EN INGLES
Visite el sitio inglés
actualizado a diario
pulsando:
www.wsws.org

Análisis Actuales
Sobre el WSWS
Sobre el CICI

 

 WSWS : Español

Respuesta a los defensores de Pinochet

Por Bill Vann
17 de noviembre de 1998

Debido a nuestro extenso reportaje respecto al arresto del General Pinochet en Londres, partidarios del ex-dicatador chileno han tratado de convertir al Sitio de la Telaraña Socialista Mundial (World Socialist Web Site) en el tira al blanco de su correo eletrónico iracundo.

Dada la genealogía política de estos correspondientes, nos sorprende poco que la vulgaridad política y el gangsterismo retórico caracterizen sus mensajes. Este Sitio no tiene le menor intención de proporcionarle ninguna platforma a estos apologistas de asesinatos fascistas contra las masas.

No obstante, vale la pena analizar estos argumentos, si sólo para comprender la capa socio-política que proveyó la base doméstica de apoyo para las dictaduras que, respaldadas por los EE.UU., dominaron a Latinoamérica durante casi dos décadas.

El caso que presentan los defensores del carnicero militar chileno se basa en tres puntos fundamentales. El primero, vociferado con declamaciones coléricas de orgullo nacionalista chileno, es que la petición de extradición de España y la orden de arresto en el Reino Unido consituyen una interferencia injustificada e inaceptable por parte de poderes extranjeros en los asuntos soberanos de la nación chilena.

El segundo es que los crímenes de Pinochet no fueron peores que los presuntos crímenes de aquéllos que asesinó, y aquéllos que lo acusan de violar los derechos humanos ignoran el hecho que "había una guerra" en Chile durante septiembre, 1973. Varios de los defensores del ex-dictador llegan al el extremo de denunciar el arresto como violación de los derechos humanos, considerándolo igual al trato que los militares chilenos le dieron a trabajadores izquierdistas, estudiantes e intelectuales hace 25 años.

Por último, los defensores chilenos de Pinochet arguyen que, a pesar de lo que pudiera haber cometido, el "milagro económico" que su política logró en Chile justifica sus acciones. Uno de los correspondientes escribe que "dejen que los chilenos elijan su propia historia", expresión típica del argumento que se basa en la soberanía nacional. Jura que él y sus compinches reaccionarios nunca "vamos a ceder en nuestra dignidad de que otros vengan a dictar como debemos solucionar nuestros problemas".

No hay indicio que el escritor tiene el menor sentido de ironía cuando cubre la defensa de Pinochet con la manta del nacionalismo chileno y el derecho de las naciones pequeñas a la auto-determinación. Varios de los partidarios del ex-dictador llegan al extremo de denunciar las acciones españolas y británicas en el lenguaje del anti-imperialismo, haciendo recuerdo de los crímenes del colonialismo español y del papel que jugara el imperialismo británico en el continente. Uno de los correspondientes invoca a "los aborígenes que lucharon mas [sic] de 400 años contra los españoles hasta ser exterminados" como prueba del patrimonio "pro-libertad" que se supone alienta a los defensores de Pinochet.

Que Pinochet haya estado en Londres a causa de la íntima relación que forjara con el imperialismo británico y, en particular con su establecimiento militar, aparentemente se le ha perdido de vista a estos nacionalistas "nacidos de nuevo". Como el único gobernante latinoamericano que apoyara la guerra británica contra Argentina por las Islas Malvinas, el dictador se ganó la gratitud eterna de la clase gobernante británica y, específicamente, de la antigua dirigente Tory, Margaret Thatcher, quien a menudo le abrió sus puertas para brindarle te.

En cuanto a España, Pinochet ha sido gran defensor del patrimonio español chileno, que para él significaba la monarquía, el feudalismo y el fascismo franquista. Todavía se espera alguna evidencia que el destino de los "aborígenes" le haya causado mucho tormento al carnicero de Santiago.

La carrera de Pinochet se arraigó por completo en la intervención en los asuntos económico-políticos internos de Chile por parte de uno de los grandes poderes imperialistas. Fue producto mediocre del establecimiento militar que forjara el Pentágono, que capacitara a toda una generación de oficiales militares latinoamericanos a conducir acciones contrarrevolucionarias contra sus propios pueblos.

Chile fue de los paises latinoamericanos que envió el mayor porcentaje de oficiales militares a cursos de capacitación en lugares tales como la US Army's School of the Americas, donde se les instruyó en tácticas contrainsurreccionarias, se les indoctrinó en anti-comunismo y se les enseñó técnicas de interrogación y tortura que después serían elaboradas y refinadas a nivel mayor.

Los militares de EE.UU. continuaron sus relaciones íntimas con el ejército chileno durante el régimen de Allende, aún cuando el gobierno de Nixon maniobraba activamente para arruinar el país, apretándolo "hasta que chille"--tal como el presidente estadounidense había ordenado a Richard Helms, dirigente de la CIA en aquella época. A comienzos de los 1960, el país era intenso escenario de actividades que la CIA ponía en vigor para evitar que un gobierno izquierdista llegar al poder. Los Demócratas Cristianos bajo Eduardo Frei, padre del presidente actual de Chile, fueron financiados en gran parte con fondos de la CIA.

A medida que se acercaba el golpe, millones de dólares en fondos de la CIA fueron destinados a los oponentes derechistas de Allende. Estos fondos subsidiaron la prensa anti-gubernamental y el financiamiento de la protestas llevadas a cabo por los negociantes pequeños, incluyendo la huelga de camioneros que desgarró el país. Otros fondos y apoyo logístico llegaron a manos de grupos fascistas, tales como Patria y Libertad, el cual después del golpe proporcionó las tropas de asalto que formarían las bases de los escuadrones de muerte de Pinochet.

La idea que Pinochet es víctima de intervención extranjera en los asuntos chilenos es absurda. El y su dictadura caníbal fueron criaturas de la prolongada intervención política, económica y militar de los EE.UU. en Latinoamérica. Una y otra vez, Washington, en colaboración con la oligarquía local gobernante y sus fuerzas militares, le prohibió a la clase obrera que eligiera "su propia historia".

Y en cuanto a la indignación que los defensores de Pinochet muestran respecto ala declaración "extraterritorial" de España que ésta tiene derecho a poner a Pinochet en tela de juicio, debemos hacerle hincapié a dos puntos. El primero es el alcance extraterritorial del terror estatal de Pinochet. Las fronteras nacionales no le preocupaban para nada cuando emprendía su guerra de aniquilación contra sus enemigos.

La policía política chilena, DINA, envió sus asesinos a Argentina, Italia y los EE.UU. En ese último país fueron asesinados Orlando Letelier, ex-ministro de Allende, y su ayudante estadounidense, Roni Moffet, con un coche bomba. Las fuerzas de seguridad chilenas participaron íntimamente en acciones represivas en paises vecinos latinoamericanosy rutinariamente asesinaron a ciudadanos extranjeros que se habían quedado en Chile, incluyendo gran cantidad de ciudadanos españoles, lo cual ha dado ocasión a la causa actual contra el ex-dictador.

Segundo, la aseveración que a Chile se le debería dejar resolver sus propios problemas ignora el hecho que al país lo rige una constitución que el mismo Pinochet impuso a la fuerza. El dictador se cuidó en asegurar que en Chile nunca se le podría entablar causa por sus crímenes, y se auto-galardonó con el puesto de "senador vitalicio", lo cual le garantiza inmunidad si acaso sus víctimas tratan justiciarlo.

¿Y qué de la reclamación que la violencia contrarrevolucionaria de Pinochet fue provocada por los "crímenes" de la izquierda chilena y, por lo tanto, justificada debido a que "había una guerra"?

Los eventos de septiembre, 1973, tenían toda la apariencia de guerra. Aviones bombardearon La Moneda, la Casa Blanca de Chile; tanques y tropas de combate se apoderaron de las calles; y las ráfagas de ametralladoras rugían a través de toda la capital chilena por días. El nuevo régimen impuso un estado de sitio y declaró ley marcial. En todos los rincones del país, los militares cumplieron el arresto, encarcelamiento, tortura y fusilamiento de diez de miles de trabajadores militantes, intelectuales izquierdistas, campesinos y estudiantes.

Sin embargo, si ésto era guerra, sólo un bando la peleaba. Cálculos de las ejecuciones que el régimen militar llevó a cabo durante su primer año de existencia llegan hasta los 50,000. ¿Dónde están las presuntas víctimas del otro bando? ¿Cuáles arrestos, asesinatos y tortura semejantes sucedieron bajo el gobierno de Allende?

Los soldados y oficiales que fueron muertos en septiembre, 1973, fueron los que rehusaron aliarze al golpe o trataton de avisarle al gobierno y al pueblo del baño de sangre que se había planeado. El mismo gobierno de Allende, que hasta el último momento buscaba el favor de los comandantes militares, le entregó a los golpistas varios de los militares que habían sonado la alarma.

La ideología fascista del régimen de Pinochet, la cual se refleja en el lenguaje de sus defensores, tuvo sus orígenes en la premisa que el país se encontraba en acción de guerra contra la agresión extranjera, justificando así el uso de todo y cualquier método militar. El enemigo "extranjero" que los militares invocaban era el "cáncer marxista", o la "lepra roja", la cual tenía que ser extirpada de la patria. Esta fue una guerra que se luchó principalmente en las villas-miserias y fábricas de Chile contra un enemigo que permanecía desarmado--gracias a la política contrarrevolucionaria de las dirigencias dominantes en la clase obrera, sobretodo el Partido Comunista.

La comparación del arresto de Pinochet en Londres con los crímenes por los cuales el fiscal español le ha presentado una acusación formal es demasiado detestable para merecer respuesta.

¿Alguien en la lujosa clínica londinense del general le ha puesto eléctrodos en los testículos, como rutinariamente le sucedía a los prisioneros que Pinochet en los campamentos de cárcel que existían en todo Chile? ¿Alguien le ha sacado los ojos o desgarrado las uñas de las manos? ¿Han tratado las autoridades británicas de meterle ratas por el ano o ahogarle en barriles de excremento y vómito? ¿Le han cortado la lengua o quemado en vivo? Si fuera así, tendríamos que reconocer que algo similar al trato que le dió a las víctimas de su dictadura le ha sucedido al envejecido general.

No le deseamos semejantes atrocidades a ningún ser humano, aún a un asesino sanguinario como Pinochet. Pero tratar de solicitar compasión por el ex-dictador a base de su presuntuo sufrimiento es más que obsceno.

Según el decir general, a Pinochet se le está cuidando en instalaciones fuera del alcanze financiero del 99% de la población británica.. Tiene acceso continuo a sus abogados, oficiales del gobierno chileno y a su propia familia. ¿Cómo se compara ésto al sufrimiento de sus víctimas, cuyas familias todavía buscan a los "desaparecidos" sin saber donde y como murieron, o sin nunca lograr que sus asesinos sean justiciados?

Finalmente, tenemos la tesis que el "milagro económico" chileno justifica todo cuanto Pinochet haya hecho. Esta es la razón más sentida en defensa del ex-dictador, especialmente en la clase gobernante chilena y en la capa de la clase media privilegiada que ha acumulado riquezas sin precedentes gracias a la supresión violenta de la clase obrera. Esto equivale a que una capa angosta y egoista de la sociedad chilena declare que la cantidad de muertos y los derechos políticos que fueron sacrificados no les podría importar menos-- siempre que puedan pagar el precio de sus nuevos hogares, automóbiles importados y los frecuentes viajes de compra a Nueva York y Miami.

Los círculos financieros internacionales por años presentaron a Chile como modelo de desarrollo. Sin embargo, aquéllos que alaban la eonomía del país rara vez analizan como las tazas de desarrollo fueron preparadas con la matanza y la destrucción de las normas de vida y los derechos fundamentales de los trabajadores chilenos.

La dictadura militar llevó a cabo el programa más extenso de poner empresas en manos privadas y librarlas de reglamentaciones gubernamentales de todos los paises del mundo. El cuidado médico, el bienestar social, las pensiones y la educación escolar todos fueron puestos en subasta. Al mismo tiempo, se abolieron las rentas internas que las empresas tenían que pagar. Durante la primera década del gobierno militar, la taza de desempleo subió a 20% y más del 40% de la población cayó bajo el índice oficial de la pobreza.

Hoy día los trabajadores chilenos son de los más explotados del mundo. Empleos temporarios o de tiempo parcial y la mano de obra contratada constituyen la norma, con la mayoría de los obreros trabajando semanas de 48 horas. A los niños se les obliga buscar empleo lo más temprano posible. Para 1992, sólamente 2,5% de la población había recibido siete años de educación escolar formal, un tercio menos que Argentina y la mitad de Brasil o México.

Pero la destrucción de las condiciones sociales y las organizaciones de la clase obrera creó oportunidades sin paralelo para que el capital extranjero y la burguesía chilena se enriquecieran a si mismos. ¿El resultado? Una de las economías de mayor polarización social en toda Latinoamérica.

Esta es la verdadera fuente de la defensa vitriólica de Pinochet en las cartas que sus defensores nos han enviado por correo electrónico. Detrás del nacionalismo valentón, detrás de los insultos y expresiones de indignación yace una élite social temerosa que ve a su propio destino vinculado al del general. Se preguntan ellos a si mismos: si ésto le puede suceder a él, ¿qué seguros están nuestra riqueza y privilegios? ¿Quién puede garantizar que la clase obrera y las masas oprimidas no van a recuperarse del baño de sangre de 1973 y que otra vez no tomarán el camino de la revolución?

No importa lo que las autoridades jurídicas y políticas en Londres y Madrid por fin decidan acerca del ex-dictador. Estasstas son indagantes que no van a desaparecer fácilmente.

Ver también:
Entrevista con el Secretario General de la Asociación de los Arrestados y Desaparecidos en Chile: "El principio de la justicia y los derechos humanos tiene que ser rescatado"
[12 noviembre 1998]
La extradición de Pinochet podría desestabilizar a Chile, la Cámara de los Lores es prevenida.
[11 noviembre 1998]

Regresar a la parte superior de la página



Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved