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Los E.E.U.U. desempeñaron el papel clave
en el golpe de estado chileno de 1973
Por Martin McLaughlin
21 de octubre de 1998
Si Augusto Pinochet merece ser detenido, enjuiciado y castigado
por asesinato en masa, ¿por qué no aquellos americanos
que le controlaron -- Henry Kissinger, el entonces director de
la CIA Richard Helms, y otros oficiales del gobierno de los E.E.U.U.
- los cuales inspiraron, dirigieron y apoyaron el golpe de estado
militar en Chile en 1973?
La reacción americana oficial a la detención
de Pinochet ha sido favorable al ex-dictador. La administración
de Clinton se opone a su extradición por su preocupación
de que un proceso público en España saque a la luz
la extensa implicación de las agencias de inteligencia
de los E.E.U.U. en las acciones sangrientas de Pinochet.
La toma del poder por Pinochet el 11 de septiembre de 1973
fue el producto de una prolongada campaña de los E.E.U.U.,
de manipulación política y desestabilización
en Chile. En 1964 la administración de Johnson invirtió
diez s millones de dólares en una campaña secreta
para asegurar la elección del demócrata cristiano,
Eduardo Frei, como presidente contra el candidato del Partido
Socialista, Salvador Allende.
En 1970, con Frei inelegible para sucederse a sí mismo
y Allende el favorito para ganar las siguientes elecciones, Chile
se convirtió en un problema para la administración
de Nixon. El super-secreto 'Comité 40', una organización
de alto nivel presidida por Henry Kissinger, junto con representantes
del Departamento del Estado, de la CIA y del Pentágono,
decidió que una intervención electoral masiva probablemente
provocaría una fuerte reacción. El Embajador de
los E.E.U.U., Edward Korry, recomendó una urgente operación
secreta de la CIA para preparar un preventivo golpe de estado
militar.
Kissinger declaró, "no veo porqué tenemos
que mantenernos al márgen y observar a un país convertirse
en comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo."
Pero él y el director de la CIA, Helms, bloquearon el propuesto
golpe por considerarlo irrealizable antes de las elecciones. Más
tiempo era necesario, razonaron.
Allende ganó las elecciones sobre la base de un programa
reformista, pero su victoria precipitó un movimiento masivo
de la clase obrera y de los campesinos pobres de inmenso potencial
revolucionario. Allende y sus promotores Stalinistas dentro del
partido comunista chileno pasaron los siguientes tres años
refrenando, desalentando y disorientando el movimiento de masa
y bloqueando cualquier desafío decisivo a la clase dirigente
chilena y al imperialismo americano, mientras que elementos de
la derecha y los fascistas preparaban su contraataque. Durante
este período hubo seis tentativas fracasadas de golpe por
parte de la derecha, la mayoría de ellas con ayuda directa
americana.
La implicación de los E.E.U.U. en el planeamiento del
golpe, codificado FUBELT, comenzó incluso antes de la victoria
de Allende en las elecciones, con planes de acción preparados
para la consideración de Kissinger. Un grupo de oficiales
que trabajaban bajo la dirección de la CIA llevó
a cabo el asesinato de general Rene Schneider, un oficial pro-Allende,
en una tentativa fracasada de provocar un pleno golpe antes de
que Allende pudiera alcanzar el poder.
Un cable de la CIA del 16 de octubre de 1970, divulgado bajo
el Acto de Libertad de Información, explica los objetivos
del gobierno de los E.E.U.U.: "es la firme y contínua
política que Allende sea derrocado por un golpe .... Debemos
continuar generando la presión máxima hacia este
fin utilizando todos los recurso apropiados. Es imprescindible
que estas acciones sean ejecutadas clandestinamente y bajo seguridad
para ocultar bien la mano americana y del USG."
La CIA estableció una organización fascista,
Patria y Libertad, dirigida por un antiguo empleado en relaciones
públicas de Ford Motor Company, Federico Willoughby McDonald,
que se convirtió en secretario de prensa de Pinochet después
del golpe. Patrocinó la operación Djakarta, un plan
para el asesinato sistemático de líderes del Gobierno
de Unidad Popular de Allende. La organización fue así
nombrada en honor al éxito más sangriento de la
CIA, el golpe militar en Indonesia en 1965, durante el cual 1
millón de personas fueron matadas brutalmente.
Como lo había hecho anteriormente en Indonesia, la CIA
ayudó a los militares en Chile a componer listas de gente
a ser exterminada. El 10 de septiembre de 1973, día antes
de que la junta atacara, los nombres de 3.000 líderes de
alto nivel y 20.000 de nivel medio de organizaciones populares
-- sindicatos, grupos estudiantiles, grupos de arrendatarios,
comités campesinos, grupos de derechos y libertades civiles,
partidos políticos izquierdistas -- fueron distribuidas
a las escuadrillas de la muerte. Prácticamente todo aquél
que no huyó del país fue cazado y asesinado.
En testimonio posterior ante un comité del congreso
a puerta cerrada, el antiguo director de la CIA, Guillermo Colby,
dijo que las ejecuciones en masa habían logrado "algún
bien" al hacer la guerra civil en Chile inverosímil.
Colby había seguido una semejante terrible lógica
en Vietnam, supervisando el programa Phoenix bajo el cual 20.000
sospechosos de resistir la intervención militar de los
E.E.U.U. fueron asesinados.
En su biografía, Kissinger negó que el gobierno
de los E.E.U.U. desempeñara papel alguno en el golpe de
estado, descartando descaradamente este bien documentado hecho
como "un mito de inspiración comunista." Aun
así no pudo evitar el solidarizarse con el régimen
de Pinochet, escribiendo: "Los militares chilenos habían
salvado a Chile de un régimen totalitario y a los Estados
Unidos de un enemigo."
Los informes de la prensa americana sobre la detención
de Pinochet se han mantenido uniformemente silenciosos sobre la
responsabilidad del gobierno de los E.E.U.U. en el golpe de 1973,
y han menguado en general la escala de los crímenes de
Pinochet -- usando, por ejemplo, la estimación de la CIA
de 3.000 personas asesinadas durante el golpe y después,
a pesar de que la mayoría de las estimaciones independientes
colocan el total en mas de 50.000 muertos.
Se hubiera podido pronosticar que el Wall Street Journal denunciría
la detención de uno de sus favoritos líders mundiales.
La editorial del Journal ridiculiza a España y a Gran Bretaña
por detener a Pinochet en lugar de a Fidel Castro, y declara,
"El general Pinochet dirigió el golpe de estado que
salvó a su país."
Más significativa es la reacción de tales órganos
del liberalismo oficial como el New York Times y el Washington
Post. Al tiempo que apoyan a regañadientes las acciones
del gobierno británico, al Times le preocupa que puedan
suponer un precedente para que las "naciones delincuentes
como Iraq" busquen la prosecución internacional de
"líderes extranjeros opuestos a ellos." Esto
es una tácita admisión de que las acciones de Bush
y Clinton de forzar un bloqueo que ha causado la muerte de centenares
de millares de niños iraquíes, se podrían
procesar como crímenes de guerra.
El Post aprovecha la ocasión para alabar la historia
de Pinochet como gobernante de Chile: "él derrocó
a un gobierno democráticamente electo y aseguró
la matanza de millares y la detención de decenas de millares
entre 1973-1990", el periódico dice en su editorial,
"pero también aseguró el rescate de su país...
y su controlada evolución en una próspera democracia
latina. Así es que no es tan sólo la derecha militar
de Chile sino otros agradecidos por su papel positivo que están
ahora inquietos por su detención."
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