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Abogados piden la libertad de Pinochet por razones de salud

By Julie Hyland
15 Septiembre 1999

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El jueves 9 de septiembre el gobierno español oficialmente rechazó la petición de Chile para que se estableciera un tribunal internacional de arbitraje que decida quien tiene jurisdicción sobre las acusaciones de tortura y genocidio contra el ex dictador Augusto Pinochet.

Pinochet fue arrestado el 16 de octubre del año pasado en Londres cuando el juez español Baltazar Garzón ordenó su extradición. Esa orden acusa a Pinochet de haber asesinado o hecho “desaparecer” a más de 3 mil chilenos y extranjeros durante el golpe militar que éste liderara en 1973 y durante la subsiguiente dictadura.

El caso se ha convertido en una bomba de tiempo política para los gobiernos de la Gran Bretaña y España. Pinochet está bajo arresto domiciliario en su mansión de Surrey desde hace once meses. Desde entonces ambos gobiernos buscan los mecanismos legales para que el General regrese a Chile, aunque niegan las acusaciones de que se han convertido en defensores del tirano.

En marzo, las cortes británicas limitaron las bases para la extradición a solamente aquellos casos que se supone ocurrieron después del 1988, año en que Gran Bretaña ratificó la Convención de la Naciones Unidas contra la Tortura. Esa decisión tuvo el efecto de reducir dramáticamente el número de acusaciones contra Pinochet. Durante los últimos meses, los gobiernos de España y Chile han llevado a cabo negociaciones sobre la propuesta chilena para formar un “tribunal internacional amistoso” como alternativa a la extradición.

Mientras que la Corte Nacional española oficialmente había apoyado la orden de Garzón, el caso hizo salir al aire escisiones internas en el poder judicial y en los círculos políticos reinantes. Los partidarios de Pinochet han recibido el respaldo abierto de fuerzas derechistas internacionales, inclusive de los defensores de la vieja dictadura de Franco en España y de los Conservadores ingleses. El sábado pasado, representantes de éstos se reunieron en la mansión del General para celebrar el XXVI aniversario del golpe. Entre los 27 hombres de negocios y políticos que asistieron se encontraba Mario Ríos, Vicepresidente del senado chileno. Ríos le extendió al ex dictador los mejores deseos del pueblo chileno.

Mientras tanto en Santiago, durante la víspera del aniversario, hubo choques en los distritos obreros y en las universidades entre la policía y militantes antipinochistas. El gobierno había previamente ordenado que la policía impida cualquier “desorden” y había prohibido todas las manifestaciones de los opositores del golpe de 1973 menos una. El mismo día, parientes de los “desaparecidos” chilenos, con el respaldo del Comité Chileno por la Justicia, presentaron una petición formal a la Policía Metropolitana de Londres para que ésta comenzara una investigación sobre los crímenes del General. La petición, alega que las “desapariciones” que no se han resuelto también constituyen un acto delictivo y de tortura contra los sobrevivientes.

El acuerdo inicial del derechista Partido Popular español de considerar la propuesta chilena de un tribunal de arbitraje provocó la ira popular. Ante esa presión popular, el Ministro del Exterior Abel Matutes tuvo que a su igual chileno que España no podría aceptar la posibilidad de resolver, a través de medios diplomáticos o tribunales de arbitraje, un caso que actualmente en manos del proceso judicial. Según Matutes, el gobierno había decidido permitir que la justicia tomara su curso.

No obstante, en la misma carta, Matutes le aconseja al gobierno chileno que, bajo los acuerdos sobre los derechos humanos de las Naciones Unidas, éste tendría el derecho de apelar la decisión española ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Matutes prometió que Chile contaría en ese caso con la cooperación del gobierno español.

Pinochet había previamente indicado que posiblemente se entregaría a las cortes españolas antes del 27 de septiembre, fecha en que se trató el caso de su extradición en Londres. Fernando Escardó y José María Stampa Braun, que recientemente fueron nombrados sus defensores públicos españoles, descartaron esa alternativa a principios de mes. Tal acción, aconsejan ellos, es descabellada y suicida, pues pone a Pinochet en riesgo de ser acusado de los delitos de genocidio, tortura y terrorismo que Garzón está formalizando, y que van más allá de los delitos que Gran Bretaña acepta para la extradición.

Toda la atención ahora recae sobre las cortes inglesas y sobre Jack Straw, Ministro del Interior del gobierno laborista. El Daily Telegraph informó hace unos días que Robin Cook, el Ministro del Exterior, participaba en negociaciones secretas con sus iguales de España y Chile para hacer posible el regreso de Pinochet a Chile. Informó además que el caso ya se había discutido durante la reunión cumbre entre la Unión Europea y los países latinoamericanos en Río de Janeiro. La prensa chilena escribe que Cook le habría dicho a Matutes que no dejaría que Pinochet “muriera en la Gran Bretaña”. Se rumora que Matutes le respondió: que él no permitiría que Pinochet fuera a España.

El pretexto que más probable para maniobrar el regreso de Pinochet a Chile es su salud. Antes que la audiencia pertinente a la extradición se lleve a cabo, se espera que los abogados de Pinochet, basándose sobre la cuestión de la salud, de nuevo le pidan a Straw que anule la causa y le permita al General regresar a su país. Aunque en agosto Straw había negado una petición similar, también indicó entonces que estaría dispuesto a reexaminar su decisión si surgiera nueva información.

Un miembro del equipo legal inglés de Pinochet dio la siguiente información anónima: “Aunque es cierto que estamos considerando plantear el tema de la salud de nuestro cliente no se ha tomado ninguna decisión final. La percepción general es que su salud se ha deteriorado últimamente. Es nuestro punto de vista que le cabe a todas las partes confrontar apropiadamente el tema."

El gobierno chileno ha comisionado un informe médico sobre la salud del General que lleva la firma del médico personal de Pinochet, Helmuth Hernández, y de un doctor inglés, Michael Loxton. El informe describe varias condiciones de salud, incluyendo diabetes, fallo cardíaco, problemas de la próstata, artritis de la rodilla izquierda y una leve asma. El lunes 13 el general entró a un hospital de Londres donde, bajo gran publicidad, le hicieron radiografías del cerebro. Nadie ofreció ninguna razón para ese procedimiento “rutinario”.

Lo que el caso de Pinochet revela sobre Gran Bretaña

http://www.wsws.org/es/articles/1999/ene1999/brit-e09.shtml

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