aumentar
relativos a las rentas.
El ahorro neto, escribe Godley, atravezó
la línea cero en 1997 y desde ese entonces ha penetrado
en territorio negativo con mayor profundidad. Durante los tres
primeros meses del año, los ahorros netos llegaron a un
-7.0% de las rentas y declinaron un 9% o 10% por debajo de lo
que antes se consideraba normal. No importa lo que este déficit
ominoso signifique para el futuro, es indudable y completamente
diferente a todo lo que ha sucedido antes, por lo menos en Los
Estados Unidos.
Godley indicó que aunque el punto de vista general parecía
apoyar que el aumento de los gastos privados se debía a
los beneficios capitales, las estadísticas publicadas por
el Banco Federal de Reservas mostraron que los préstamos
adicionales servían de fuente principal para financiar
los gastos adicionales. Estos préstamos lograron que se
pudiera gozar de las ganancias sin vender el activo fijo y sin
que éstas incurrieran impuestos.
Aunque la afluencia neta de crédito al sector privado
(no financiero) constituía una cantidad mínima en
1991, ésta había aumentado a más de $1 trillón
en 1999. Para ese entonces, los préstamos estaban aumentando
la renta disponible al ritmo del 15%.
Parece justo concluir, sigue Godley, ...que
el alto nivel de deuda ahora presenta un riesgo; si el valor del
activo disponible sufriera una gran baja o si la tasa de interés
aumentara lo suficiente, las debilidades asomarían la cabeza
, lo cual generaría un espiral descendente de ventas forzadas.
Notó Godley que las predicciones fiscales de los representantes
del gobierno se basan en un desarrollo económico continuo
y en un superávit presupuestario expansionario. Dependen
de niveles de gastos mayores, lo cual a su vez presume que los
ahorros netos privados continúan su trayectoria hacia territorio
negativo, lo cual es una situación que intrésicamente
es imposible de sostener.
Por otra parte, el desarrollo económico estadounidense
ha llegado a depender tanto de los gastos expansionarios que si
los ahorros netos pudieran alcanzar los niveles previamente considerados
normales, los resultados serían horrorosos.
Con los gastos privados declinando el 10 o 15% relativo
a los ingresos, podría no haber ninguna expansión
durante varios años. Y si el retroceso se da rápido,
podría haber una seria recesión, con graves
consecuencias para el resto del mundo. El superávit
presupuestario desaparecería y con una recesión
o estancamiento prolongado, podría haber una gran
baja en la bolsa de valores, lo cual infinitamente empeoraría
las cosas.
No sólo ha llegado la economía de Los Estados
Unidos a depender más y más de la deuda, sino que
ha dependido, aún más, de fondos que provienen de
recursos internacionales para financiar la expansión.
Atraído por los valores expansionarios de la bolsa de
valores y las inversiones hechas con un dólar robusto,
el capital ha entrado a Los Estados Unidos aún cuando el
déficit de la balanza de pagos ha crecido. A la vez, esta
afluencia del capital ha vigorizado la bolsa de valores, aumentado
los gastos, favorecido la expansión y robustecido al dólar,
terminando en mayor afluencia del capital extranjero. Pero este
ciclo virtuoso puede rápidamente convertirse en bestial,
poniendo en marcha el desastroso marco hipotético que el
WSJ pintara.
Que Los Estados Unidos depende enormemente del capital extranjero
fue detallado gráficamente en un informe acerca de Las
afluencias del capital internacional y la cuenta capital de Los
Estados Unidos, preparado por Jane D'Arista, economista para
el Financial Markets Centre el diciembre pasado. Según
su análisis, la afluencia de fondos internacionales se
ha convertido en la columna principal que sostiene la prosperidad
estadounidense.
Todas las normas indican que la afluencia del capital es enorme.
La deuda total que Los Estados Unidos le debe al resto del mundo
ha crecido tanto que los intereses y otros pagos sobre el activo
comercial estadounidense en manos del capital extranjero sobrepasa
los ingresos del activo que Los Estados Unidos domina en el extranjero
($12 billones anuales al finalizar el 1998).
El informe le hizo hincapié al hecho que cuando la bolsa
de valores se derrumbó en 1987, la posición económica
internacional de EE.UU. era tan positiva como lo había
sido desde la Primera Guerra Mundial, pero desde ese entonces
ha habido un revés rapidísimo.
Para 1989, EE.UU. se había convertido en nación
deudora y su deuda externaes decir, extranjera - continuó
creciendo durante los 1990. Al terminar el 1996, la deuda alcanzó
$548 billones (con títulos y propiedades a precios del
mercado), lo cual fue un récord, Un año después,
cruzó la barrera del $trillónequivalente a
13% del Producto Interior
Bruto - y para fines del 1998 había subido a $1.5 trillones.
Luego de triplicarse durante los próximos 24 meses, la
deuda externa era 18% del PIB.
De acuerdo a este análisis, la economía de EE.UU.
es vulnerable a los golpes extranjeros y domésticos que
podrían socavar la confianza en el dólar.
Si se perdiera la confianza, las ventas de los bienes
de Los Estados Unidos por parte de los inversionistas extranjeros
le pondrían presión de abajo a arriba a las tasas
de interés domésticas y deprimirían la tasa
del tipo de cambio basado en el dólar. Esto a la vez podría
propulsar una recesión mucho más profunda que la
que ocurrió bajo circunstancias similares en los 1980.
La inestabilidad creciente de la economía estadounidense
que resulta de la expansión del endeudamiento y de la dependencia,
también creciente, de la afluencia del capital extranjero
se puede ver bien claro si comparamos a la presidencia de Clinton
con las de sus predecesores.
Un artículo escrito por Robert Pollin en el ejemplar
(mayo-junio) de la revista británica, New Left Review,
señala que casi todos los éxitos de los años
clintonianos han estado ligados al comportamiento extraordinario
de la bolsa de valores, la cual, a la vez, ha generado una estructura
económica bastante frágil.
Mientras que el crecimiento del Producto Interior Bruto, entre
1993 y 1999, ha aumentado un promedio de 3.7 por año, lo
cual favorablemente se compara con la tasa de crecimiento de 2.7%
2.9% durante las presidencias seguidas de Nixon, Ford, Reagan
y Bush. Pero todavía es sólo muy poco mayor que
la tasa de crecimiento de 3.4% durante el gobierno de Carter y
muy por debajo de la tasa de 4.8% alcanzada durante la era de
Kennedy y Johnson.
La misma tendencia se puede ver en el acrecentamiento de la
productividad., cuyo promedio entre 1993 y 1999 fue 1.8%; es decir,
mucho menor que la tasa de 3,4% durante Kennedy-Johnson y sólo
muy poco mayor que el 1.7% durante el gobierno de Reagan-Bush.
Pero en cuanto a las estadísticas acerca de la bolsa
de valores y al acrecentamiento del endeudamiento se refiere,
el gobierno de Clinton deja bien atrás a los demás.
Durante el período 1993-1999, el índice del A&P
500 ha crecido por un promedio de tasa anual de 17.6% en términos
reales, más de dos veces y medio el aumento de la tasa
bajo Reagan y Bush. Al mismo tiempo, la proporción hogareña
entre el pasivo y el ingreso disponible, que bajo Reagan-Bush
llegó al 77.8%lo cual, comparado a épocas
anteriores, no había tenido precedente algunoha subido
aún más con Clinton: al 94.2%!
Aunque Clinton se vanaglooria de sus éxitos con la economía,
los aumentos de sueldo bajo su gobierno han sido mucho menores
de lo que se ha logrado durante otros períodos anteriores
de expansión económica.. En cuanto a esto, Pollin
indicó varias estadísticas reveladoras que surgieron
de una encuesta que condujo la revista Business Week a
finales de 1999. Se descubrió que 51% de los trabajadores
estadounidenses se sentían engañados por sus
patrones. Cuando se les preguntó acerca de la tan
llamada prosperidad basada en la productividad, el
63% hizo saber que ésta no había tenido ningún
efecto sobre sus salarios. Un 62% indicó que la prosperidad
no le había proporcionado ninguna seguridad para mantener
sus empleos.
Si el silencio casi total acerca de las recientes estadísticas
acerca del comercio, y las implicaciones de éstas, significan
algo, es que no habrá casi ningún debate o análisis
de la verdadera situación de la economía estadounidense
durante los dos meses que preceden las elecciones presidenciales.
Esto revelaría muy claramente los procesos que indican
una crisis económica exacerbante que podría estallar
más temprano que tarde.
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