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El antiguo Primer Ministro socialista, Felipe Gonzalez, se
une a los defensores de Pinochet.
Por Vicky Short
8 Octubre 1999
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8 Octubre 1999
Felipe Gonzalez, ex-Secretario General del Partido Socialista
Obrero de España (PSOE), se ha declarado oficialmente en
apoyo del dictador Augusto Pinochet. Gonzalez presidió
el gobierno durante 14 años, entre 1982 y 1996.
Durante una entrevista con la red chilena de televisión
el 28 de agosto, dijo que no le parecía "razonable"
la situación en que se encontraba Augusto Pinochet.
"Estoy seguro de que hay más gente de la que se
piensa que comparte mi posición", añadió.
Gonzalez, que en el pasado se había declarado siempre como
anti-Pinochet, agregó que él no pensaba que éste
era un caso estrictamente judicial: "puedo estar equivacado,
pero si el asunto del Sr Pinochet no es política, entonces
yo me he equivacado de profesión." (Gonzalez es abogado).
Pinochet fue arrestado en Londres el 16 de octubre de 1998
bajo una petición de extradición presentada por
el juez Baltasar Garzón. La petición presentaba
cargos contra Pinochet por el asesinato y la desaparición
de más de 3.100 chilenos y extranjeros durante el golpe
militar de 1973 y los subsecuentes 17 años de dictadura.
La decisión del magistrado británico, Ronald Bartle,
sobre si la extradición puede ser implementada se espera
hoy.
Si Bartle decidiera que la extradicción a España
puede proceder, caería el asunto en el regazo del gobierno
español en un momento delicado, a menos de seis meses de
las elecciones generales. El gobierno derechista español
de José María Aznar, que acordó aprobar la
petición de extradición solicitada por Garzón,
no desearía ver al ex-dictador en el umbral de su casa.
Ya se han hecho varias tentativas por parte de los gobiernos
chileno y español para encontrar los medios de prevenir
que Pinochet sea juzgado en España.
Discusiones entre los dos gobiernos tuvieron lugar en julio
sobre la posibilidad de que Pinochet fuera juzgado por medio de
arbitraje internacional y el Ministro de Asuntos Exteriores español,
Abel Matutes, trató de conseguir el acuerdo del PSOE con
tal fín. El gobierno llegó hasta proveer a Chile
documentos que contenían argumentos de magistrados españoles
que se habían opuesto a la demanda de extradición.
Cuando ésto fue publicado en la prensa chilena creó
tal crisis política y constitucional en España que
el gobierno se vio forzado a aparecer ante el Congreso para explicar
sus acciones. Después de ésto se sintió obligado
a rechazar la petición de Chile sobre la base de que la
materia era sub-judice y que tal acción habría roto
la ley española que separa lo judicial de lo ejecutivo.
El gobierno chileno entonces indicó que estaba preparándose
para disputar la questión de la jurisdicción de
España sobre un nacional chileno en el Tribunal de Justicia
Internacional de La Haya. El gobierno español acogió
con simpatía esta propuesta. Según el diario El
Pais ahora ha instruido a sus representantes en el Reino Unido
que no apelen en el caso de que la decisión sea no extraditar
a Pinochet. Si la decisión es a favor de Pinochet éste
puede volver a Chile inmediatamente.
La intervención de Gonzalez se debe entender en este
contexto. El juicio de Pinochet en España, sobre todo en
medio de una campaña electoral, provocaría discusión
sobre la naturaleza del propio pasado de España, particularmente
su versión de la transición pacífica
del fascismo a la democracia. Los abogados de Pinochet sin duda
alguna utilizarían al máximo las comparaciones entre
los dos paises para su mayor ventaja.
Nadie es más consciente de este peligro que Felipe Gonzalez,
quien jugó un papel clave en estabilizar la situación
política en ambos paises cuando confrontaban una creciente
oposición a las dictaduras derechistas de los franquistas
y los pinochetistas. En la misma entrevista él dijo: "Yo
hice la transición en España y no me habría
gustado que alguien hubiera interferido en ese proceso una vez
que teníamos la posibilidad de definirlo nosotros."
De vuelta en España, el 25 de septiembre, Gonzalez añadió
que el pueblo chileno tenía el derecho de decidir
su propio destino." En apoyo del hecho que a Pinochet le
fue asignado un puesto en el Gobierno de la Concertación
así como inmunidad por vida, Gonzalez declaró: Si
en el 63 me hubieran dicho que Franco pasaba a ser senador vitalicio,
hubiera firmado con tal de quitarme de encima al viejo 13 años
antes de que se muriera. "
Otros dirigentes del partido desempeñaron un papel similar
en asegurar que no hubiera un ajuste de cuentas verdadero con
el régimen de Pinochet. En un artículo en EL Pais
del 27 de septiembre, Jordi Solé Tura, Diputado PSC-PSOE
(y ex-Stalinista), explica que varios meses antes del referéndum
de 1988 en Chile, él fue invitado a dar conferencias y
reunirse con representantes de todos los partidos de oposición.
El tema básico de sus discusiones fue si había lecciones
que aprender de la transición política desde la
dictadura en España. El dijo a su público que por
muchas que fueran las similitudes entre uno y otro proceso, había
también diferencias básicas: La primera era
que nosotros habíamos iniciado y completado la transición
con Franco muerto y ellos la tendrían que iniciar y pilotar
con su Franco vivo. La segunda, que en España habían
transcurrido cuarenta años .... y que en Chile el golpe
militar que acabó con la democracia era todavía
muy reciente.
En España, continuó, habían
entrado en escena nuevas generaciones, las memorias de nuestra
espantosa guerra seguían vivas pero más alejadas
de la vida cotidiana, las Fuerzas Armadas eran todavía
un reducto del franquismo pero ya no estaban en condiciones de
imponer un régimen militar y, además, estábamos
en una nueva Europa, que lamía sus terribles heridas pero
que se encaminaba hacia un nuevo proyecto de paz, de unión
y de prosperidad. En Chile, en cambio, las memorias eran inmediatas,
las heridas no se habían curado, las Fuerzas Armadas seguían
siendo el factor fundamental de la vida política y en el
continente americano persistía la presión de Estados
Unidos para alimentar una guerra fría que no admitía
concesiones ni aperturas y metía todo lo que no le gustase
en el cajón del comunismo internacional'.
Gonzalez, Solé, y otros temen que un juicio de plena
envergadura en España contra Pinochet también volvería
a despertar amargas memorias en el pueblo español y plantearía
preguntas y discusión en cuanto a exáctamente qué
tipo de compromiso de clase el PSOE, en colaboración con
el Partido Comunista, gestionó en 1975.
Durante los 36 años de Franco en el poder - 1939 a 1975
- más de un millón de españoles perdieron
la vida a manos de su régimen dictatorial. Después
de la muerte de Franco en 1975 y el derrumbamiento de su régimen,
el PSOE hizo todo en su poder para prevenir a los trabajadores
ajustar cuentas con los carniceros fascistas. Por el contrario,
adoptaron el lema del Partido Comunista de "olvidar y perdonar."
La transición pacífica otorgó
total amnistía política a los fascistas. La mayoría
de ellos, incluyendo generales, jefes de la policía y la
guardia civil, así como jefes industriales, comerciales
y banqueros, continuaron en sus empleos. Sólamente las
leyes más abiertamente anti-democráticas fueron
suprimidas, tales como la pena de muerte y castigo del aborto,
cesó la educación fascista religiosa. Referéndums
serían permitidos, el sufragio universal fue reestablecido,
y un cierto nivel de autonomía de los nacionalismos catalán
y vasco reconocido. La nueva constitución garantizaba la
separación entre los poderes judicial y ejecutivo. Pero
la propiedad permaneció en manos de sus anteriores propietarios
y, aparte de uno o dos juicios de exhibición que condenaron
a un minúsculo número de los más prominentes
fascistas a arresto en su casa, nadie fue juzgado o castigado
por genocidio, tortura o por pisotear los derechos humanos y democráticos.
La bandera de Franco fue adoptada por el nuevo gobierno, al igual
que el himno nacional.
Para hacerse más acceptable a los fascistas y militares,
el PSOE descartó todos los rastros de su supuesto pasado
socialista. Gonzalez, que procedía de la " izquierda
católica" personificó el cambio ideológico
que el partido efectuó alrededor 1978/79. Después
del 18 Congreso del PSOE, Gonzalez dimitió brevemente para
marcar su oposición a la denegación de la mayoría
de los delegados de su propuesta para retirar la definición
de la ideología del partido como marxista. Para entonces,
Gonzalez se había convertido en una figura popular, agasajado
por los medios de comunicación y políticos como
el líder joven, carismático y moderno que podría
substituir al gobierno derechista existente entonces de Adolfo
Suarez.
Cuatro meses después un Congreso extraordinario decidió
no definir el PSOE como marxista, pero indicar que el marxismo
era sólamente una de las muchas ideologías contribuyentes
al partido. El PSOE, con Felipe Gonzalez como su Secretario General,
finalmente tomó el poder en España en 1982.
Que Gonzalez hoy se una a tipos como la antigua Primer Ministro,
la conservadora Margaret Thatcher, en una campaña para
liberar a Pinochet ha desconcertado a los actuales líderes
del PSOE. El presente Secretario General, Joaquín Almunia,
declaró que las opiniones de Gonzalez no eran las del partido.
Sin embargo, el Secretario General del PSOE en Andalucia, Manuel
Chavez, calificó ésto al decir que el partido no
podía practicar la política del avestruz
e ignorar que el caso Pinochet podría enturbiar las relaciones
entre dos países soveranos y perjudicar también
la transición chilena. Otros dirigentes del PSOE has hecho
declaraciones semejantes.
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